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Tiempo suspendido

Tras su paso por festivales como la Berlinale, ‘Lúa vermella’ de Lois Patiño se ha estrenado en salas de cine

Lois Patiño en la Sala Equis
Lois Patiño en la Sala EquisCarlos Pina

Antes de que la pandemia le impidiese viajar por todo el mundo, Lois Patiño se había acostumbrado a ir de festival en festival acompañando a sus películas. Desde que estrenó hace siete años Costa da Morte en Locarno, donde le premiaron como mejor director emergente, ha pasado casi más tiempo fuera que en Madrid, donde vive. En la última Berlinale presentó Lúa vermella. Ocho meses después, se ha estrenado en las salas. “Estoy viendo que a mucha gente le está fascinando la película, está entrando en el hechizo. Propongo una experiencia meditativa, introspectiva, donde el tiempo está suspendido”, explica el cineasta.

Conexión íntima. “Mi cine se basa mucho en la capacidad de asombro ante el paisaje. La naturaleza es un ente vivo con su propio movimiento. Su energía siempre está latente. Me interesa la idea de la disolución del yo en el paisaje, una conexión íntima”. Lúa vermella, que ganó la Biznaga de Plata a la mejor película en la sección ZonaZine del Festival de Málaga, se desarrolla en Galicia, en un pueblo de la costa donde el tiempo parece haberse detenido. Aparecen fantasmas y meigas. “La película gravita en torno al misterio de la muerte. Siento que la idea de un más allá nace de dos necesidades esenciales: mantener cerca a la persona fallecida -que no desaparezca- y dar forma a la incertidumbre tras la muerte -que haya algo-. Las leyendas y creencias surgen para cubrir esos vacíos, esos espacios inciertos a donde el conocimiento racional no llega”.

Fotograma de la película 'Lúa Vermella'
Fotograma de la película 'Lúa Vermella'

Hechizo colectivo. El estreno de Lúa vermella previsto para marzo se tuvo que posponer por el coronavirus. “Ir al cine ahora, donde se cumplen al extremo las medidas de seguridad, donde no se han producido contagios, se ha convertido en un acto de resistencia y solidaridad cultural”. Tras su estreno en Madrid en la Academia de Cine y en la Cineteca, la película de Lois Patiño se puede ver en los Golem. Pronto también en la Sala Equis. “Concibo mis películas para verlas en las salas. Ese sentimiento de poder habitar el paisaje o que el paisaje te habite a ti depende de las dimensiones de la pantalla. También es fundamental la oscuridad, la concentración, lo envolvente del sonido. Hay en el cine algo ritual, una idea de hechizo colectivo”. En paralelo al estreno en salas, la película sigue su ruta por festivales. Tras haber viajado a México, China, Corea del Sur, Colombia e Italia, entre otros países, en las próximas semanas se proyectará en Austria, Brasil, Polonia, Holanda y Grecia.

Fronteras difusas. Las piezas de Lois Patiño lo mismo se muestran en cines que en centros de arte. “Por suerte, desde hace unos años los mundos del cine y del arte contemporáneo tienen unas fronteras mucho más difusas. La naturaleza de mi trabajo tiene un pie en ambos lados”. Hace unos meses en El Instante Fundación, dentro del festival Proyector, presentó la videoinstalación Sombra metálica en el sueño y el documental experimental Na Vibración, un recorrido por placas tectónicas, campos de lava, volcanes y cataratas. “El ser humano, insignificante, se ve excluido del proceso de formación de la Tierra. Todo es extremo en su violencia y tamaño”, apunta el artista al que han invitado a residencias en lugares como Calor Calor en Baja California. “Realicé un proyecto de videoarte con imágenes submarinas. Me enseñaron a bucear a 30 o 40 metros y pude hacerlo al lado de un tiburón ballena, un animal de diez metros. Fue una experiencia trascendente”.

Fotograma de la película 'Lúa Vermella'
Fotograma de la película 'Lúa Vermella'

Formación continua. Nacido en Vigo en 1983, Lois Patiño fue al colegio y al instituto en Chamberí. Se matriculó en Psicología en la Universidad Complutense de Madrid. Poco después lo hizo en cine, en la Escuela TAI. “Nunca quise ser psicólogo, pero me interesaba mucho la psicopatología y la psicología de la percepción o los estados alterados de conciencia. Lo que más me gustó de toda la carrera fueron las hipnosis colectivas que nos hacían en clase, por lo que tiene de experiencia que va más allá de lo real”, recuerda. Continuó su formación de cine en Nueva York, en la New York Film Academy, y en Barcelona, donde realizó el Máster en Documental de Creación en la Universidad Pompeu Fabra. Ha asistido a talleres con Joan Jonas, James Benning, Victor Erice, José Luis Guerín, Daniel Canogar o Lucrecia Martel. Ahora le reclaman a él para dar talleres. “Comparto referentes, inquietudes e ideas, mi concepción de cine, mi manera de hacerlo. Creo que es fundamental no repetir fórmulas. Cada cual debe buscar su propia mirada, su propia voz”.

Hábitat natural. Lois Patiño vive en Antón Martín. Tiene su casa cerca de algunos de sus sitios preferidos de Madrid: la Filmoteca, los cines Ideal, El Reina Sofía, La Casa Encendida o las galerías de Doctor Fourquet. Aunque le atrae muchísimo la naturaleza, no piensa irse a vivir fuera del centro. “Mi hábitat natural es la ciudad. El confinamiento hizo a muchos reflexionar y hubo quienes decidieron irse, eligiendo otro modo de vida. De momento a mí me compensa lo que me aporta la ciudad a nivel cultural y social”. De vez en cuando acoge a amigos como Oliver Laxe, autor de Lo que arde. Los dos son estandartes del Novo Cinema Galego. “Hay imágenes que te pueden golpear, que te pueden acariciar, que te pueden estrujar. Yo trato que las mías acaricien para dejar adormilado y penetrar en una experiencia meditativa. Algunos se dormirán por el camino, pero creo que es también interesante: la cabeza sigue creando sus propias imágenes. En las películas que más me gustan me suelo quedar dormido”.

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