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Urbanismo
Tribuna
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Un visionario en el Museo de Historia

La exposición ‘Arturo Soria, una mente poliédrica, 1844-1920′ permanecerá abierta hasta el 19 de junio

Arturo Soria, una mente poliedrica
Primer plano de la Ciudad Lineal de Madrid, obra de Arturo Soria.© 2019 | Asociación Cultural Legado de Arturo Soria

Si Madrid figura en todas las escuelas de Urbanismo del mundo como referencia pionera, es merced a un madrileño nacido en 1844 en la calle del Caballero de Gracia, que dedicó su vida al reto de la ideación en su más amplio sentido. Su nombre, Arturo Soria, ha trascendido por una de sus obras, la Ciudad Lineal de Madrid, prodigio de planificación urbanística. Para llegar a esta cima, su genio recorrió un fascinante itinerario intelectual en el que supo establecer relaciones entre la geometría, la música, la luz, el color y la vida, que cristalizaron en una concepción humanística e innovadora de la ciudad. Su fama irradió desde España a Chile, Francia, Rusia, Japón e, incluso, hoy, ha inspirado el trazado de una gran ciudad en Arabia Saudí. El Museo de Historia de Madrid le dedica la exposición Arturo Soria, una mente poliédrica, 1844-1920 hasta el 19 de junio. La muestra ha sido comisariada por dos tataranietas de Arturo Soria, Cristina y Beatriz Keller Ledesma-Ramos, y por Sonia Fernández y Hortensia Barderas por parte del museo.

Nacido junto a la entonces aún no nata Gran Vía madrileña en 1844, Soria estudió el Bachillerato en el Instituto San Isidro, cuna de próceres y talentos. Allí destacó tempranamente por sus altas capacidades y su prolija imaginación. Pronto se adentró en el conocimiento de las matemáticas de la mano de su maestro y mentor, Manuel Becerra, con miras a estudiar Ingeniería. Los tiempos eran convulsos y el joven estudiante adquirió conciencia política republicana: participó en las luchas estudiantiles de su época, como la sublevación del Cuartel de San Gil y en las barricadas de la Cuesta de Santo Domingo, hitos precursores del exilio de Isabel II. A consecuencia de la represión política e ideológica posterior, Soria debió reorientar su vocación y ejerció como funcionario del Catastro, de Telégrafos y de la Estadística municipal, donde se pergeñaban los primeros avances en la gestión moderna de la ciudad.

Con la llegada de la I República, desempeñó distintos cargos políticos como secretario de los Gobiernos Civiles de Lleida, Orense y A Coruña, para ser destinado al de Puerto Rico, donde aplicó los decretos de abolición de la esclavitud emitidos por el Gobierno republicano. De allí regresó a España como diputado por esta circunscripción ultramarina.

Apasionado por la aritmética y la geometría, trató de identificar el sustrato numérico de la realidad, cuya forma de expresión máxima fue para él el poliedro. Inventó el teodolito, un medidor mecánico y óptico que fue el preludio de posteriores estudios, que abarcaron desde la cromática a la música y las distinciones sexuales. Todos estos pasos le conducirían a la Ciudad Lineal, publicada por él mismo en el diario El Progreso en 1882.

Retrato de Arturo Soria en 1904, cuando tenía 60 años.
Retrato de Arturo Soria en 1904, cuando tenía 60 años.© 2019 | Asociación Cultural Legado de Arturo Soria

Fue un hombre de su tiempo, impregnado por una vigorosa pasión creativa y que desafió a la crisis que se abatió sobre España tras la pérdida de las últimas colonias en América y en Asia. Arturo Soria vio en el desarrollo de las comunicaciones terrestres, primero el tranvía y después el ferrocarril, el vector capaz de vertebrar socialmente la vida de las ciudades y de vincularlas a su entorno natural. Al transporte le agregó una sensibilidad medioambiental, precursora del ecologismo y de la sostenibilidad, con el arbolado como complemento vivificador de la trama urbana. Se propuso armonizar naturaleza y convivencia como ecuación urbanística que asegura la felicidad social en las ciudades.

La exposición del Museo de Historia da cuenta precisa y documentada de sus emprendimientos empresariales, mercantiles y publicitarios para aplicar su proyecto de ciudad, sobre todo la Compañía del Tranvía de Estaciones y la Compañía Madrileña de Urbanización ―esta aún vigente―, gracias a ellos, pudo ver aplicada la fórmula lineal, siquiera parcialmente, en los 5,3 kilómetros que han perdurado hoy en la zona noreste de Madrid.

La gran arteria

Allí desplegó Arturo Soria, gracias a la colaboración del arquitecto Mariano Belmás, la gran arteria de 40 metros de anchura, surcada en su mediana por el tranvía, flanqueada por un doble arbolado de alta copa, y jalonada por villas ajardinadas de 100 metros de fachada principal y 200 metros de laterales. En un esquema socialmente interclasista, sus vecinos habitaban allí villas y casas con huerto, todas en espacios diáfanos, arbolados y aireados. Disponían en la Ciudad Lineal de centro de espectáculos, cinematógrafo, plaza de toros, velódromo y numerosas otras atracciones, así como costosas infraestructuras de alcantarillado, agua y electricidad. Entre sus habitantes figuraron la cantante actriz Raquel Meller, el escritor Felipe Trigo y el tenor Miguel Fleta, entre otras celebridades.

El proyecto incluía un ferrocarril de circunvalación de Madrid, precursor de la M-40, que se desplegaría por un arco noreste-noroeste desde Fuencarral hasta Pozuelo de Alarcón, cruzando por Hortaleza, Canillas, Vicálvaro y Vallecas, hasta la zona occidental y septentrional de la villa. La exposición contiene planimetrías, material fotográfico, libros y una gran variedad de informes, que dan una idea certera de la vida y de la obra de uno de los madrileños merecidamente más universales de la historia contemporánea de la ciudad, nombrado Hijo Predilecto de Madrid en 2021.

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