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La paradoja y el estilo
Columna
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El discurso de la Reina

Un hipotético discurso navideño de doña Letizia sería un regalo y uno de esos hitos pioneros tan propios de España. Aunque en la última columna de 2023 quiero felicitar a Los Javis: para mí otra pareja real, poderosa y gay

Discurso del Rey
Javier Ambrossi y Javier Calvo posan en el estreno de 'Vestidas de Azul', el 19 de diciembre de 2023 en Madrid.Pablo Cuadra (Getty Images)
Boris Izaguirre

Este año me tocó ver el discurso del Rey en Vigo. También en esa ciudad vi aquel famoso discurso de su padre, el rey emérito, donde habló de la ejemplaridad y su importancia en la vida de los personajes públicos. Este año el sitio de la ejemplaridad lo ocupó la Constitución. Dos palabras que decoran el árbol de Navidad que es el discurso del Monarca.

Unos días después recibí en mi móvil los datos de audiencia de la alocución con un titular también muy de adorno: volvió a ser el discurso menos visto en años. Los datos tienen ese carácter antipático que deben ser su constitución y ejemplaridad. Con la experiencia de muchos años recibiendo y entendiendo datos de audiencia, pensé que esta situación necesita un meneo. Hay que arriesgar un poquito. Quizás sea momento de incluir a la Reina en el programa. Compartir protagonismo, como ya lo hacen en los actos públicos. El discurso de la Reina tendría varios frentes. Desde el más evidente, que es un miembro femenino de la institución y que se expresa con perfecto dominio del lenguaje televisivo, hasta los menos abstractos, como el hecho de que es una mujer profesional, madre y reina, esa parte de la jefatura del Estado que puede hablarnos de cosas familiares, terrenales y también institucionales. En un complejo discurso entre la ejemplaridad y la Constitución, ella tiene algo que decir. Del ejemplo, de la falta de él y también de cómo observamos la figura de la Constitución los españoles que no hemos nacido en una familia real.

Un hipotético discurso navideño de la Reina sería un regalo y uno de esos hitos pioneros tan propios de España, que en 1492 se encontró un nuevo mundo y que en 1992 celebró esos 500 años con unos extraordinarios Juegos Olímpicos. Amén de mi llegada a este país, para devolver la visita. Otros ejemplos de lo arriesgada, dinámica y diversa que es esta nación que sostiene a la Corona y que el Rey pidió, con toda su lógica, defender en sus palabras, se han sucedido en estos últimos años. Entre ellos tener ministras y vicepresidentas. Una selección de fútbol femenina campeona del mundo. Todos ellos constituyen un dosier inmejorable para promover un discurso de la Reina que no sea en X.

Mientras eso llega, las portadas de las revistas del corazón proclaman que Letizia y Felipe viven momentos tensos, al parecer enfrentados a polémicas. Es difícil saber a qué se refieren esas portadas porque para la prensa tradicional e impresa no existe ninguna polémica. Probablemente, los medios del corazón tienen una cofradía en la que se intercambian noticias que al resto nos son vetadas o disueltas bajo la niebla. Con la globalización, la prensa rosa nacional sabe leer en francés Paris Match o en inglés The Times y en italiano el Corriere della Sera, como sustrato para publicar esas lúgubres portadas hablando de tensiones y conjuras.

He terminado de ver Cristo y Rey, que ofrece un retrato nada ejemplar de los dos hombres en la vida de Bárbara: Juan Carlos I, un amante manipulador por su poder, y Ángel Cristo, otro hombre poderoso y maltratador. Y de la propia Rey, un talento, una llama, un poder forzado a apagarse. Interesante el papel que juega la televisión en esta serie. Cristo y Rey son estrellas de ese medio en unos años en que este ejecutó un papel ejemplar en la construcción de la democracia.

No quiero terminar esta última columna de 2023 sin felicitar a Los Javis. Para mí otra pareja real, poderosa y gay. La mesías es mi hito del año. Es la más potente reflexión sobre la alienación y enajenación que la religión puede ejercer sobre nosotros. Este año, unos premios periodísticos los reunieron con Almodóvar en una imagen que, para mí, es ejemplo y constitución. Feliz 2024.

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