Las revelaciones del documental de David Beckham: su depresión, su obsesión con la limpieza y por qué Victoria no fue feliz en España
El exfutbolista estrena este miércoles en Netflix una serie de cuatro capítulos en la que repasa su carrera y su vida. Su mujer, sus padres y antiguos compañeros le acompañan en el relato de una historia marcada por la autoexigencia y la presión mediática
Un hombre aparece de espaldas. Va vestido de apicultor. Puede ser cualquier aficionado a producir miel, pero los tatuajes en su nuca le delatan: es David Beckham. Con esta escena empieza la serie documental en la que el exfutbolista, a sus 48 años, ha decidido hacer un repaso de su vida en orden cronológico. Sobre su carrera profesional y su intimidad se ha escrito y comentado tanto que parece que uno ya no pueda descubrir nada nuevo. Pero los cuatro capítulos de algo más de una hora cada uno, que se estrenan este miércoles 4 de octubre en Netflix, demuestran lo contrario. Sobre todo porque gran parte de lo que se ha escrito y comentado nunca había salido de su boca.
Las revelaciones no solo las cuenta el protagonista mirando a cámara, también su mujer, Victoria Beckham, imprescindible en la historia del excapitán de la selección inglesa. Porque la vida de uno no se entiende sin la del otro. Y los dos se han convertido en parte fundamental de la cultura pop de las últimas décadas. Como dice Anna Wintour en Beckham —así, sin más, se titula la serie—: “Cuando tienes dos personas igualmente carismáticas, se duplica el volumen y aumenta mucho el efecto”.
Su infancia, sus inicios en el Manchester United, cómo comenzó su historia de amor con la Spice Pija, por qué a Victoria Beckham nunca le gustó vivir en España, los titulares sobre infidelidades… Una historia trufada con fotos y vídeos de sus archivos personales y las declaraciones de los padres de David Beckham y personas imprescindibles en su carrera, como sir Alex Ferguson, Eric Cantona, Gary Neville, Roberto Carlos, Ronaldo, Figo, Florentino Pérez… Sí, hay mucho de fútbol. Pero no hace falta que a uno le guste este deporte para saber quién es David Beckham, y si algo demuestra esta serie es que el interés por él va mucho más allá de su faceta como deportista de éxito. Estas son algunas de las partes más reveladoras de la serie documental dirigida Fisher Stevens, ganador de un Oscar a Mejor documental (The Cove, en 2010), aunque hoy sea conocido sobre todo por su papel de Hugo Baker en Succession.
Su infancia
“Sé honesta, ¿con qué coche te llevaba tu padre a clase?”, le pregunta David Beckham desde la puerta a su mujer mientras durante su entrevista ella dice que ambos vienen de orígenes humildes y familias de clase trabajadora. Reacia a contestar, él se lo pregunta varias veces queriendo dejar constancia de que ella no está siendo del todo sincera. “En un Rolls Royce”, dice finalmente la ex Spice.
El primer capítulo, plagado de imágenes familiares del pequeño Beckham dentro del campo y fuera de él (casi siempre con una pelota en sus pies), se centra en cómo llegar a convertirse en leyenda del fútbol para él no fue una cuestión de suerte. “Su sueño era tener un hijo que jugara en el Manchester United”, asegura sobre su padre. De hecho, su segundo nombre es Robert en honor del futbolista Robert Bobby Charlton, revela su progenitor. “Sí, fui duro, pero resultó ser lo correcto”, asegura también sobre cómo educó a su hijo a pesar de que su mujer le afeaba las malas formas con las que le hablaba. Él no fue uno de los típicos padres que animan a sus hijos a pesar de las derrotas, él le hacía repetir los saques de esquina una y otra vez (“si le decía que era bueno, dejaría de esforzarse”). De hecho, preocupado por la altura del pequeño David, hubo un tiempo en el que le daba una guiness y un huevo crudo todas las semanas para que creciera, se enorgullece quien hoy atesora 1.400 partidos grabados de su hijo.
Lo que queda bien claro es que en lo que pensaba siempre Beckham, tanto de niño como de adolescente, era en el fútbol: “Nunca se me dio bien el colegio. No era inteligente, lo creas o no. Sorpresa, sorpresa”, confiesa el protagonista en un momento de la serie.
Sus caprichos
Cuando uno crece en una familia humilde y empieza a ganar dinero pueden pasar dos cosas: que lo ahorre o que se lo gaste en caprichos. David Beckham es de los segundos. “Firmé un contrato con Adidas por 50.000 libras y salí y compré un [BMW] M3... por 50.000 libras”, recuerda quien fue uno de los primeros futbolistas en firmar contratos con marcas, allá por los noventa. Le gustaba comprar los mejores coches (“elevó el nivel del parking del United”, concede uno de sus antiguos compañeros de equipo), y también los mejores relojes. “David recibía su sueldo un viernes y se lo gastaba todo el sábado y después se pasaba toda la semana esperando el siguiente sueldo para comprarse otra cosa”, cuenta su excompañero Phil Neville.
En la actualidad, sus caprichos son sus abejas, los Lego y haberse comprado una casa en el campo donde, dice, sale a caminar con un bastón. Según lo visto en el último capítulo, es probable que también lo sea su armario, o mejor dicho sus armarios: tiene uno para las camisetas, camisas, jerséis y chaquetas; otro para los trajes; y un tercero para los pantalones. Además de tener en su vestidor un burro en el que se deja preparados todos los looks de la semana.
Su historia de amor
David Beckham vio a Victoria, por entonces apellidada Adams, en televisión. Y en ese momento dijo que se iba a casar con ella, al menos así lo recuerda Gary Neville. Se conocieron poco después en el campo del Manchester United, y empezaron una relación que lograron mantener en secreto unos tres meses. Al principio, recuerda él, se veían en garajes para no ser descubiertos, y su primer beso fue en un parking dentro de su BMW. Cuando su relación se hizo pública, llegaron a despertar tanto interés que incluso en el documental hablan en varias ocasiones dos de los paparazis que los seguían a todas partes —quienes hoy reconocen que no actuarían como lo hicieron entonces—.
“El fútbol iba primero y de repente ya no era así”, recuerda su madre sobre la entonces nueva pareja de su hijo. Ambos se pasaban horas pegados al teléfono. “No me importaba cuándo la veía ni cuánto tiempo, si tenía que conducir hasta Londres para verla siete minutos, lo hacía”, recuerda él. De hecho, sir Alex Ferguson, su entrenador del momento (y a quien David Beckham considera como un segundo padre) pensaba que ella era una distracción que iba a arruinar su carrera.
Su final feliz es historia: la revista OK! pagó un millón de libras por la exclusiva de su boda, celebrada el 4 de julio de 1999 en el castillo de Luttrellstown. Un vídeo casero le muestra a él nervioso mientras se viste (reconoce a cámara haber ido al baño unas 50 veces). Ella llevó un vestido de novia de Vera Wang valorado entonces en 100.000 dólares. “¿En qué estábamos pensando?”, dice él sobre los dos trajes de color lila a conjunto que lucieron después. Sobre los tronos en los que se sentaron durante el banquete, Victoria asegura no tener ni idea de dónde salieron. “Tuvimos una luna de miel corta. Acabamos en casa de Andrew Lloyd Webber en el sur de Francia no sé cómo. Íbamos a estar 10 días. Pero el entrenador me llamó a los cinco días para que fuera a entrenar”, recuerda David Beckham.
Antes de su lujosa boda ya había nacido su primer hijo, Brooklyn. Y el documental revela un hecho que pudo ser determinante en su carrera futbolística. Victoria le dijo por teléfono que estaba embarazada el día de antes del partido entre Inglaterra y Argentina en el Mundial de Francia de 1998. Ese partido en el que él fue expulsado por una patada a Simeone, una tarjeta roja que le convirtió en el hombre más odiado del país cuando la selección perdió y quedó eliminada (incluso el seleccionador, Glenn Hoddle, le culpó de la derrota públicamente).
Su peor momento
“Clínicamente deprimido”, dice Victoria que estaba su marido por todos los ataques de la prensa y los hinchas ingleses tras su actuación en el Mundial. Era un acoso diario, que incluía escupitajos, zarandeos en el coche e incluso un muñeco colgado con su nombre a las afueras de un pub. Alguien llegó a mandar una carta con una bala a las instalaciones del Manchester. “No comía, no dormía. Era un desastre. No sabía qué hacer”, dice él. Pero lo cierto es que nunca lo llegó a denunciar públicamente ni habló de cómo se sentía, a finales de los años noventa los problemas de salud mental se escondían. Y mucho más si eras un personaje de fama mundial. Diego Simeone hace también su aportación en la serie: para él esa falta nunca hubiera tenido que ser una tarjeta roja. Unas declaraciones que hacen inevitable pensar que quizá hubiera cambiado mucho la vida de su rival si lo hubiera dicho en esos momentos.
El enfado de sus padres sobre cómo se estaba tratando a su hijo era tal que durante uno de sus viajes para acompañarlo a un partido cargaron el precio de su cena en la habitación de un periodista de The Sun, recuerda su madre poniéndole algo de humor a una de las etapas más duras de la vida de su hijo. “Tenía la necesidad continua de hacer algo que corrigiera lo del 98″, recuerda hoy David Beckham. Lo hizo, y, como tantas veces pasa en el deporte, los mismos que le dilapidaron le volvieron a convertir en héroe nacional cuando marcó un gol definitivo ante Grecia que clasificó a Inglaterra para el Mundial de 2002. Si él se rapaba el pelo, los niños también. Si llevaba cresta, los niños también.
Victoria Beckham nunca dijo que España oliera a ajo
“Cuando me mudé a España fue difícil, porque había sido parte de un club y de una familia toda mi vida, desde los 15 a los 27 años. Me venden de la noche a la mañana. De repente estoy en una ciudad, no hablo el idioma. Y lo más importante, no tenía a mi familia”, recuerda de su fichaje por el Real Madrid en junio de 2003.
Pero si algo suscita interés de sus años en la capital española es por qué Victoria Beckham no fue feliz aquí. Y lo cuenta con detalles. “Teníamos que pensar en la familia. Tenía dos hijos. Y eso es lo que muchos no tuvieron en cuenta. Cuando me criticaron por no ir a España desde el primer momento… No podía mudarme hasta tener un colegio para Brooklyn. Pero todo se lo inventaron y lo sacaron de contexto. Nunca fue por España”, dice la hoy diseñadora. La cosa empeoró por la presión de los paparazis cuando se publicaron las primeras informaciones de una supuesta infidelidad de su marido. “Era una pesadilla. Desde el momento que abría la puerta de casa nos seguían. Era un circo”, recuerda ella.
“Hubo varias historias terribles que eran difíciles de aguantar. Era la primera vez que Victoria y yo sufríamos esa presión en nuestro matrimonio”, recuerda él. “¿Fue el momento más difícil de vuestro matrimonio?”, pregunta el entrevistador a Victoria. “100%”, contesta. “Fue la época más difícil para nosotros. Porque parecía que todos iban contra nosotros. Y si soy sincera, estábamos enfrentados. Hasta Madrid, éramos nosotros contra todos, pero estábamos juntos; nos teníamos el uno al otro. Pero en España no nos teníamos el uno al otro. Y eso es triste. No te haces una idea de lo difícil que fue. Y de cómo me afectó”, añade. “Cada vez que nos levantábamos había algo más. Y los dos sentíamos no ya que nos perdíamos el uno al otro, sino que nos ahogábamos. Verla sufrir era increíblemente difícil. Pero somos luchadores. Y en ese tiempo necesitamos luchar por el otro y nuestra familia. Y lo que teníamos valía la pena para ser luchado. Pero, al final, es nuestra vida privada”, es todo lo que dice él sobre esos escándalos. Quizá en el documental no se profundiza más sobre eso, ni si quiera se menciona el nombre de la ayudante personal con la que tuvo la supuesta aventura (Rebecca Loos, cómo olvidarlo), porque está coproducido por Studio 99. Y, oh sorpresa, David Beckham es uno de sus dueños.
“Me alivió salir de una situación tan complicada en España. Los Ángeles era un sitio donde todo era mucho más fácil. Era más fácil encontrar casa y colegio. No había la barrera del idioma. Mis sueños se cumplieron”, dice Victoria de su marcha a la ciudad californiana tras el fichaje por Los Angeles Galaxy. Y, por cierto, la excantante es tajante: nunca dijo que España oliera a ajo. “La mayoría de las veces siempre soy la mala. Hice una entrevista para Vogue España, salía en la portada. Y en la entrevista decían que odiaba España porque olía a ajo. Yo no dije eso”.
Otras revelaciones
Otro de los hobbies de David Beckham, más allá de la miel, es Lego. Una de sus manías, la limpieza y el orden, algo que queda patente en varios momentos. “Cuando todos están en la cama, yo voy por ahí limpiando las velas, configurando luces, asegurándome de que todo está ordenado. Porque odio bajar por las mañanas y que haya tazas platos y cuencos. Cansa coger todas las velas, limpiarlas, recortarles la mecha. Recorto las mechas y limpio el cristal. Lo que más odio es el humo del interior de una vela. Es raro, lo sé”, explica. “Es así de perfecto”, contesta entonces su mujer con ironía. Una obsesión por el orden y la limpieza que mantiene en su armario (apila las camisetas por colores en diagonal, para poder verlas todas) y en la zona de barbacoa de su casa de campo que se queda limpiando solo tras un encuentro con la familia. Ese es el único momento en el que se ve a sus hijos en la serie. Su nuera Nicola Peltz —la mujer de su primogénito— aparece solo de fondo y algo desenfocada, y Romeo tampoco está presente en esa comida. Pero este sí aparece al final del documental jugando un partido de fútbol con su padre en el campo de su propia casa. Entonces la historia se repite: Beckham le hace lanzar una y otra vez la pelota al único de sus cuatro hijos que parece tener la mínima intención de seguir sus pasos en el fútbol.
“Creo que no era consciente de la mitad de lo que he contado hasta que ha empezado esta… ¿cómo lo llamo? Terapia. Me siento en paz… Tal vez en la primera sesión seguía sintiendo mucha ira reprimida, enfado, frustración. Ahora lo entiendo”, dice al final Victoria Beckham. Terapia es también una palabra que usa el protagonista principal: “Esto ha sido una especie de terapia. Repasar cada etapa de mi vida me ha hecho entender muchas cosas. Y una de las cosas es que lo más importante que tengo es la familia que tenemos”. Llevan 24 años casados, y contando.
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