Marc Almond: “Un grupo con dos miembros es perfecto. No hay democracia: o estás de acuerdo o no lo estás”
El dúo británico Soft Cell reaparece por sorpresa con un nuevo álbum tras veinte años sin grabar juntos. Su líder nos habla de enfermedad, música, Andy Warhol, Fangoria, Pet Shop Boys, la edad y sobre como el futuro acabó decepcionándole
“Caótica. Desafiante. Embarullada. Pero, sobre todo, bienaventurada”. Así es como Marc Almond (Southport, Reino Unido, 64 años) define la trayectoria de su grupo Soft Cell, un recorrido que nunca se ha ceñido a un plan maestro ni ha seguido las leyes de la lógica. El vocalista conoció a su compañero de banda, el multiinstrumentista y productor Dave Ball, cuando ambos estudiaban en la universidad de Leeds en 1978 y en muy poco tiempo se convirtieron en uno de los principales bastiones del tecnopop gracias a su single Tainted Love y a su aclamado álbum de debut, Non-Stop Erotic Cabaret (1981).
La cabaretera, agresiva y, sobre todo, sexual forma de cantar de Almond dejaba al dúo más cerca de francotiradores pospunk como Suicide o Fad Gadget, que del blanco y para todos los públicos tecnopop británico de OMD, Thomas Dolby o Depeche Mode, cuyo cambio posterior de la mano de Anton Corbijn cogía mucho de lo que anticipó Soft Cell. Pero el éxito de Tainted Love, versión de un oscuro éxito northern soul de 1964, que se convirtió en un hit mundial y el sencillo más vendido de Reino Unido en 1981, les situó contra todo pronóstico en primera división comercial.
Publicaron tres discos en cuatro años y, en 1984, se separaron y emprendieron sus propios proyectos. Regresaron contra todo pronóstico en 2002 con un nuevo álbum, Cruelty Without Beauty, del que no guardan un buen recuerdo. “Había algunas canciones muy buenas, pero como obra total lo encuentro frustrante, nunca llegó a aterrizar del todo para mí, y además estaba por allí nuestro antiguo mánager y todo salió de un modo muy confuso, otra vez”, confiesa el vocalista y letrista del grupo.
En 2018 volvieron a reaparecer anunciando un único concierto en Londres que, bajo el oportuno título Say Hello, Wave Goodbye (Saluda, despídete), en honor a otra de sus canciones de más éxito, supondría el adiós definitivo de la banda. No cumplieron su promesa: hubo una nueva gira en 2021, que vendieron como de 40 aniversario de su primer disco, y con ella abarrotaron grandes pabellones en todo el Reino Unido. Pese a lo anunciado, no interpretaban Non-Stop Erotic Cabaret al completo, sino que estrenaron también un puñado de canciones nuevas que estaban destinadas a formar parte de un quinto álbum. Finalmente grabaron *Happiness Not Included, su primer disco en 20 años –y el segundo en 38– que saldrá a la venta el 6 de mayo.
“Teníamos toda la intención de que el de 2018 fuera el último concierto”, justifica Almond. “Sentíamos que era el momento adecuado, honestamente. Mientras yo cantaba, percibía como si se dibujara una línea debajo, tenía la certeza de que nunca más volvería a interpretar esas canciones como Soft Cell. Pero entonces el mundo cambió con la covid, todos cambiamos y lo que pensé que era un futuro ya trazado, de repente no lo era. Me encontré con tiempo libre y en un mundo bizarro y distópico de enfermedad y pánico, tragedia real y tristeza, emparejada con la sensación de que todo el mundo se estaba volviendo loco. Creo que Dave y yo pensamos: ‘¿Por qué no?’. Todo parecía creativamente mucho más Soft Cell de lo que podría plasmar con mis trabajos en solitario, y nos alimentamos de todo lo que estábamos sintiendo para componer juntos de nuevo”. Dave Ball, por cierto, también debía estar presente en la entrevista pero una operación por la fractura de una vértebra le ha dejado fuera de juego, así que es el carismático vocalista quien habla por los dos.
¿Qué le ofrece Soft Cell que no le den sus discos en solitario? Un lienzo diferente sobre el que trabajar. Lo veo todo desde el punto de vista de Soft Cell. Por decirlo de alguna manera, ninguna de las canciones viene del mundo de Marc Almond. Dave me envía ideas musicales, que me inspiran para escribir. Mi trabajo en solitario lo hago para permanecer cuerdo y activo, y expresarme como individuo. Si tomas una canción del nuevo disco como New Eden, que creo que es una de las mejores que hemos hecho nunca, la escribí pensando en la gente mayor que se siente perdida en el mundo actual, en personas que supongo que tienen valores atípicos en esta sociedad polarizada en blanco y negro. Quería evocar ese sentimiento de optimismo que viene con creer en un mundo mejor, incluso puede que con la espiritualidad. A la hora de escribirla, una de las canciones que me inspiró fue Go West de Village People, que estaba cargada con esa promesa de algo mejor, más libre, en una época anterior al sida. Y luego en la indeleble versión de Pet Shop Boys, que se adapta al mundo tras el sida y cambia el tema a las políticas del este y el oeste, y además con esa encantadora melancolía y tristeza con que la interpreta Neil [Tennant].
La gran sorpresa de este álbum es precisamente su primera colaboración con Pet Shop Boys, en el sencillo The Purple Zone. ¿Cómo surgió? Ellos vinieron a uno de nuestros conciertos del año pasado en el Hammersmith Apollo de Londres, donde ya estábamos interpretando esa canción en directo. Dijeron que les había gustado mucho y pidieron que se la enviáramos. De repente nos llegó de vuelta una versión brillante: la habían remezclado con la voz de Neil por encima. Fue un regalo maravilloso, llevaron el tema a otro nivel, bastante asombroso. En realidad, no llegamos a trabajar juntos. Después sí coincidimos al grabar el vídeo y nos lo pasamos en grande.
Soft Cell fue el primer dúo británico importante de tecnopop pero, en 1984, cuando ustedes lo dejaron, fue cuando Pet Shop Boys emergieron. ¿Tomaron ellos su testigo? Ellos dirían que sí, y con razón en gran parte. Tal vez de persistir podríamos haber gozado del súper éxito que tuvieron, pero no me arrepiento de haber disuelto el grupo en aquel momento.
Muchos de los músicos de su generación escribían de forma bastante optimista sobre el futuro. Ahora, al escuchar aquellos discos de los ochenta, se percibe como una nostalgia de aquel porvenir que nunca llegó, o lo hizo de un modo muy diferente. Como creadores y protagonistas de aquella época, ¿cómo lo perciben ustedes? Yo esperaba que todo fuese muy diferente del presente en el que nos encontramos ahora mismo. Brexit. Covid. Guerra en Ucrania. Vivimos en un mundo extraño, por eso es importante para mí como artista ir a la fuente. El tema principal del álbum tiene que ver con la idea de si hemos progresado o si en realidad estamos yendo hacia atrás, una especie de visión deformada y decepcionada del futuro. Al final, si de verdad es este el final de Soft Cell, hay en nuestra trayectoria un hilo de optimismo que consiste en aceptar quiénes somos y dónde estamos en el mundo.
¿Cómo le afectó a usted la pandemia? Me contagié de covid por primera vez al comienzo de 2020 y lo he seguido sufriendo desde entonces. Es difícil, pero peor es para otros, y para quienes han perdido a sus seres queridos.
Usted tiene 64 años y Dave, 62. ¿Les preocupa el paso del tiempo? Sobre todo nos preocupa en el sentido de que, físicamente hablando, no podemos hacer todas las cosas que hacíamos antes. Nos agotamos antes y la vida se vuelve mucho más difícil.
El título del álbum, *Happiness Not Included, con su asterisco de letra pequeña como si se tratase de la publicidad de un producto, parece una forma sardónica de apuntar a la sociedad de consumo y su efecto sobre nuestras vidas. ¿Qué quieren expresar con ello? La vida no nos debe nada. No hay garantías. Una de las expresiones que menos me gustan y que fue más utilizada durante el confinamiento era “esto es lo que hay”. Nadie dijo que la felicidad estuviese incluida en esta vida. Pero en algún momento perdimos la perspectiva, o nuestra propia verdad, supongo.
¿Qué es la felicidad para usted, por cierto? La luz del sol, la paz interior, la amabilidad, sentarme en las Ramblas mientras veo el mundo pasar, deshacerme de mierda materialista, liberarme del consumismo implacable que nos asola, respetar todas las vidas, proteger a todas las criaturas sensibles.
Otro de los nuevos temas, Polaroid, habla de cuando conoció a su ídolo Andy Warhol. ¿Fue una experiencia decepcionante? Estuve con él en la Factory, en Nueva York. Era todo lo que cabía esperar de Andy Warhol. No revelaba de sí mismo. Esa extraña creación, más alto de lo que imaginaba... Fue amable, reservado, frío… exactamente como yo quería que fuera. El documental que hay ahora mismo en las plataformas de streaming [se refiere a Los diarios de Andy Warhol] es asombroso y te rompe el corazón.
Por cierto, usted también ha colaborado con el grupo español Fangoria. ¿Qué opina de ellos? Es una gran banda, realmente excitante e interesante.
¿Dos miembros es la formación perfecta para un grupo pop? No tengo la respuesta para ello, ni sé si es una afirmación necesariamente cierta. Dos componentes significa que no hay democracia, estás de acuerdo o no lo estás. Así que creo que sí, eso es bueno.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.