Los muebles que tu vecino tira a la basura tienen una segunda oportunidad gracias a las redes: “He amueblado la casa desde cero”
Reciclar sillas, sofás o mesas recogidas en la calle gana adeptos en España. El ‘stooping’ busca evitar los desperdicios innecesarios, alargar la vida de los objetos y preservar el medioambiente mientras acumula cuentas especializadas y millones de visualizaciones en TikTok e Instagram
“Es alucinante la cantidad de cosas que se tiran que todavía funcionan”. Sandra, de 30 años, DJ malagueña afincada en Madrid, asegura tener un superpoder que le acompaña en sus paseos y que ahora visualiza desde @estoyenlabasura, la cuenta de Instagram de la que es fundadora y que gestiona desde 2020. Este don no es otro que encontrar enseres y muebles tirados en la basura que aún podrían tener una segunda oportunidad. De hecho, mientras dura la conversación telefónica, la joven ve cómo alguien, frente a ella, desecha una cafetera en un contenedor. “Si tengo un teléfono que me acompaña a todas partes y encuentro siempre muchas cosas, ¿cómo hago para decirle al mundo que esto está aquí? Porque yo ni puedo llevarme todo ni salvar el mundo sola”. Así explica Sandra el origen del perfil en redes sociales que recopila aquellos enseres que están en las basuras de Madrid capital y que ya atesora 33.000 seguidores.
La de salvar muebles de la basura y darles otra utilidad no es una costumbre nueva, pero la tendencia de reutilizar y reciclar sillas, sofás, estanterías, lámparas, mesas y otros enseres recogidos en la calle ha ganado adeptos en España, un interés que ya tomó fuerza durante la pandemia en ciudades como Nueva York. Esta práctica, que aboga por el reciclaje, busca evitar los desperdicios innecesarios, alargar la vida de los objetos y preservar el medioambiente, está bautizada en inglés como stooping y acumula ya casi 16 millones de visualizaciones en TikTok. “El stooping es una muestra muy clara de dos aspectos muy positivos. Por una parte, el enorme potencial de la tecnología para contribuir a la circularidad de la economía. Cómo de una forma prácticamente espontánea, con una herramienta generalista y globalmente implantada como son las redes sociales, se está posibilitando un modelo de reutilización”, explica Fernando Vidal, director de la Cátedra de Gestión de Residuos en la Economía Circular de la Universidad de Sevilla. “El otro aspecto positivo es la indudable sensibilidad creciente de la población por la economía circular; una vez más, de manera espontánea, los propios usuarios se convierten en el agente más eficaz y eso se debe a que de verdad ha surgido un compromiso genuino con la economía circular”, añade el experto.
“En el momento que decidí mudarme a Nueva York empecé a ver muchos vídeos de creadores de contenido que vivían allí, y así me di cuenta de que era muy fácil encontrar cosas en la calle”, explica a través de un correo electrónico Karina Novoa, una chilena de 35 años que se mudó a la ciudad estadounidense tras sufrir un ictus en agosto de 2021. La ahora estudiante de inglés —dejó su vida acomodada y un buen puesto laboral en Chile— tardó dos meses hasta dar con el estudio que ahora tiene alquilado en el Upper East Side, donde casi todos sus muebles son piezas recicladas de la calle, salvo su cama, que se compró nada más llegar. “Por mi barrio dejan muchas cosas en la calle de muy buena calidad. Un día, caminando a la estación de metro, lo primero que encontré fue una cafetera Nespresso que estaba tapada por sarro; la limpié y la arreglé y ya llevo más de un año con ella”, asegura Novoa. “Cada uno de los muebles que encuentro los tomo como un regalo, como una segunda oportunidad, igual que la vida me está dando a mí una segunda oportunidad para empezar de cero: como los muebles que encuentro, yo no soy nueva, tengo mis arreglos y aquí estoy más viva que nunca”, reflexiona. Asegura que no tiene un método para encontrar estos tesoros que ahora amueblan su estudio, salvo dejar que “la encuentren a ella” y haber tenido claro desde el inicio qué estilo era el que quería para su casa.
@karinovnyc Primera parte de cinco como he amueblado mi departamento en nueva York #stoopingnyc #nuevayork #newyork #latinosnyc #nyc
♬ Party In The U.S.A. - Miley Cyrus
También fue en Nueva York donde Sandra encontró la principal inspiración para empezar su andadura con @estoyenlabasura. En su búsqueda entre decenas de blogs, cuentas de donaciones y demás canales digitales en los que ella navegaba como interesada en la “caza” de tesoros callejeros, le atrajo el de Anna Sacks (@thetrashwalker). Esta joven neoyorquina, exanalista de bancos de inversión, denuncia a través de su cuenta de Instagram (con 89.500 seguidores) y TikTok (416.100 seguidores) cómo la ciudad estadounidense está llena del despilfarro de los grandes almacenes, hasta encontrar verdaderos alijos de bolsas repletas de cosméticos, tampones y medicamentos que aún podrían comercializarse. “Todas las cosas se desperdician. Tratando de sacarlas de los vertederos, crear un cambio sistémico y crear conciencia”, reza el lema de esta activista. Esta apuesta por una economía circular es la que llevó a Sandra a aportar su granito de arena en este movimiento. “Hay que tratar de promover una economía circular. Antes de tirar cualquier cosa a la basura hay alternativas: desde regalarlo por Facebook o Wallapop a preguntarle a tu grupo de amigos por WhatsApp si lo quieren”, explica la gestora de @estoyenlabasura, que puede llegar a recibir cada día más de 20 mensajes privados. “Lo más importante es la inmediatez y publicarlo lo antes posible porque, si lo dejas pasar, cuando alguien va al sitio igual ya no está”, explica Sandra.
En la mayoría de grandes ciudades españolas, como Madrid y Barcelona, hay un servicio municipal por el que si un ciudadano quiere deshacerse de algún mueble o electrodoméstico en caso, por ejemplo, de mudanza, se ha de llamar a la empresa encargada de la recogida que especificará el día y la hora para que se deposite en el contenedor. Sin embargo, no sería la primera ni la última vez que se da el caso en el que un camión que realiza este servicio se encuentra con que no hay nada que recoger porque algún vecino o peatón que pasaba por delante de estos tesoros callejeros se los acaban llevando antes de su recogida. “Esto sería lo ideal, que evitemos que acaben en el vertedero”, expresa Sandra.
Para Àngels Florea Jauset, administradora de la cuenta de @stoopingbcn y estudiante de Arquitectura de 23 años, se convirtió en un juego lo de ir con amigos por los barrios de Barcelona buscando lo que los vecinos habían dejado en los contenedores, ya que en la ciudad catalana, hasta hace muy poco, había días asignados por zonas para tirar los enseres. “De una forma absurda terminé en la cuenta sobre stooping ubicada en Nueva York y dije: ‘Ostras, con lo que me gusta a mí hacer esto, voy a seguir a la cuenta de Barcelona’. Pero no había, así que decidí crearla”, explica Florea.
Este efecto contagio, que llegó desde Nueva York y sedujo a Sandra en Madrid y a Àngels en Barcelona, también se ha prodigado por Valencia, donde Elisa Lluch y Paula Vidal, dos jóvenes de 27 años, gestionan desde septiembre de 2022 @basuritas.gourmet. Esta cuenta funciona de la misma forma que lo hace la ubicada en Madrid: las dos jóvenes publican en su perfil y en sus Stories las fotografías de aquellos muebles y enseres que encuentran en la calle, aclarando en qué dirección exacta están localizados para poder ir a recogerlos. Además de lo que ellas encuentran, cada vez son más los mensajes que les llegan de usuarios que también se cruzan con objetos en algún punto de la ciudad. “Un día flojito recibimos un par de mensajes, pero otros incluso 10 desde distintos puntos de la ciudad”, explica Lluch al teléfono.
Lo más curioso que les ha ocurrido a estas dos jóvenes desde que comenzaron a gestionar esta cuenta de Instagram es que una tapicería las contactó para pedirles que promocionasen sus servicios, ya que argumentaban desde la tienda especializada que arreglar una pieza siempre será más económico que comprar una nueva. Y que, además, se contribuye a alargar la vida de las cosas en una época donde predomina la obsolescencia programada. “Después de publicar ese mensaje, algunas personas nos preguntaron por ellos y fue bonito ver cómo pudimos crear comunidad alrededor del reciclaje y la reutilización”, expresa contenta Lluch.
Al igual que Sandra, Elisa y Paula, son cazadoras de tesoros y las tres lo han vivido desde pequeñas como algo natural, ya que sus padres también eran aficionados a reciclar aquello que encontraban. “Me he amueblado mi casa desde cero con cosas que he ido encontrando; es verdad que hay que tener paciencia y tiempo, pero merece la pena”, asegura la primera. “Estábamos en un bar tomando unas cervezas y unos vecinos se habían puesto a bajar cosas de su casa que iban a tirar. Pudimos hacernos con una mesa de estilo ochentero muy bonita para nuestra casa”, explica Elisa, que compartía piso con Paula cuando las dos estudiaban Antropología y Psicología, respectivamente. “Todo lo que tengo, ya sea ropa o mobiliario, lo he adquirido en Wallapop o en tiendas de antigüedades. Comprar algo de segunda mano tiene un valor añadido que hace que esa pieza sea única”, explica Florea. Única y que, gracias a ellas, tiene una segunda oportunidad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.