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Tortas locas, los dulces de Málaga para perder la cabeza

Creadas por un futbolista en los cincuenta, las locas son unos hojaldres con crema amados por los malagueños. La Dani, ganadora de un premio Feroz por ‘Te estoy amando locamente’, los ha vuelto a poner de actualidad

Tortas locas Malaga
Hojaldre, crema y falsa yema: se llaman locas porque te vuelven ídemNacho Sanchez

Cuenta La Dani, reciente ganadora al premio Feroz como mejor actor de reparto, que alucina cada día un poco más. “No me creo lo que me está pasando: he pasado de ver vídeos virales a protagonizarlos”, relata tras pronunciar el discurso más emotivo de la gala que precede a los Goya (a los que también está nominada). Su agenda ahora está repleta de entrevistas e invitaciones a eventos: una de las que más ilusión le hizo fue la participación en el programa de Canal Sur La tarde, aquí y ahora, que dirige y presenta Juan y Medio. “Es el sueño de todos los andaluces”, asegura. “La gente suele llevar ahí cosas típicas de su pueblo, así que yo llevé unas tortas locas para repartirlas entre el público”, relata. Los asistentes lo celebraron y le dieron una ovación, pero cuando la cámara apuntaba a la grada se vio alguna seria. No se fiaban. ¿Una loca? ¿Eso qué es?

La torta loca es ya un icono de Málaga, un símbolo de su gastronomía que parece haber estado ahí desde la fundación de la ciudad a la altura del espeto, el campero y su equipo de fútbol. Su creación, de hecho, procede de manos de un futbolista, el defensa central barcelonés Eduardo Rubio, que fichó por el club malaguista en los años 50, cuando los jugadores debían completar su escaso salario —cuando lo había— con otro trabajo. Rubio era pastelero y decidió abrir un obrador con su nombre en la capital. Las penurias económicas de la época apenas permitían a sus vecinos saborear algunas masas abizcochadas y otras propuestas más bastas —también deliciosas— como las tortas de Algarrobo.

Así nace un mito

El jugador se dejó llevar y decidió hacer una masa de hojaldre, recortar dos discos ovalados, poner crema pastelera en medio y cubrir una parte con un glaseado catalán. Para acabar le puso una guinda al pastel, que pronto se convirtió en el más aclamado de la ciudad. No tenía nombre, pero entonces Luisa Linares y Los Galindos publicaron su hit ‘A lo loco’ y el dulce quedó bautizado. Primero como loco y, como en Málaga todos los dulces eran entonces tortas, pues cambio a loca, su nombre definitivo.

Desde luego son artesanales
Desde luego son artesanalesNacho Sanchez

A mediados de los ochenta, cuando Rubio estaba ya pensando más bien en su jubilación, vendió el obrador al marido de una de sus empleadas, que ya regentaba uno desde años atrás y quería ampliar el negocio. Tomaron así el testigo de aquel singular dulce y su hijo, Manuel Ruiz, lo mantiene hoy: el nombre de Obrador Tejeros es ya un sinónimo de las tortas locas. En sus enormes instalaciones en el barrio de Fuente Olletas —al norte de la capital— hay decenas de bandejas repletas de estos círculos naranjas. Allí se elaboran entre 2.000 y 3.000 al día, que se distribuyen entre panaderías, cafeterías, restaurantes y hoteles locales, aunque también a otros puntos de Andalucía.

Casi a puntito para comer
Casi a puntito para comerNacho Sanchez

“Hubo un tiempo, en los años 80 y 90, que la loca pasó casi desapercibida, se quedó a un lado. A partir del año 2000, sin embargo, la gente joven la reivindicó: la hizo suya”, afirma Ruiz, gerente del obrador. La torta ya es un símbolo malaguita, una imagen tan reconocible en la ciudad como el vino dulce, La Farola, las conchas finas, el espeto de sardinas o los barriles de El Pimpi. Su presencia es habitual en la cesta de la compra, y va más allá: en hoteles de las cadenas NH o Vincci son parte del recibimiento a la clientela en sus habitaciones, forma parte de la última campaña de Turismo Costa del Sol y este año es uno de los elementos que protagoniza el cartel del Festival de Málaga, que se celebra a principios de marzo, donde los invitados también recibirán una torta loca a modo de bienvenida.

Locas de amor y del capirote

Sus ingredientes son sencillos: hojaldre, crema pastelera con vainilla y canela, falsa yema de huevo para el glaseado y una guinda —hoy en forma de puré— como remate, un proceso que en el Obrador Tejeros realizan prácticamente a lo largo de 24 horas. Es el tiempo necesario para amasar el hojaldre, plegarlo, reposarlo, estirarlo, cortar los discos y hornearlos. También para preparar el relleno, que debe cuajarm, y para que el azúcar el glaseado final cristalice. La estándar es un bocado de unos 100 gramos —tradicionalmente era mayor, pero el tamaño fue menguando a medida que aumentó la preocupación por el azúcar— y la que más triunfa ahora es la tortita, de unos 50 gramos. También la hay formato botón; de unos pocos gramos, para acompañar al café cual galletita, y gigante, que puede alcanzar el kilo.

Para San Valentín preparan una locura de amor con forma de corazón y en Semana Santa la loca del capirote, con forma piramidal y que emula a un nazareno. Ahora están probando a sustituir el clásico glaseado con “sabores modernos”, como dice Ruiz: galleta Lotus, Oreo o Kinder, entre otros. Muchos de estos formatos; junto a otros productos como los borrachuelos, se venden online a toda España, aunque también hay despachos en lugares estratégicos como la estación de AVE o el aeropuerto para llevárselas de obsequio en tradicionales cajas metálicas ilustradas por Alejandro Villén —donde tienen protagonismo desde Chiquito a los burro taxi de Mijas o Antonio Banderas— e incluso en la que tiene dibujado El gran juego de la oca loca. De loca y en loca y tiro porque me toca.

¡Que viva!
¡Que viva!Nacho Sanchez

Otras locas (que no son pocas)

Casa Kiki, confitería conocida por sus palmeras de chocolate gigantes, también elabora locas XXL, un clásico para cumpleaños, celebraciones o eventos con amigos. La inmensa mayoría de obradores de la ciudad y sus alrededores también elaboran locas, con mayor o menor fortuna. “Lo que me ha quedado claro es que las pequeñas están más ricas”, explica La Dani, que en su perfil de Instagram analiza cada torta que se toma y le añade una valoración para hacer un ranking.

Entre las últimas que ha saboreado destaca las de la panadería Aranda, en el barrio de La Victoria, justo donde se crió. “Nací en Málaga pero viví desde los 5 a los 11 años en Ibiza. Cuando volví, recuerdo las meriendas en casa de mi abuela con mis tías, mis primas y mi madre durante verano. Es algo que se quedó en la memoria guardado, y cuando le di un bocado a estas locas me trasladaron a mi infancia”, señala. En su clasificación también aparecen las de La Exquisita o La Tropicana, en la zona de Teatinos: “Es una loca como antigua, con un sabor muy Málaga”, define. Ese sabor “muy Málaga” es el que también han trasladado algunas heladerías a su oferta, como Santa Gema (El Palo) o Nonna —con despacho en la Plaza de la Merced— donde sirven tarrinas o cucuruchos con bolas de helado sabor a tarta loca.

También hay restaurantes que las han incorporado a sus menús: Araboka, en el centro de la capital, ofreció durante un tiempo su versión en chocolate y un relleno de queso y jengibre. El pionero fue el chef Pepo Frade, que en su restaurante Aire Gastrobar elabora desde hace 15 años un trampantojo salado donde la crema pastelera es sustituida por una crema templada de txangurro y la guinda por un pimiento. “Es un guiño a la gastronomía local”, explica el malagueño, cuya propuesta sale y entra por temporadas de la carta y siempre está incluida en uno de sus menús degustación. Clásicas, mini, gigantes, heladas e incluso saladas: en Málaga hay tortas locas para todos los gustos, solo tienes que encontrar la tuya.

En la sección Producto del mes contamos la historia de comestibles que nos emocionan por su calidad, por su sabor y por el talento de las personas que los hacen. Ningún productor nos ha dado dinero, joyas o cheques-regalo del Mercadona para la elaboración de estos artículos.

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