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Salvador Sobral inaugura al ritmo de un latido los Veranos de la Villa

El disco ‘bpm’ incluye canciones que el ganador de Eurovisión en 2017 compuso convaleciente de un trasplante

Salvador Sobral
El cantante Salvador Sobral posa en la entrada del Centro Conde Duque en Madrid.Andrea Comas

Al entrar a Conde Duque se escucha un piano. Es el músico Salvador Sobral (Lisboa, 31 años) que, bajo un techo improvisado con plásticos, prueba el instrumento que sonará horas después este martes, en una actuación que abre los conciertos de Veranos de la Villa. Va a presentar su nuevo disco, bpm (Warner), que hace alusión en portugués a los latidos por minuto; un poco por la pantalla que indicaba los suyos hace ya cuatro años, cuando recibió un trasplante al corazón y, sobre todo, por conexión con las melodías, que le mantienen vivo. “Al inicio, cuando estaba en el hospital, no tenía ganas de escuchar música, sentía que no pertenecía a ese espacio, que era demasiado sagrada como para estar ahí. Al cuarto mes traje un altavoz. Y la inspiración de entonces ha llegado ahora”, rememora.

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Su estancia en la clínica le ayudó a crear, también estudiar psicología hasta el tercer año, irse de Erasmus a Mallorca o haber ganado el concurso de Eurovisión en 2017 con Amar pelos dois. No todo de la misma forma, pues este festival le puso en el punto de mira del panorama internacional, y provocó que viviera su enfermedad en medio de la fiebre mediática. “Tuve esa fase de fama exagerada. La gente invadía mi privacidad en el hospital. Los periodistas entraban, querían fotos o entrevistas... Es muy loco. Después pasó, porque sano ya no intereso tanto”. Ahora le queda lo mejor, poder vender todas las entradas “sin tener que ir a El Hormiguero”, como puntualiza él. “Estoy en ese punto de tranquilidad, aunque tampoco cobro lo que cobraba en el 2017. Felizmente el dinero me da igual, porque nunca me faltó”, reconoce, sentado en una mesa en la parte trasera del escenario. Le hace gracia que algunos periodistas se muestren incómodos cuando le preguntan por el concurso televisivo: “Piensan que voy a reaccionar mal porque lo hice en el pasado, pero ya estoy en paz con eso. Me trajo cosas buenas”.

Para este tercer álbum, Sobral se encerró con Leo Aldrey, un compositor y productor venezolano que vive en Barcelona. Un mes después tuvo que seguir en su casa por culpa de la pandemia. La canción más escuchada en Spotify es sangue do meu sangue, que cuenta con 210. 900 reproducciones. “Leito y yo teníamos ocho semillas de temas cuando nos separamos. En ese momento me entraron ganas de escribir esta letra sobre el paso del tiempo y lo que dejamos en esta vida. Se la envié, y él en tres horas me mandó la estructura armónica y la melodía. En un día ya estaba lista”, rememora. Para el artista, es la creación más representativa de bpm, por el “color y la identidad que muestra”.

En sus 14 canciones interpreta jazz, porque ve el género como una oportunidad de libertad que experimenta junto a su banda, sobre todo en vivo: “Cada uno hace lo que siente e interacciona con el público. Esa simbiosis energética es esencial y es la filosofía del jazz, que está presente en el disco. Hay un interés por otros estilos y por suscitar curiosidad tímbrica a la gente”.

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La inspiración que le genera el público no se aplica a su manera de componer. “Me siento con diccionarios de rimas, de expresiones idiomáticas y de sinónimos, y empiezo a escribir letras. Nunca me surgió una canción de la nada, nunca tuve una inspiración divina; lo romántico y poético me pasa ahí, cantando”. Sigue el procedimiento con todos los idiomas que usa en el disco, como su portugués natal, el inglés o el que habla en la entrevista; un español con acento entre andaluz (vivió en Cádiz) y venezolano (que le ha pegado su amigo y compañero Aldrey). Ese interés por ser políglota le viene por la necesidad de comunicar y por su madre, que es traductora.

Sobral lleva calcetines con estampados y desparejados “para preservar el lado infantil”, y tiene un Nokia amarillo con el que manda mensajes de textos. Considera que ganó su edición de Eurovisión porque era el personaje “más rarito”; el único sin purpurinas, luces y decoraciones. Solo él y su voz. “Después de Ídolos [el Operación Triunfo de Portugal] me fui a Mallorca para huir de la televisión, y al final acabé haciendo Eurovisión. Siempre me estoy contradiciendo, pero también lo hizo Fernando Pessoa en sus poemas. Si lo hace el poeta más grande que tenemos, yo puedo. Y si te ocurre esto, es porque piensas”.

Sus continuas dudas hacen que quiera repetir una segunda parte con Leo Aldrey y a su vez que le apetezca emprender un proyecto con su hermana, Luísa Sobral: “El otro día me dijo que le encantaría escribir un disco entero para mí y me gustó la idea”. Ella, fue la creadora de Amar pelos dois, una canción que Sobral canta poco en directo. Cuando lo hace, toca tan solo un fragmento, al piano: “No quiero ser rehén de esa melodía. Tengo que ser fiel a lo que siento”.

Los intereses españoles de Sobral

A Sobral le encanta que en los bares madrileños la gente hable muy alto; y le parece poético que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, defienda que es muy difícil encontrarse a un ex por las calles de la capital. “¿Ella viene hoy?”, pregunta, y le sorprende que una política de derechas diga una frase así. De los músicos españoles admira a Silvia Pérez Cruz, a quien llama “la reina del Tibidabo” por su residencia. “Cuando va a hacer los conciertos en Lisboa duerme en mi casa, pero todavía no consigo humanizarla porque yo la veo como un ser superior”. Y de C. Tangana valora que en su último disco se ve que está en búsqueda de algo, y su curiosidad.

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