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Abdicación, arrepentimientos y una “sensación extracorpórea”: Guillermo de Orange repasa sus 10 años como rey en un ‘podcast’

En los 10 episodios del programa, el soberano holandés admite algunos errores, como sus vacaciones en Grecia y sus fotos con Putin, y reconoce que su hija Amalia aún no puede llevar una vida normal debido a las fuertes medidas de seguridad que la rodean

Rey Guillermo de Holanda
El rey Guillermo de Holanda visita las Islas Wadden el 9 de mayo de 2023 en Terschelling (Países Bajos).Patrick van Katwijk (WireImage / getty)
Isabel Ferrer

En el décimo aniversario de su entronización, el rey Guillermo de Orange, de 56 años, ha querido dar su visión de la corona que representa en una serie de 10 capítulos en formato de podcast. Titulada A través de los ojos del rey y concluida el jueves, a lo largo de los episodios se ha sincerado sobre un papel “que marca en qué te convertirás, pero depende de ti el cómo lo harás”. Ha hablado del “apoyo fraterno” entre sus tres hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariana. Y ha calificado a su esposa, la reina consorte Máxima, como su “compañera”: “En una labor que debo hacer solo, pero que es mucho más efectiva con su sostén y colaboración”. El soberano holandés no atraviesa su mejor momento de popularidad, según las encuestas, y ha reconocido sin rodeos que sus fallidas vacaciones en Grecia en 2020, en plena pandemia, fueron “el mayor error de juicio de mi vida”. Su popularidad cayó entonces en picado porque se percibió que había fallado a sus compatriotas. En la producción ha mencionado su abdicación, que ve “en un futuro distante”. Llegado el momento, sin embargo, asegura que tomará una decisión “después de haberlo consultado a fondo con Amalia”, su primogénita.

Abdicar es un asunto delicado en todas las monarquías. En algunos casos, como en el Reino Unido, el espíritu de servicio de la reina Isabel II llegó hasta horas antes de su fallecimiento, el pasado 8 de septiembre, a los 96 años. La tradición holandesa es distinta. Abdicaron las reinas Guillermina, Juliana y Beatriz (bisabuela, abuela y madre de Guillermo, respectivamente) y el acto se lleva a cabo sin sobresaltos. Eso sí, el rey Guillermo admite que prefiere no pensar en este tipo de cosas: “Hay muchos factores y no sabes lo que puede ocurrir”. Sí recalca la importancia de que la princesa Amalia “disponga de una larga preparación y tiempo para ella misma”. “Tiempo para formar una familia o lo que desee hacer, y entonces, como ya sucedió con mi madre, decidiremos juntos una fecha”, ha asegurado.

Reconoce que su heredera no puede llevar todavía una vida normal debido a las fuertes medidas de seguridad que la rodean desde que se supo que puede estar en la diana de crimen organizado. “Espero que todo esto pase pronto, porque nos afecta enormemente”. En la conversación con el locutor de radio Edwin Evers, el monarca no esquiva el poder de las redes sociales: “Mis hijas lo ven todo y hablamos de ello. Es una realidad ineludible y tienen que aprender a lidiar con ello. Les afecta, pero deben aprender a no tomarlo como un ataque personal”.

Guillermo de Orange subió al trono en 2013, tras la abdicación de su progenitora, que hoy es la princesa Beatriz de los Países Bajos. Ella tenía 75 años y había reinado durante 32. La ceremonia de entronización tuvo lugar el 30 de abril de 2013, y él fue el primer varón en tomar el relevo en más de un siglo. En el podcast, el monarca reconoce que ese día tuvo “una especie de sensación extracorpórea” en la que se vio a sí mismo cuando se cantaba el himno nacional en la Iglesia Nueva, de Ámsterdam. Cuando la emblemática composición llenaba el templo, se preguntó: “¿Quién crees que eres para hacer esto?”. A continuación, asegura que responde a eso cada día: “Te dices que puedes hacer algo tan maravilloso como ser el rey de este precioso país, y eso anima a seguir esforzándote”. A su lado, Máxima Zorreguieta, nacida en Argentina, se convirtió en reina consorte y su imagen vestida de azul cobalto por el diseñador holandés Jan Taminiau marcó estilo. En los Países Bajos no hay coronación propiamente dicha, así que el rey lució una capa de armiño y su esposa, una espectacular tiara de zafiros.

Guillermo y Máxima de Holanda, el día de su coronación, el 30 de abril de 2013.
Guillermo y Máxima de Holanda, el día de su coronación, el 30 de abril de 2013.imago stock&people (imago stock&people / Cordon Press / Cordon Press)

Los 10 episodios incluyen pasajes jocosos, como el hecho de que Guillermo se haya dejado barba y no considere necesario cambiar por ello las monedas acuñadas con su efigie lampiña. “No sé si me afeitaré, pero tengo la maquinilla a mano”, indica, entre risas. Hay tiempo también para dos de los momentos más tristes de su reinado. El primero es el atentado que causó la caída del vuelo MH17, en 2014, en territorio de Ucrania. El aparato de Malaysia Airlines fue abatido por un cohete de fabricación rusa disparado desde una zona prorrusa en territorio ucranio, según la justicia holandesa, y murieron sus 298 ocupantes. De estos, 196 eran holandeses. El rey es piloto de aviación y no puede olvidar la emoción sentida durante repatriación de los cadáveres. La ruta cubierta era entre Ámsterdam y Kuala Lumpur: “Ese tipo de aviones suelen ir llenos, así que sabes que lo ocurrido es gravísimo”, señala.

El otro momento es familiar, y se refiere a la muerte de su hermano, Friso. En 2012, el príncipe quedó sepultado en la nieve por culpa de un alud y pasó un año y medio en coma hasta que finalmente falleció: “Cuando te dan la noticia es parecido a la llamada recibida por los familiares de las víctimas del MH17″. “Hablé mucho con los que habían perdido a sus seres queridos y me decían que podría entender su sufrimiento. Me pareció muy especial que lo vieran así”. Friso de Orange falleció en agosto de 2013.

Hay un episodio del pasado que perturba aún al rey holandés y se refiere al papel de su familia durante la II Guerra Mundial. En su opinión, la reina Guillermina podría haber mostrado más apoyo hacia la comunidad judía holandesa, que fue casi exterminada (hubo 102.000 víctimas de 107.000 deportaciones, según la Casa de Ana Frank, que gestiona su legado). “Mi bisabuela pudo haber jugado un papel diferente y eso es algo que no me abandona”.

En el 'podcast', Guillermo de Holanda lamenta la fotografía que se tomó junto a Vladímir Putin.
En el 'podcast', Guillermo de Holanda lamenta la fotografía que se tomó junto a Vladímir Putin.MIKHAIL KLIMENTYEV (AFP)

Y hay un encuentro mucho más reciente que lamenta, visto lo ocurrido después. Es la cerveza que se tomó con el presidente ruso, Vladímir Putin, en febrero de 2014. Se vieron durante los Juegos Olímpicos de invierno en la localidad rusa de Sochi, “y nadie sabía que poco después invadiría Crimea”. La imagen del matrimonio real compartiendo la bebida se hizo famosa, y el monarca subraya que ambos países habían celebrado el año anterior sus relaciones de amistad, “y la política del Gobierno indicaba que valía la pena reforzar los lazos”. “Nunca habría bebido con el presidente Putin de haber sabido lo que pasaría luego”, admite ahora. En la despedida del podcast aplaude “la capacidad de defenderse” mostrada por los ucranios en la guerra contra Rusia, y se prepara para la próxima década en el trono. Su deseo para el futuro: “Que haya menos sufrimiento”.

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