Nicolas Ghesquière: “Empecé a hacer moda porque es la profesión donde confluye todo lo que pasa en el presente”
El director creativo de Louis Vuitton, la marca que en 2022 batió el récord histórico de ventas superando los 20.000 millones de euros, visita Barcelona con motivo de la celebración del desfile crucero de la firma
Si la importancia de un diseñador se mide por el peso de la marca para la que trabaja, Nicolas Ghesquière (Comines, 53 años) es entonces el diseñador más importante del mundo. Ejerce como director creativo de Louis Vuitton desde hace una década, la firma que en 2022 batió el récord histórico de ventas superando los 20.000 millones de euros. Ninguna casa de lujo ha facturado ni factura tanto. Pero si la importancia de un diseñador se mide por la influencia de su trabajo, Ghesquière también sigue siendo uno de los diseñadores en activo más importantes del mundo. Durante el cambio de siglo logró resucitar el prestigio de Balenciaga, que llevaba en el olvido desde la retirada de su fundador, Cristóbal Balenciaga, en 1968. Lo hizo gracias a lo que él llama “su vocabulario”, un complejísimo equilibrio entre la innovación en los tejidos, las siluetas y varias referencias, que van de la arquitectura a la ciencia ficción o la indumentaria del siglo XIX. Fue ese mismo lenguaje, venerado por la crítica y los consumidores, el que le llevó a fichar por Louis Vuitton, la gran marca entre las marcas, en 2013: “Supongo que mi caso es peculiar, porque la longevidad en este sector es la excepción. Estuve muchos años en Balenciaga y acabo de firmar por otros cinco aquí. Debería ponerlo en mi perfil: ‘No busco relaciones de menos de 15 años”, bromea en una conversación con EL PAÍS.
Ghesquière afirma estar emocionado de poder presentar su colección en Barcelona, una ciudad que conoce desde que era niño: “He estado aquí muchísimas veces. Por supuesto me fascinan el arte y la arquitectura, la Fundación Joan Miró, el Museo Nacional, Gaudí... pero lo que me hace volver siempre es su energía. Me encanta el hecho de que haya dos tipos de ciudad distintas, la Barcelona del norte y la de sur, la playa y la montaña, la diversión y la vida cultural”.
El hecho de que el sitio elegido para el desfile haya sido el Park Güell no ha sentado bien a algunos barceloneses. Que una gran marca de lujo haya elegido como escenario un enclave patrimonio mundial de la Unesco, con los problemas logísticos que eso conlleva durante unos días, ha provocado protestas entre algunos vecinos. “Sé que suena raro, pero tengo un listado de mis sitios soñados para organizar desfiles, y el Park Güell estaba entre ellos. Cuando Pietro Beccari [consejero delegado de Louis Vuitton] me dijo que iban a estar presentes en la Copa América y que considerara la posibilidad de hacer un desfile en Barcelona, le dije: ‘No sé si será posible, pero sé dónde lo quiero hacer’. Después de muchas reuniones lo conseguimos, la verdad es que nos hemos sentido bienvenidos en la ciudad”, explica el diseñador.
PREGUNTA. Llevan casi una década viajando por el mundo para presentar estas colecciones ¿Por qué son necesarias para la marca? ¿Es distinto diseñar una colección crucero que una colección convencional?
RESPUESTA. No tenemos la presión de un desfile de temporada, con todo el mundo mostrando las colecciones a la vez. Además, llegan a las tiendas en noviembre y están hasta mayo, así que puedes jugar con el invierno y el verano a la vez. Los desfiles crucero se crearon para ofrecer colecciones de verano a la gente que viajaba en invierno, pero, sinceramente, yo creo que ese nombre ya no tiene tanto sentido.
P. ¿Por qué no?
R. Los llamamos así, pero la idea del viaje es la base de la identidad de Louis Vuitton, así que desde que empecé a hacer desfiles crucero me lo tomé como una especie de diario visual; llegamos a una ciudad y hacemos colecciones que le rinden homenaje, es legítimo porque Vuitton va sobre el viaje, pero a nuestra manera, con la visión de alguien que no es de esa ciudad. Probablemente, otros destacarían otras cosas de Barcelona, pero esto es lo que yo destaco… Son colecciones que se hacen más libremente que las principales y, como decía, permanecen en la tienda mucho tiempo, conviven con otras. Y el concepto de viaje, ahora que todos estamos más concienciados con el impacto ambiental, se puede tratar de muchas formas menos literales, con colecciones que hablan de viajes en el tiempo o viajes imaginarios, por ejemplo. Me encanta además el hecho de haberlo hecho esta vez tan cerca de París. La colección está llegando en camión, que normalmente conlleva una logística de dos semanas. Me gusta que esta vez haya sido todo tan cerca.
P. Trabaja para la marca de lujo más famosa del mundo, como diseñador tendrá infinitas posibilidades pero también infinita presión.
R. Es un reto porque Louis Vuitton solo lleva 25 años diseñando prendas femeninas, así que siento que estoy un poco escribiendo su historia. Los recursos son casi infinitos y tenemos la misión de crear nuestro propio vocabulario con ellos, un idioma propio, ese es el gran reto. Llevo mucho tiempo en esto y, bueno, venía de trabajar en una casa que perteneció a un gran icono español [Balenciaga] con una identidad muy marcada. Esa fue mi educación de algún modo, me eduqué conectando con su modo de investigar técnicas y de diseñar de forma rigurosa; después llevé esos valores a Louis Vuitton y, obviamente, tienen mucha más resonancia, todo lo que se hace aquí tiene muchísima visibilidad, por eso la presión es tan grande.
P. Trabajando para una empresa superventas, lleva 10 años haciendo colecciones muy centradas en el diseño y muy poco en lo comercial o en las tendencias. ¿Cómo se consigue esa libertad?
R. No hay fórmulas, pero después de tanto tiempo hemos entrenado el instinto de saber qué puede venderse y qué no, sin menospreciar el lado creativo. No estoy desconectado de la realidad, trabajo con un equipo de gente increíble que sabe qué funciona y qué no. Es el trabajo de un diseñador: saber lo que la gente busca. Diseño fantasías, pero son fantasías razonables, porque la base de todo es poder crear una conexión, que la gente diga: “Voy a ahorrar para comprarme esto”. Está la parte creativa, hacer un desfile e imaginar un personaje en un entorno concreto, pero luego está la persona que se lo compra. Yo mismo me inspiro en gente que veo por ahí con prendas mías, pienso en cómo las ha combinado, con qué complementos, cómo son las proporciones de lo que lleva e imagino cosas nuevas.
P. Diez años haciendo cosas nuevas son muchos años.
R. Pero así tiene que ser. Cuando llegué me dijeron que tenía que renovar el lenguaje de la moda y los bolsos, pero también me dijeron: “Es cosa tuya”. Era una página en blanco, pero a la vez una página llena de historia, de archivos y de recursos. Llevo muchos años trabajando con el mismo equipo, casi todos están desde el principio, y nos tomamos cada colección como una página en blanco. Es verdad que ya estoy mucho más acostumbrado, después de tanto tiempo, y me lo tomo de otra forma. Cuando celebramos en septiembre el desfile de los 10 años en la marca nos sentamos todos juntos para ver cuáles eran las prendas que habíamos hecho que merecíamos rescatar, pero ni siquiera fue una retrospectiva, las rehicimos pensando en el presente, porque esto es moda, tienes que evolucionar todo el tiempo si quieres envejecer en esta industria.
P. ¿Y cómo cree que ha cambiado este sector en la última década? Trabajan con celebridades y embajadoras, pero desde fuera parece que usted no está muy interesado en hacer de su trabajo un gran espectáculo.
R. El espectáculo está muy bien, pero yo sigo pensando que el protagonismo debe ser de la colección, por mucha gente que esté viendo el desfile en redes. Ahora tienes a millones de personas viendo lo que haces, como si fuera un concierto o una película, es muy fuerte, y claro, todo el mundo tiene una opinión, y me parece genial, pero yo vengo de un mundo en el que este trabajo era algo mucho más íntimo. Al principio me cuestionaba a mí mismo si lo estaba haciendo bien, hasta que dije: “Bueno, Nicolas, tienes que hacer lo que sabes hacer, las cosas han cambiado, pero no tienes por qué tener esa presión”. Por suerte llevo años rodeado de la misma gente, no solo en el diseño, también músicos, coreógrafos, escenógrafos…
P. ¿Ser director creativo hoy es como ser un director de orquesta?
R. Exactamente. Yo sé diseñar, es lo que sé hacer, pero he aprendido a tener una visión global para saber elegir músicos, artistas. Me encanta porque yo empecé a hacer moda porque siempre me pareció la profesión para poder hablar de todo, el lugar donde confluía todo lo que pasa en el presente. Creo que eso es un buen diseñador, poder hablar de cosas distintas a través de tu trabajo. Incluso cuando eres nostálgico y quieres inspirarte en el pasado, eres nostálgico porque algo pasa en el presente.
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