El incierto ‘factor Ourense’ sobrevuela la campaña de las elecciones gallegas

El alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, está disgustado porque no podrá disfrazarse de Superman y sobrevolar el centro de la ciudad colgado de un arnés. La organización del Carnaval le ha desaconsejado que haga el número que tenía previsto para dar el pregón volando por encima de sus vecinos. “Así que me disfrazaré de astronauta y saldré del Apolo XIII”, dice, como si fuera lo más normal del mundo. Aunque, en el mundo Jácome, sí es lo más normal del mundo.

Desde hace días un rumor corre por Galicia. Bueno, dos. El primero es que la candidata del BNG, Ana Pontón, crece mucho y Alfonso Rueda, el candidato del PP, podría perder la mayoría absoluta. El segundo runrún es que el partido de Jácome, Democracia Ourensana (DO), podría lograr un escaño. Eso es al menos lo que recoge la última encuesta del CIS, la más amplia de todas con casi 4.000 encuestados. De confirmarse los datos, el hombre que aspiraba a disfrazarse de Superman y volar sobre la gente tendrá la llave de la Xunta de Galicia. La suma de ambos rumores conforma una de las grandes incógnitas en estas elecciones. ¿A quién apoyará Jácome? ¿Quién es el Donald Trump gallego? Ni el mejor guionista podría haber creado un personaje mejor para una película con final abierto.

De cuerpo menudo y eléctrico, Jácome se define como “microlibertario” y “provincianista”, con un único programa electoral consistente en que el Gobierno autonómico revierta “la deuda histórica” que, según su opinión, la Xunta tiene con la provincia de Ourense. Según sus cálculos, en las elecciones del 18 de febrero podría llegar a dos escaños. “Para conseguir el primero necesitamos 10.000 votos. Teniendo en cuenta que logramos 18.500 en las municipales y que ahora crecemos en toda la provincia, no es ninguna locura pensar que llegaremos a dos escaños”, explica sobre un crecimiento a costa, principalmente, del PP.

Según Jácome, que se compara con Teruel Existe, Ourense sufre un irritante atraso respecto al resto de Galicia que quiere compensar con la llegada de su candidato, Armando Ojea, al Pazo do Hórreo. ¿Y en qué consiste esa marginación? “Todas las infraestructuras de los últimos años han ido a parar a Santiago, Vigo o A Coruña, relegando a Ourense a la marginación”, señala. “Tardamos lo mismo en llegar a Madrid que a Lugo”, añade. Según Jácome, es necesario frenar “la sangría demográfica con inversiones” y explica que la provincia de Ourense ha pasado de 475.000 a 300.000 habitantes en poco más de medio siglo, una pérdida poblacional del 35% en el mismo período en el que Galicia creció un 5% y Santiago, la capital, un 40%. ”La gente no vive donde es bonito, sino donde hay trabajo”, y pone a Leganés como ejemplo.

La capacidad de sorpresa de DO radica en dos factores. Por un lado, es un sufragio difícil de contabilizar y es parte de un amplio voto oculto al que le avergüenza confesar simpatías por Jácome. El mejor ejemplo de ello son las últimas elecciones municipales. Por entonces, las encuestas más optimistas le daban cinco escaños. Logró 10.

El alcalde de Ourense dice que no es ni de derechas ni de izquierdas y que “apoyará a cualquiera que le garantice inversiones para Ourense”. Sin embargo, cada vez que ha tenido que elegir se ha aliado con el PP. En las municipales de 2019, DO fue la tercera fuera política, pero el PP le cedió sus votos a cambio de que dejara al gran cacique regional, José Manuel Baltar, al frente de la Diputación de Ourense. Precisamente Baltar, hoy en horas bajas acosado por los escándalos, es el segundo factor importante en las elecciones en Ourense. Fuentes del partido reconocen que Baltar está fuera de juego y que no está moviendo la maquinaria electoral como solo él sabía hacerlo para proporcionar al PP las mayorías de las que gozaba antaño.

Rafael Rodríguez Villarino, líder del PSOE en Ourense y una de las víctimas del acuerdo municipal entre Jácome y el PP que posibilitó su llegada al poder en el Ayuntamiento, describe al actual alcalde como un populista que gobierna a base de improvisación. “Ha reducido la Concejalía de Cultura a una oficina de conciertos. No tiene ningún interés por las minorías y aspira a reducir al máximo los impuestos”, dice.

A nivel autonómico, DO se presentó en 2005, 2009, 2012 y 2016 sin lograr entrar en el Parlamento de Galicia, pero creciendo en número de votos. En 2020, el PP llegó a un acuerdo con DO para que no concurriera a las elecciones, lo mismo que pidió a Vox. “Pero luego no cumplió” y demostró, además, “que es una mala persona”, dice sobre Feijóo, a quien le reprocha haber intentado acabar con él facilitando una revuelta interna dentro de su formación.

“Sé que soy despreciado por toda la clase política, pero pactaré hasta con el diablo para traer inversión a Ourense, que es la Cenicienta de Galicia”, resume a modo de programa. “Inversiones” y “somos la llave” son las dos ideas centrales de un partido en el que las siglas, las ideas y el programa son lo de menos. “Milei, ¿alguien sabe a qué partido pertenece? ¿Y Bukele? ¿A que tampoco se sabe a qué partido pertenece? A nadie le importa. Así es la nueva política”, resume un colaborador del alcalde.