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12 años, 50.000 horas: así fue la resurrección del Pórtico de la Gloria

Un libro de la Fundación Barrié recoge el proceso de restauración en el que, sin añadir ningún pigmento, se recobraron los colores y se identificó el aspecto del monumento en el siglo XII

Restauracion Portico Gloria
Recreación digital de los colores de la primera policromía (siglo XII) del Pórtico de la Gloria.Fundación Barrié / F. Catedral de Santiago

No hay más que subir los 155 escalones que llevan a la cima de la Torre de la Carraca, en la catedral de Santiago, para otear desde allí, hacia el noroeste, el monte Pedroso: el lugar del que se extrajo buena parte del granito que hoy sonríe o frunce el ceño, labrado y pintado en tecnicolor, en el Pórtico de la Gloria. En la falda del Pedroso se oculta entre las zarzas una de las tres canteras abandonadas en los alrededores de Compostela que surtieron al taller del Maestro Mateo. Todavía es conocida por los vecinos más viejos como “a canteira da catedral”. Pero fueron los análisis llevados a cabo durante el proceso de recuperación de esta obra cumbre del románico los que confirmaron la procedencia. También se supo que el escaso mármol empleado en varias columnas y pilares, así como en la cabeza de San Andrés, era originario de Estremoz (Portugal) y de O Incio (Lugo), donde además existe un templo del mismo material de tono azulado. La iglesia de Hospital de Incio (siglo XII, como el Pórtico) fue mandada construir por la Orden de San Juan de Jerusalén en una variante del Camino Francés a Santiago y es la única románica levantada íntegramente en mármol en España.

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La Fundación Barrié, la entidad que llevó adelante, durante 50.000 horas entre 2006 y 2018, la restauración del Pórtico de la Gloria, acaba de publicar el libro en el que repasa a través de fotos y textos este hito de la conservación del arte en el que participaron 80 especialistas y que costó 6,2 millones de euros. El proceso por el que el admirado monumento gris reveló algunos cuantos secretos además de sus colores, ocultos bajo el polvo apelmazado por los siglos y la humedad, se ha escrito en versión castellana y en inglés. Pórtico de la Gloria: Una restauración ve la luz en edición de lujo (195 euros, tirada de 1.000 ejemplares) o más asequible (30 euros, 2.500 unidades) bajo el sello de la editorial neoyorquina Assouline, especializada en arte, viajes, moda y gastronomía.

Detalle del Pórtico de la Gloria.
Detalle del Pórtico de la Gloria.ÓSCAR CORRAL

Para contemplar ahora el monumento, defiende el volumen, hay que “evitar partir del paradigma de la escultura monocroma que desde el Renacimiento ha dominado los cánones”. El Pórtico fue, desde su concepción mateana, “una obra polícroma”; y “como si estuviéramos ante sucesivas capas de una ciudad antigua, nos encontramos ante la escultura primigenia a la que están ligados los restos de la primera policromía [siglo XII]”, y sobre estos, una segunda (XVI) y una tercera (XVII), más algunos retoques posteriores. Gaël de Guichen, miembro del comité científico de la restauración y asesor del ICCROM, centro internacional dedicado al estudio de la preservación y restauración de los bienes culturales, describe en el prólogo que “la oscura y espesa capa de polvo” que eclipsaba todo esto “no solo era física; era también de desconocimiento”. “Nada sabíamos del grado de conservación de la policromía, de su calidad, de la sucesión de estratos históricos o del efecto que tendría sobre el monumento la eliminación de la capa gris”, admite el especialista tras el éxito de la intervención. Para él, si el Pórtico siempre “transmitió sensación de vida” a través de sus más de 200 figuras, hoy, además, lo hace “por la viveza de sus colores”.

“La gran originalidad” de esta obra románica “reside en su carácter orgánico”, defiende el libro. “Como pocas otras en la historia del arte, y ninguna en su ámbito, todo en el Pórtico está motivado y relacionado; en conversación”. “Hasta el más mínimo detalle pertenece al discurso y no parece haber gestos casuales, colores casuales o elecciones casuales”, concluye, en una escenografía que narra “el concierto del fin de los tiempos”, en el que “toman parte todas las figuras del Antiguo y del Nuevo Testamento, los ángeles y el propio Jesucristo”.

Incluso en las zonas de este conjunto escultórico de 18 metros de largo por 11 de alto donde en apariencia ya no quedaba rastro de la pigmentación románica, el microscopio detectó partículas que revelaban la composición y disposición de los colores de su origen. Desde su inauguración, en 1188, este espacio que formaba parte del nártex de la desaparecida fachada románica pasó tres siglos a la intemperie. Hasta que el cabildo de la catedral decidió protegerlo con unas puertas exteriores y remozarlo encargando la segunda policromía.

Imágenes del antes y el después de la intervención recogidas por el libro 'Pórtico de la Gloria: Una restauración'.
Imágenes del antes y el después de la intervención recogidas por el libro 'Pórtico de la Gloria: Una restauración'.Assouline/F. Barrié/F. Catedral de Santiago

“Nuestro Pórtico no puede ser ya el del día de la inauguración”, advierte el trabajo recién publicado. “Es un Pórtico complejo en el que se conservan con desigual presencia restos de todas las intervenciones históricas”. “Solo los ojos de la imaginación pueden hacerse una idea de lo que pudieron ser las grandes masas de oro y lapislázuli” procedente de minas de Afganistán cuando recibían “el impacto de los últimos rayos del Sol poniente” desde la explanada que hoy ocupa la plaza del Obradoiro. Con el tiempo, ni siquiera el Sol impactó de la misma manera en las esculturas, ya que la fachada original fue sustituida por su actual envoltura barroca, y la apariencia del Pórtico restaurado se aproxima más que a ninguno al aspecto que tendría cuando se le aplicó la tercera policromía. Durante los años de rehabilitación, no se le añadió ni una sola pincelada nueva a lo que se conservaba bajo la sucia pátina con la que llegó al siglo XXI.

Esculturas que a la vez son dovelas

Aquellos colores resplandecientes y poco matizados, que aún son evidentes en las partes más resguardadas del tímpano, evocaban la visión del cielo y los astros. En las policromías del XVI y el XVII, el costoso y brillante azul del lapislázuli fue sustituido por azurita, un elemento abundante en la península Ibérica, y en lugar de las láminas de oro puro se empleó una aleación de plata y oro. Las carnaciones (manos, pies, caras) son las que mejor han llegado al presente porque fueron las que más se repintaron y porque incluyen plomo (componente del color blanco) en la mezcla. Desde tiempos del Maestro Mateo, “la técnica usada en todo momento fue el óleo, siempre con aceite de lino”, que ha dado un resultado “asombroso”, dice la Fundación Barrié, y ha mantenido su brillo hasta la actualidad.

Cantera de Vrins, próxima a Santiago, una de las tres de las que se extrajo el granito para labrar el Pórtico de la Gloria.
Cantera de Vrins, próxima a Santiago, una de las tres de las que se extrajo el granito para labrar el Pórtico de la Gloria.ÓSCAR CORRAL

Pero además de escultura y pintura, el Pórtico de la Gloria es arquitectura. Sus arcos forman parte de una estructura ideada por el Maestro Mateo para salvar el desnivel del terreno que comienza en la cripta, situada en la cota cero de la plaza del Obradoiro, y alcanza la cubierta. Los estudios previos a la limpieza sirvieron para revelar los achaques y peligros que amenazaban la obra de arte, pero también para confirmar, por ejemplo, que los ancianos del arco principal son dovelas completas, no sillares con figuras engarzadas. La “sutil ingravidez y naturalidad” de las esculturas pétreas del Pórtico, con su anatomía y sus túnicas, no dependió solo “de la pericia del escultor”, defiende el libro que pone el broche a la investigación, “sino también de la sabiduría del arquitecto”, que logró “un equilibrio que ha durado siglos”.

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