El bar de tapas que mira AlNorte
Quesos y chacinas riquísimos, cazuelitas tradicionales, homenajes al recetario de las grandes gastrónomas nacionales, pan de verdad para mojar y buen vino y cerveza: no vas a querer salir de este bar de Barcelona.
A ver si lo adivino, ¿el enésimo restaurante que sucumbe a la moda del cachopo?
Para variar, no puedes estar más equivocada: en AlNorte no vas a encontrar absolutamente nada rebozado porque no tienen freidora, ni se la espera. Se llama así porque rinde tributo a la comida asturiana, sí, pero también a la gallega, la cántabra y la del País Vasco. Todo empezó cuando Estrella Justo -al frente de la tienda de productos da terra Ego Galego- y Mónica Cabo se conocieron en la facultad, en Galicia, y por casualidades de la vida acabaron viviendo en Barcelona. Se les sumó Andrea López como socia capitalista y allí arrancaron la aventura alnorteña.
Cuéntame más, que los percebes sí me gustan (pero solo los buenos, no te creas que me como cualquier cosa).
Pues percebes tampoco vas a encontrar. AlNorte no es un restaurante de nivelón, es un pequeño bar de tapas que ofrece muy buen producto, como una selección de quesos que incluye un San Simón da Costa, Roncal de oveja lacha, un cabrales de tres leches o Afuega´l Pitu rojo. De cortes ofrecen, entre otros, una cecina IGP León Reserva -seleccionada después de probar más de 40 proveedores-, lengua curada de ternera o chosco de Tineo, una especialidad asturiana a base de cabecero de lomo y lengua que no había probado nunca antes y me parece una auténtica delicia. En breve tienen pensado traer más embutidos que no sean demasiado conocidos fuera de sus lugares de origen.
Ah, que no cocinan. Solo cortan cosas.
No, también tienen algunos platos elaborados en una minúscula cocina (de la que salen cosas muy ricas). De hecho AlNorte nació de las ganas de sus creadoras de poder comerse un pastel de cabracho -receta originaria del País Vasco, pero muy extendida en Asturias y Cantabria, que de pescado no van precisamente mal- acompañado de sidra, algo que no es precisamente fácil en Barcelona. Además de ese pastel, que lo hacen muy bien, tienen hummus de fabes, mejillones de la ría al vapor, un sabrosísimo revuelto de ortigas -algo que por aquí se come más bien poco y han tenido que pedir en formato especial directamente a su proveedor gallego-, albóndigas tiernísimas de vaca vieja, deliciosos chipirones afogaos en su tinta para ponerte ciego a mojar pan o zorza con patatas paja (un poco demasiado hecha para mi gusto).
Eso me lo podría cocinar mi abuela, para eso no voy a un bar.
Pues exactamente esa es la intención de las alnorteñas, darte de comer como lo haría una abuela. Cocina reconfortante, que no es fácil de encontrar, además de cosas muy sencillas, como una buena ración de lacón, que cualquier gallego echa de menos cuando se aleja de su tierra. También buscan recuperar preparaciones poco conocidas como la barreña asturiana, un riquísimo postre típico del centro de la región a base de queso fresco batido con leche y azúcar. Potenciar las pequeñas producciones locales es otra de sus prioridades, como demuestran con su deliciosa caldereta de cordero Xaldu -una raza autóctona asturiana que compran a una ganadería minúscula de práctica extensiva- servida sobre tortos de maíz.
Muy bien todo esto de ayudar a los pequeños productores, pero ¿de calidad, qué tal?
Está todo muy bueno, y es muy honesto. Por ejemplo, también compran las anchoas -buenísimas, sin ninguna espina y en su punto justo de salazón- a una pequeña conservera de Santoña que tiene un barco. No es 00 porque de serlo saldría carísima y tendrían que ponerlas a precio de establecimiento gourmet, y no es su liga, igual que tampoco quieren tener quesos de 60 euros el kilo: la intención es ofrecer buen producto a precios razonables para que todo el mundo pueda probar diferentes cosas.
¿Y ya está?
No, hay más. Por ejemplo un fresquísimo tomate de Barbastro con pesto de berzas -si las hay buenas; si no, lo preparan con otra verdura: en esto de ajustarse a la temporada y lo que ofrece el mercado también son como la cocina de la abuela- y una rica selección de conservas de pescado y marisco gallego. Hay que probar sus bollitos preñaos, tiernísimos y pequeños, pensados para comer de dos mordiscos, y la empanada gallega del día (puede ser de ternera, de verdura -a veces, con algas de Porto Muiños-, de zamburiñas, de zorza, de pulpo, de sardinas o de lacón, entre otras). También suelen tener algo fuera de carta, ahora mismo un gazpacho de manzana ácida que sirven con unas escamas de katsuobushi. Todo sencillo, rico y sin pretensiones.
El katsuobushi ese muy del norte no suena, menuda pijada japonesa.
Has metido la pata otra vez: este se hace en Vigo.
Me da igual equivocarme, de todas maneras si no tienen menú del día no creo que vaya, que no quiero gastar mucho.
Luego me cuentas cómo comes percebes sin gastar mucho, de momento te explico cómo gestionan esto en AlNorte: Mónica prepara cada día una cazuelita diferente, siempre con productos de mercado y de temporada, y te la puedes comer con postre y bebida por 9,50 euros. Para coger con buena cara el fin de semana también proponen los viernes gastronómicos, en los que preparan recetas tradicionales de célebres gastrónomas como la Marquesa de Parabere, Emilia Pardo Bazán o Nicolasa Pradera. Yo he probado el lacón con grelos y el marmitako y sabían realmente a lo que los gallegos llaman “casa”. Desgraciadamente me perdí las cebollas rellenas de bonito de Aniceta Fueyo, las albóndigas de caballa, la zurrukutuna o el bonito en escabeche.
¿Y no tienen ofertas a otras horas?
Los miércoles por la tarde hay espicha: por 10 euros tienes una botella de sidra, un trocito de empanada y una tablita de tres quesos. Los jueves, te invitan a un pincho con cada bebida. Lo de los sábados no es exactamente una oferta, pero cada semana hacen una tosta diferente -con queso San Simón y cecina de León o con untable de berenjena y carpaccio de bacalao, entre otras- y diferentes piezas de pastelería tradicional, como casadiellas o bollos de mantequilla cuya crema dulce elaboran ellas mismas. Ellas le llaman “antibrunch” por las risas, pero es mucho más que eso: pomada para el alma y alivio para la resaca.
Qué raro que den pinchos gratis en Barcelona, aunque sea un día a la semana.
Tienen muchos otros detalles de esos que te animan a volver en cuanto puedas: todo el pan que te ponen es de Cea o de alguna otra DO gallega, y siempre lo acompañan con un poco de una mantequilla salada buenísima de una pequeña lechería asturiana. Y cortan el pan grueso para que lo rompas con la mano, como tiene que ser.
Postres no tendrán, claro.
Tienen, todos tradicionales y riquísimos. Además de la barreña que ya hemos mencionado ofrecen cañas do Carballiño, tocinillos de cielo de Tejeiro, un flan de castañas para aplaudir con las orejas y una intxaursalsa que ha llevado de vuelta a la infancia a más de un cliente.
¿Y de beber?
Tienen todas las D.O gallegas, la asturiana de Cangas, txakolí alavés y navarro y Rioja alavesa. También una cerveza artesana de cada región, todas bastante diferentes entre sí -para que haya para todos los gustos- y sidra natural de M. Busto, un llagar de Villaviciosa de más de 75 años regentado por una mujer, una rareza en un mundo donde los paisanos mandan (si tienes suerte y Mónica la ha preparado en sangría, pídela). También tienen vermut y licores como crema de orujo, orujo de hierbas, licor café y Estrella Galicia de tirador. Vamos, que de sed tampoco te vas a morir.
Bueno, pues igual me acerco un día. Seguro que no me gusta, pero por probar…
Si me ves por allí, por favor, no me digas nada. Soy muy tímida.
Pero si eres la reina del karaoke.
Bueno, me has pillado: no soy tímida, es que no te aguanto.
Al Norte: Calle de Siracusa, 5. Tel. 931 399 601. Barcelona. Mapa.
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