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La revolución subterránea: narcisos, tulipanes, muscaris

El otoño es el momento ideal para plantar raíces, bulbos y rizomas. Y, cuanto antes, mejor

Uno de los tulipanes del jardín de Ángeles Piñeiro, jardinera aficionada.
Uno de los tulipanes del jardín de Ángeles Piñeiro, jardinera aficionada.Á.P.
Eduardo Barba

Lo que vamos a presenciar en los próximos meses —o, mejor dicho, a no presenciar— es una revolución subterránea. Raíces, bulbos y rizomas se mantendrán al abrigo de los fríos, bajo la tierra, y comenzarán sus ciclos de crecimiento. Primero formarán raíces, muchas, y semanas después emergerán sus hojas. Se trata de un grupo de plantas que hechizan el jardín y la terraza con todos los colores posibles: son las plantas bulbosas de floración primaveral. Todas ellas tienen en común poseer alguno de estos órganos de reserva: bulbos, cormos, rizomas, tubérculos… Ricos en almidones y otras sustancias que procuran una generosa energía a la planta.

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En nuestro imaginario jardinero puede que la más famosa de todas ellas sea el tulipán (variedades de Tulipa), una planta ligada a fiebres coleccionistas desde el siglo XVII en los Países Bajos, con la archiconocida tulipomanía que asoló económicamente al país. Desde entonces, el tulipán, en su inagotable cantidad de formas y de colores, es una bulbosa indispensable en muchas casas. Así lo cuenta Ángeles Piñeiro, jardinera madrileña aficionada y afincada en Segovia: “Todos los años compro bulbos, y siempre procuro hacerme con alguna variedad nueva. Los planto por todos sitios: en la tierra del jardín, en macetones, en barreños de zinc… Los encargo por internet, muchas veces directamente a viveros holandeses. Mis favoritos son los tulipanes de flores dobles, de tonos rosas especialmente, así como los tulipanes abigarrados”. Estos últimos son aquellos que tienen más de un color en sus tépalos. Sí, tépalos en vez de pétalos, en un trabalenguas que muestra una peculiaridad de este género de plantas, donde los sépalos y los pétalos son indistinguibles entre sí y pasan a tener este otro apelativo.

Ahora en el otoño es el momento ideal para plantarlos; y, cuanto antes, mejor. Ya comienzan a aparecer bulbos en los estantes de viveros y floristerías. En el gusto de cada persona estará la clave para elegir unas u otras especies o variedades, ya que la gran mayoría son de muy fácil cultivo, y perfectas para macetas y jardineras en una terraza. Paloma Piñero, de Bulbos España, tiene claro cuál es el trío de ases de estas plantas: “El tulipán es siempre el más demandado, seguido por el narciso (Narcissus var.) y el jacinto (Hyacinthus var.)”. Aunque una de sus plantas bulbosas favoritas es el ranúnculo (Ranunculus asiaticus), con flores delicadas de infinidad de pétalos.

En su empresa, que vende solamente a viveros y a profesionales del sector de la jardinería, nota el aumento en la demanda de otros géneros de bulbosas menos comunes. “Se están poniendo muy de moda los Allium ornamentales”, comenta Paloma. Estos ajos de coloridas inflorescencias enamoran por sus formas arquitectónicas, perfectas para aportar estructura allá donde crezcan.

'Narcissus poeticus' en abril.
'Narcissus poeticus' en abril.E.B.
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Gracias a su multitud de formas y colores, se pueden mezclar varios tipos de bulbosas en la misma maceta. Un clásico, por ejemplo, es conjuntar narcisos y nazarenos (Muscari spp.), que florecerán al mismo tiempo. Si nos gustan los aromas, los jacintos, el lirio de los valles (Convallaria majalis) y las fresias (variedades de Freesia) nos estarán esperando con su perfume.

Utilizar distintas especies y variedades permite aportar olas sucesivas de color a nuestros espacios. Para cultivarlas en una maceta tan solo se necesita, de inicio, un sustrato con una buena capacidad de aireación. Son ideales los preparados con un alto porcentaje de compost vegetal y de perlita o arena de río, y que lleven añadido algún abono de larga duración orgánico, como el guano. Es muy importante comprobar que el drenaje de la maceta en cuestión sea excelente, ya que son plantas que, en general, sufren mucho si el agua se estanca.

La mayoría de las plantas bulbosas son amantes del sol, aunque hay algunas que pueden prosperar en lugares con algo de sombra, siempre que no sea intensa. Para esos lugares, los nazarenos, la campanilla de invierno (Galanthus spp.) y el ya mencionado lirio de los valles son buenas elecciones cuando la luminosidad es más baja.

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Una vez que florezcan en primavera y sus flores se marchiten, es imprescindible dejar que completen su ciclo natural. Es decir, hay que permitirles que recarguen sus órganos de reserva, para lo que seguiremos regándolas y abonándolas. Llegará un momento en el que sus hojas comiencen a amarillear, lo que indica que se volverán a “encapsular” bajo tierra. Se irá perdiendo hoja tras hoja, hasta que despidamos a la última. Entonces, no será necesario sacar los bulbos de la tierra o del sustrato, sino que debemos dejarlos enterrados.

No importará tampoco si están creciendo con otras plantas que sigamos regando durante todo el año. Los bulbos ya saben, mejor que nosotros, cuándo despertar. Una vez que las golondrinas se marchen, y las lluvias regresen con fuerza, sus raíces comenzarán a crecer. Si acercamos la oreja a la maceta quizás las escuchemos horadar la tierra.

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Sobre la firma

Eduardo Barba
Es jardinero, paisajista, profesor de Jardinería e investigador botánico en obras de arte. Ha escrito varios libros, así como artículos en catálogos para instituciones como el Museo del Prado. También habla de jardinería en su sección 'Meterse en un jardín' de la Cadena SER.

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