‘Cocaína rosa’: la droga de moda entre los pijos madrileños que ni es cocaína, ni es de lujo
El ‘tusi’ o ‘tucibí' se vende a 100 euros el gramo, pero es una mezcla de sustancias más baratas como la ketamina o el éxtasis
Es rosa, a veces huele a fresa y tiene varios nombres: tucibí, tusi, polvo de color. Uno de los más extendidos es el de cocaína rosa y se la considera una droga de lujo propia de los ambientes más pudientes: el gramo se vende a 80, 90 e incluso 100 euros. La misma cantidad de cocaína normal ronda los 60 euros, según el informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA) publicado este año. Pero esta sustancia, cada vez más presente en la noche madrileña, ni es cocaína, ni es de lujo. Energy Control, organización que trabaja para que el consumo de estupefacientes se haga de forma segura, ha analizado 150 muestras de cocaína rosa entre 2019 y 2022, unas 40 solo en Madrid. En casi todas ellas se encontró colorante y solo en dos cocaína. La mayoría eran una mezcla de varias drogas más baratas y la más común ―un 44% de las muestras― contenía ketamina, MDMA (éxtasis) y cafeína.
“Es importante desmitificar la coca rosa. Al final es un negocio redondo. Te la están vendiendo como algo muy exclusivo, cuando es un trifásico habitual”, señala Berta de la Vega, coordinadora de Energy Control en Madrid. Un trifásico es el nombre que reciben las mezclas de ketamina con sustancias estimulantes como el éxtasis, en este caso, o el speed. El objetivo es contrarrestar los efectos depresores de la ketamina y su elaboración no es compleja ni cara. Un gramo de MDMA cuesta 40 euros, a veces un poco menos, la ketamina ronda los 20-35 euros, y la cafeína en polvo se puede comprar por internet a precios bastante bajos. “Coges un poquito de cada, los mezclas, añades el color rosa, el olorcito a fresa y, hala, lo vendes por 100 euros. Sale más barato y es más seguro comprar las sustancias tú y hacerte tu propia combinación”, añade De la Vega.
El verano pasado, Energy Control lanzó la campaña #TusiSabesLoQueTeMetes, una iniciativa para concienciar sobre la importancia de analizar las sustancias que se consumen y los riesgos de comprar una droga concreta pensando que es otra. Y más si resulta ser una mezcla. En las muestras analizadas ―hasta entonces llevaban 72―, había combinaciones que incluso contenían ácido acetilsalicílico, la aspirina común machacada. De la Vega advierte de que “si alguien no sabe lo que se mete es más difícil controlar los efectos deseados”. Las consecuencias negativas se potencian, aumentan los bajones y disminuyen los placeres.
En el caso del tusi, el riesgo depende de la proporción de sustancias en la combinación, y de con qué otras drogas se ingiera. Por ejemplo, si una persona esnifa una mezcla con alto contenido en ketamina y también toma alcohol, los efectos depresores de ambas sustancias se potenciarán. Esto puede llevar a pérdidas de coordinación, sedación y desmayos. Si lo que predomina es el éxtasis, su combinación con el alcohol incrementa la deshidratación del cuerpo y aumenta el riesgo de sufrir un golpe de calor.
Ignacio tiene 25 años y vive en Madrid. Las veces que ha consumido tusi es porque le han invitado sus amigos, así que no ha tenido que desembolsar los 90 euros que pagaron ellos por un gramo. Antes de probarlo no tenía muy claro lo que era, y por lo que había oído, se trataba de “un popurrí” de sustancias. Preguntó a varios conocidos que lo tomaban de forma habitual y descubrió que la cocaína rosa era distinta cada vez que la probaba: “A saber qué lleva o de qué está hecha. Lo único que tienen en común es el color”.
También el precio. Eso la convierte en una droga “difícil de ver”, cuenta él, pero no cree que sea exclusiva de “entornos pijos”: “La he visto mucho en ambientes de música electrónica, en festivales o grandes discotecas, sobre todo. El mismo espacio donde se encuentran todas las demás drogas”. Tampoco considera que esté de moda, aunque hace unos años prácticamente no se la encontraba nunca y en los últimos meses la ha visto ya varias veces de fiesta. Conseguirla es fácil, al menos para sus amigos. Se la compran a “camellos ordinarios” que venden varias sustancias y el tusi es una de ellas. Para lo cara que se vende, a Ignacio le sorprendió que el proveedor habitual de su círculo les regalara “un poquito” en dos ocasiones. Habían contactado con él para comprar pastillas y la bolsita rosa se la llevaron gratis.
Hasta ahora se había “incautado sobre todo en pequeñas cantidades”, explican fuentes de la Policía Nacional. Lo habitual, tanto en venta como en consumo, son bolsitas individuales que se encuentran junto a alijos más grandes de otras sustancias, como cocaína, hachís o heroína. Y su tráfico, añaden, no es alarmante por el momento.
🚩 La Policía Nacional desarticula una organización criminal dedicada al tráfico de cocaína rosa
— Policía Nacional (@policia) November 30, 2022
📍En las provincias de #Madrid y #Málaga
🔹 7 personas detenidas e intervenidos 24 kg de cocaína y 120.000 € ocultos en una maleta en el aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas pic.twitter.com/T9y7fpWyUK
Sin embargo, este miércoles la policía informaba de la desarticulación de una banda dedicada al tráfico de cocaína rosa, además de la blanca, para su distribución en Málaga y Madrid. Las introducían por vía aérea a través del aeropuerto de Barajas en maletas desde Latinoamérica, donde la red contaba con colaboradores para evitar los controles del equipaje con la droga. Hay siete detenidos y fueron intervenidos 24 kilos de cocaína y 120.000 euros ocultos en una maleta en el aeropuerto de Barajas.
Durante los registros en los domicilios de los integrantes de la organización, se incautaron de otros 26 kilos de la misma sustancia y casi de ocho de cocaína rosa, 110.000 euros en efectivo, nueve vehículos de alta gama y un arma de fuego junto a 500 cartuchos. Antes, el pasado 21 de octubre, la policía decomisó, además de otras sustancias, cocaína rosa, y detuvieron a 21 personas que la distribuían en vehículos preparados para almacenar paquetes de droga.
📹 La @policia de #Madrid detiene a 21 personas que distribuían grandes cantidades de cocaína y otras drogas a través de vehículos caleteados.
— Delegación del Gobierno en Madrid 🏛️ (@DGobiernoMadrid) October 21, 2022
➡️ Fueron incautados casi 20 kilogramos de cocaína, alrededor de 13 kilogramos de hachís y diversa cantidad de cocaína rosa. pic.twitter.com/Ohdf1xSv4h
El tusi se puede comprar de diversas formas, pero es habitual ver ofertas en lo que se conoce popularmente como telecoca o telepollo, un sistema de venta de cocaína a domicilio: se manda un mensaje con la sustancia y la cantidad que quieres, la llevan a la dirección que se indique, se paga y listo. Pero por este canal hay quienes venden como cocaína rosa otra sustancia, del mismo color, a precios similares, pero de composición totalmente diferente. Es el 2-CB, que se pronuncia tusibí por sus siglas en inglés, pero no tiene nada que ver con el polvo rosa que resulta de mezclar varias sustancias.
El nombre científico de esta otra cocaína rosa es 4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina, una sustancia de la familia de las fenetilaminas psicodélicas. Fue sintetizada por Alexander Shulgin en 1974 en Estados Unidos y sus efectos recuerdan a los del LSD y el éxtasis, aunque no son tan fuertes ni estimulantes. También recibe el nombre de nexus o pastillas triposas. “Es importantísimo distinguir las dos cosas, porque en los medios de comunicación se ha hablado del tusi y del 2-CB como sinónimos. No lo son. El 2-CB es una sustancia en sí misma”, explica la coordinadora de Energy Control. El informe de la OEDA recoge que es la “tercera nueva sustancia psicoactiva más consumida”, por detrás de la ketamina y el spice, un cannabinoide sintético.
El consumo de esta otra droga rosa todavía es residual en España y no se ha extendido de forma alarmante, aunque sí muestra una tendencia al alza, explica María Elena Cogollo, del grupo de análisis de drogas de la unidad técnica de la policía judicial de la Guardia Civil. “Es una droga consumida mayoritariamente en ambientes de música electrónica, discotecas y fiestas o raves, detectándose sobre todo en Madrid, el levante y las islas baleares”, añade.
Sin estadísticas
Por ahora, no disponen de estadísticas fiables sobre las incautaciones de 2-CB, porque los test de drogas que utilizan en los análisis preliminares “no tienen una coloración específica para esta sustancia concreta”. “Sería importada desde países del centro de Europa, donde se encuentran los grandes productores de drogas sintéticas, o elaborada en laboratorios ad hoc para cada pedido”, cuenta Cogollo. Por esto último, no han aprehendido grandes cantidades, ya que no hay existencias almacenadas de la sustancia y su adquisición es bajo demanda o está destinada a zonas muy concretas.
Otra de las diferencias entre el tusi y el 2-CB es la elaboración. “El primero lo puedes hacer en tu casa, pero el segundo es más complicado. Requiere conocimientos, más materiales, gestión de residuos, una serie de reactivos... No está al alcance de cualquiera”, detalla De la Vega. Su precio, al igual que el de la mezcla de ketamina, MDMA y cafeína, también es elevado. La coordinadora cree que muchos proveedores aprovechan la confusión entre una sustancia y otra para venderlo todo a un coste elevado, independientemente del tipo de droga que sea: “Aunque sea un mercado no regulado, está inmerso en la lógica capitalista. Si algo cuesta menos dinero y se le puede sacar más beneficio, pues mejor”.
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