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La noche que Desirée durmió con mamá y no amaneció

La Fiscalía pide prisión permanente revisable para Ana Sandamil, que se enfrenta esta semana al tribunal del jurado por el asesinato de su hija de siete años en 2019

Desirée Leal a los siete años.
Desirée Leal a los siete años.Archivo de José Manuel Leal

Habían dado ya las ocho cuando la abuela de Desirée Leal, de siete años, llamó al teléfono de emergencias y pidió auxilio. A la hora de levantarse para ir al colegio, la nieta no despertaba. Cuando llegó la ambulancia a la casa familiar de Muimenta (Cospeito, Lugo), los sanitarios no pudieron más que certificar la muerte de una niña completamente sana. Desirée había dormido con su madre, Ana Sandamil. Era la mañana del viernes 3 de mayo de 2019, y esa misma tarde, a las siete, a la pequeña le tocaba ir a pasar el fin de semana con su padre, José Manuel Leal, según el régimen fijado por sentencia en 2014 cuando la pareja rompió su relación. Desde este lunes y hasta el 14 de febrero, Sandamil será enjuiciada por un tribunal popular en la Audiencia Provincial de Lugo.

La Fiscalía, la acusación particular que ejerce el padre de la víctima y la popular, a cargo de la Fundación Amigos de Galicia, reclaman prisión permanente revisable por un asesinato con alevosía y agravante de parentesco. Pero concurre también la circunstancia atenuante de “anomalía o alteración psíquica”. La madre de Desirée, que tenía la custodia de su hija, se lo juega todo a la carta de un presunto brote psicótico para sacudirse la pena máxima.

Desirée Leal con su padre.
Desirée Leal con su padre.Archivo de José Manuel Leal

Según la autopsia, la menor murió por asfixia mecánica. La madre le apretó el cuello “con suma violencia”, describe la Fiscalía. Trató de estrangularla con las dos manos, y después le tapó la boca y la nariz para impedir que respirase. Según el mismo escrito de calificación, la madre ya le había suministrado “un potente fármaco llamado trazodona” en días anteriores con el objetivo de dormirla, y en la madrugada del 2 al 3 de mayo se abalanzó sobre ella para arrancarle la vida. La autopsia halló restos biológicos de la progenitora en las uñas del cadáver, y la investigación concluyó que Desirée llegó a despertar y luchó por salvarse “de una agresión que no entendía”. Estaban las dos solas en la misma habitación y en la misma cama.

El padre, que entonces trabajaba como vigilante de seguridad en A Coruña y ahora vive medicado y con una incapacidad absoluta y permanente, descolgó el teléfono y oyó la voz del abuelo materno de la niña: “¿Dónde estás?”, preguntó. “Trabajando”, le respondió. “Ven cuanto antes, que Desi está muy malita”, habló de nuevo el abuelo desde Cospeito. “¿Pero qué es lo que tiene?”, quiso saber José Manuel Leal. Y entonces, según relata el padre, la voz que sonó fue la de la abuela, que le espetó la verdad con toda su crudeza: “A nena está morta”. La siguiente voz que se puso al aparato fue la de un guardia civil. El agente le rogó que condujese “despacio”. El hombre no sabe ni cómo fue capaz de recorrer los 100 kilómetros en su estado: “En una hora y diez hice el trayecto”, rememora. Pero al llegar a Muimenta y cruzarse con la mujer, el padre de Desirée estalló: “¿Qué le hiciste a mi hija?”.

“Un macabro plan”

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Aunque en el primer instante la Guardia Civil trabajó con la hipótesis de una muerte por intoxicación accidental, aquella mañana recogió prendas de la niña y de la madre, la ropa de la cama y una botella con un líquido oscuro que sospechó que podía haber consumido la pequeña. De la casa, en dirección al mismo centro médico de Lugo (Hospital Universitario Lucus Augusti) partieron el furgón fúnebre con el cuerpo de Desirée y la ambulancia con Ana Sandamil. Según se informó en aquel momento, ingresó en estado de shock en la unidad de agudos, aún no detenida, porque había tratado de intoxicarse con pastillas de trazodona que ingirió durante la mañana del 3. Y pasaron 27 días hasta que estuvo en condiciones de recibir a la comitiva del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Vilalba para prestar declaración (aunque guardó silencio), ya como investigada. Todavía hospitalizada, ese mismo 30 de mayo la juez dictó prisión provisional, y desde que la sospechosa recibió el alta médica está recluida en la cárcel coruñesa de Teixeiro.

“Durante el curso del año 2019, la acusada urdió un macabro plan dirigido a acabar con la vida de su hija”, describe el ministerio público. “En días anteriores al 2 de mayo”, suministró a la pequeña trazodona para ”facilitar el sueño”. “Sin embargo, la acusada no logró que la menor tomara la cantidad que ella le requería”, defiende el escrito, “para eliminar cualquier tipo de resistencia de la niña”. Según recuerda el padre de la víctima, durante las pesquisas también se constató que en el móvil de Sandamil había registradas búsquedas en internet acerca de venenos basados en la estricnina.

Desirée y su padre, José Manuel Leal, en una foto próxima al momento en que la niña de siete años fue presuntamente asesinada por su progenitora.
Desirée y su padre, José Manuel Leal, en una foto próxima al momento en que la niña de siete años fue presuntamente asesinada por su progenitora.Archivo de José Manuel Leal.

El Instituto de Medicina Legal de Galicia ha diagnosticado en Sandamil “un trastorno de la personalidad de tipo mixto y un trastorno psicótico no orgánico no especificado”. La Fiscalía admite que esto podría afectar “de manera parcial a sus capacidades intelectiva y volitiva”, pero las acusaciones particular y popular defienden que actuó con absoluta conciencia de lo que hacía. “Lo malo es lo de revisable, para este tipo de barbaridades y atrocidades no hay nada que revisar”, reivindica José Manuel Leal. “Si se comprueban los hechos, esa persona no puede volver a juntarse con la sociedad en toda su vida porque no es una persona”, lamenta.

Después de la acusada, este lunes testificará también el padre ante el jurado popular. Por la sala de la Audiencia de Lugo está previsto que pasen esta semana 22 testigos, 21 peritos, 16 agentes de la Guardia Civil que participaron en la investigación y tres médicos. “Pasar página no la pasaré en la vida... aunque el juicio hay que pasarlo sí o sí e intentar que se haga justicia”, zanja el padre de la niña fallecida, “pero aquel 3 de mayo de 2019 hubo dos asesinatos, el de Desirée y el mío”.

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