La policía localiza un cadáver que sospecha que es el del presunto asesino del portero de Pueblo Nuevo
Agentes de la comisaría de Ciudad Lineal hallan el cuerpo cerca del tanatorio de la M-30 y ahora se le practicará la autopsia para concretar la causa de la muerte y confirmar si es el autor del crimen
Agentes de la comisaría de Ciudad Lineal de Madrid han localizado la tarde de este viernes un cadáver cerca del tanatorio de la M-30 y sospechan que podría tratarse del cuerpo de Alfredo C. M., el presunto asesino del portero de su finca, Esteban, en paradero desconocido desde que cometiera el crimen hace casi tres días. Ahora, se le practicará la autopsia en el Instituto Anatómico Forense para determinar la causa del fallecimiento, aparentemente un suicidio, y para confirmar si se trata del autor del crimen del barrio de Pueblo Nuevo, en el distrito de Ciudad Lineal. En concreto, el cuerpo estaba cerca de un puente de la avenida de Badajoz, en el barrio de San Pascual de este mismo distrito, a apenas seis minutos en coche, 20 andando, del lugar del homicidio.
El sospechoso del asesinato es un hombre corpulento de entre 55 y 60 años, al que los vecinos describen como alto, muy grande, de pelo cano y abundante barba. También lo tildan de “conflictivo” y “violento”, aunque no tiene antecedentes. Viste ropa “de motero”, cuenta un propietario, y es de “hablar poco o nada”. “Tiene maneras violentas, intimida”, señala otro. “Una actitud extraña”, apunta un tercero.
El crimen se produjo del martes 10 de octubre sobre las seis de la tarde, cuando las cámaras de videovigilancia de la finca, en la que vivían tanto el portero como el vecino, el número 366 de la calle de Alcalá, registraban cómo el portero salía de la recepción para subir unas escaleras por las que se accede a tres viviendas. Esteban, de 68 años, natural de Zamora y que hacía décadas que trabajaba en el inmueble, nunca volvió a bajar y su familia se desesperó cuando no llegó a su casa a las ocho, al terminar su jornada laboral.
Las cámaras graban además la salida del edificio poco después de su supuesto agresor con una bolsa negra y no muy grande, a quien se le buscaba desde entonces. Antes de abandonar el edificio, saluda efusivamente a una vecina. Se trata de Alfredo C. M. el vecino del primero C, un hombre que reside en el bloque de toda la vida. El presunto asesino dejó la puerta de su piso en el que vivía solo, cerrada con llave. Todas las miradas se concentraban en esa vivienda, donde los agentes pensaban que podía estar el cuerpo del portero. Los policías llaman a todas las casas del bloque para descartar que estuviera en ninguna de ellas.
Hasta el jueves, a las tres de la madrugada, no se halló el cuerpo, lo que tardó en llegar la orden judicial. Dos bomberos entraron en la casa sospechosa a través de la ventana y encontraron a Esteban con una herida mortal de arma blanca en el cuello. La vivienda estaba desordenada, sucia y olía mal, explican algunos testigos. No había luz ni agua desde hacía semanas porque su dueño, acuciado por las deudas y que siempre había vivido de las rentas de sus padres, había dejado de pagar los suministros.
La hipótesis que manejan los investigadores es que el atacante hizo entrar al conserje a su casa con alguna excusa, seguramente relacionada con un tema económico, y que lo atacó dentro con un cuchillo de cocina. Fuentes familiares aseguran que el propietario de la vivienda en la que se encontró a la víctima había pedido dinero al conserje varias veces o le había insistido en que le comprara cosas, algo a lo que Esteban siempre había respondido que no.
La familia del presunto asesino, que era hijo único, era conocida en la zona, porque regentaba una tienda en la esquina de la calle, que desapareció hace tiempo, y una joyería en el barrio de El Carmen, a una parada de metro. Tenían, al menos, tres pisos: el de Alcalá 366, otro en la calle paralela (Emilio Fraile, 14) y un tercero un poco más lejos.
El padre y la madre vivían en el piso de la calle Alcalá y el apartamento de Emilio Fraile se lo dieron al hijo. Según sus vecinos, “Alfredo gastaba, y mucho, en bebida y en el juego”. La familia acabó vendiendo el coche y el piso de Emilio Fraile, por lo que Alfredo tuvo que volver a la casa de Alcalá, donde siguió derrochando. Una vez murieron sus padres, el hombre se quedó en el piso, las deudas se fueron acumulando y la herencia, desapareciendo. Le cortaron los suministros y debía cada vez más dinero, no solo a la comunidad. Varios vecinos, también los familiares de Esteban, relatan que en más de una ocasión “dos matones” se presentaron en el edificio, preguntando por Alfredo y diciendo que tenía que pagarles. Por eso, recuerdan, el presunto agresor estaba “obsesionado” con vender sus pertenencias.
Según ha publicado EL PAÍS este mismo viernes, una vecina que tiene un dispositivo de videovigilancia 24 horas grabó a Alfredo sobre las diez y media de la mañana del pasado viernes 29 de septiembre, 12 días antes del homicidio, cuando este llamó a su puerta para pedirle algo de comida y leche. “Un bollo o algo de dinero”, se le oye decir en las imágenes a la mujer, que le atiende pacientemente.
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