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Almeida automatiza la recogida de basuras en Madrid: 411 barrenderos menos y 116 vehículos más que en 2013

Los nuevos contratos, que entraron en vigor el pasado 1 de noviembre, serán por seis años. El presupuesto destinado es de 1.636 millones de euros, que supone el 32% del presupuesto municipal

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (3d), visita la nueva imagen y maquinaria de los servicios de limpieza y zonas verdes correspondiente a los contratos que están en funcionamiento desde este lunes.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (3d), visita la nueva imagen y maquinaria de los servicios de limpieza y zonas verdes correspondiente a los contratos que están en funcionamiento desde este lunes.Alberto Ortega (Europa Press)
Manuel Viejo

José Luis Martínez-Almeida frena en seco ante una novedosa máquina de limpieza naranja con forma de cortacésped a las once y diez de la mañana del martes. El alcalde de Madrid había convocado a los medios de comunicación para uno de los grandes actos de su legislatura. “Es un evento importantísimo”, recordaban en su entorno. Era la puesta en marcha del nuevo contrato de basuras de la ciudad, la parte más visible de la gestión municipal, el ojo de halcón para los vecinos. La limpieza es un auténtico granero de votos. Una calle limpia es una potencial urna electoral. La limpieza urbana, por ejemplo, es el servicio que más quejas concentra en el buzón del Ayuntamiento junto con la recogida de residuos, tal y como se recoge en las memorias anuales. En 2020, pese a la pandemia, se recibieron 3.630 quejas. En 2019, el primero de Almeida en el poder, 5.083; mientras que en 2018 se alcanzaron 4.544 denuncias de los ciudadanos.

El alcalde, enfundado este martes en un traje azul con corbata a juego, quería que los madrileños vieran la puesta en marcha de este nuevo megacontrato municipal para los próximos seis años. La escena que decidió su equipo de Comunicación era la siguiente: decenas de camiones gigantescos, nuevos, colocados en fila en india junto a un centenar de trabajadores municipales de la limpieza en un rincón de La Nave, un gigantesco solar público de 12.000 metros cuadrados ubicado en el distrito de Villaverde que el Ayuntamiento suele utilizar para grandes actos. Almeida, al ver la máquina naranja, dijo: “¡Qué maravilla es esto!”. Minutos después, un operario de la limpieza vestido con un uniforme fluorescente custodiaba, solo, semejante reliquia:

― ¿Qué hace esta máquina?

― Lo siento. No la conozco.

El PP ha enfilado a mitad de la legislatura gran parte de su herencia política. Desde el 1 de noviembre, la limpieza de las más de 9.000 calles y las casi 3.800 zonas verdes de la ciudad corresponden ya a la gestión de Almeida. Madrid ha dicho adiós a los polémicos contratos que firmó la popular Ana Botella allá por 2013. La excalcaldesa firmó un acuerdo blindado de limpieza que dividía a la ciudad en seis bloques con calles principales y secundarias. El caos fue tal, que una calle como la de Velázquez, en el distrito de Salamanca, no se consideraba principal; mientras que en barrios como Lavapiés o Malasaña solo las calles de Argumosa, Fuencarral y San Bernardo obtenían un trato prioritario. Los contratos fueron adjudicados a cuatro grandes empresas del sector: Cespa, Valoriza, Obrascón y OHL-FCC.

Botella heredaba por aquel entonces una deuda de más de 7.000 millones de Alberto Ruiz-Gallardón. Asfixiada por el estado de las cuentas, acumuló 39 servicios públicos en un solo contrato. Licitó la limpieza municipal por 10 años y 2.317 millones de euros, un 10% menos del coste hasta entonces de esos servicios para el Ayuntamiento. La competencia entre empresas por lograr el contrato rebajó aún más el precio, hasta 1.944 millones, lo que supuso un ahorro total del 23,7% para las arcas municipales. ¿Qué hicieron después las empresas? Recortes y despidos. Con aquel contrato, el Ayuntamiento dejó de exigir una plantilla mínima para mantener limpia la ciudad. Este es el origen del problema de la limpieza que aún colea en la capital de España.

Tal y como publicó este periódico, entre 2013 y 2015 la ciudad perdió el 40% de sus barrenderos. Se pasó de 6.315 a 3.904, que se redujeron a 1.303 en fines de semana y festivos. Durante casi una década, Madrid ha tenido 2.411 trabajadores menos en las calles. Las empresas prescindieron de más de un millar de empleados nada más obtener el contrato, en verano de 2013. Y entre marzo de 2014 y abril de 2015 completaron el recorte con bajas incentivadas, jubilaciones y la eliminación de servicios como la recogida de la hoja en otoño. Los contratos estaban blindados. La ciudad, durante estos años y con el mandato de Manuela Carmena de por medio, ha seguido sucia. PP y Ciudadanos, que pasaron por la oposición de 2015 a 2019, atacaron duramente a la excalcaldesa de Ahora Madrid por el estado de las calles. La raíz del problema, sin embargo, radicaba en estos contratos.

Una década después, ha dado comienzo el nuevo acuerdo de limpieza. Según la nota de prensa que el Ayuntamiento ha distribuido a los medios de comunicación, la ciudad contará con “2.500 operarios más en calle, permitiendo recuperar el nivel de inversión y limpieza previo a la crisis”. El Ayuntamiento invertirá 1.636 millones de euros ―el 32% del presupuesto anual, que ronda siempre los 5.000 millones― que durará hasta 2027, y 435 millones para el de zonas verdes, que se alargará hasta 2025. La letra pequeña, sin embargo, sigue en los trabajadores destinados en las calles. Con este nuevo contrato la plantilla aumentará en 2.000 trabajadores, que pasará de los 3.904 a los 5.904, según confirma el área de Medio Ambiente. Pese a este aumento, la ciudad todavía no recuperará los barrenderos que tenía hace una década, que llegaban a los 6.315. Es decir, que harían falta 411 contratos más. En este contrato, al contrario que en el anterior, sí se exige a las adjudicatarias una plantilla mínima de 2.271 trabajadores.

Sí se ha incrementado también el número de vehículos, que pasará de 800 a 916. También se recupera la campaña de recogida de la hoja, casi diez años después. Las nuevas empresas adjudicatarias son: Cespa, que limpiará los distritos de Centro, Chamberí y Tetuán por 31 millones de euros. OHL, que estará en Arganzuela, Retiro, Salamanca y Chamartín por 63 millones. Urbaser, que irá por Fuencarral-El Pardo, Moncloa-Aravaca y Latina por 85 millones. Acciona, que llevará Hortaleza, Barajas, Ciudad Lineal y San Blas por 81 millones. Urbaser, que limpiará Puente de Vallecas, Moratalaz, Villa de Vallecas y Vicálvaro por 87 millones. Y FCC, que irá por Usera, Villaverde y Carabanchel por 85 millones.

La oposición se ha mostrado muy crítica. “Estos contratos no ponen en valor a los distritos del sureste”, subraya el concejal socialista Ignacio Benito, “hablamos de que no devuelven a las calles de Madrid el personal que existía antes de Botella”. En Más Madrid, también son reacios. “Para Chamberí se destinan 115 euros por habitantes, mientras que en Vallecas apenas se llega a los 74 euros”, argumenta la edil Esther Gómez.

Este martes, durante la presentación del nuevo plan a los medios, Almeida atendió a los medios durante casi 25 minutos:

― ¿Qué nota pone a la limpieza de Madrid?

― Más que poner una nota, me remito a una expresión: Madrid no está lo suficientemente limpia.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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