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Ropa interior, juguetes, carritos de bebé: las donaciones para los afectados del incendio de Valencia desbordan los casales falleros

El Ayuntamiento de Valencia ha llenado un polideportivo de 4.500 metros cuadrados con ayudas para las víctimas del incendio

Los falleros de Maestro Arambul Sanz del barrio Campanar, en Valencia, han hecho de su ‘casal‘ un centro de acopio de donaciones para las víctimas del incendio.
Los falleros de Maestro Arambul Sanz del barrio Campanar, en Valencia, han hecho de su ‘casal‘ un centro de acopio de donaciones para las víctimas del incendio.Juan José Martínez

Durante la víspera de las festividades valencianas, en los tradicionales casals fallers no se citan para comer o celebrar la Crida, sino para empacar cajas. Es aquí donde se han recogido parte de las donaciones para los afectados por el incendio de Campanar, que devoró un edificio de 14 plantas en la tarde del jueves y que ha dejado nueve fallecidos y cientos de personas sin techo. Las iniciativas vecinales y gubernamentales para recaudar enseres han sido un éxito rotundo, hasta el punto de que el Ayuntamiento pidió en la tarde del viernes que cesarán la recolección de productos, ya que el polideportivo de 4.500 metros cuadrados habilitado para almacenar el material estaba desbordado. Entre los artículos más urgentes se encuentran la ropa interior, pañales e insumos de aseo personal, pero algunos han llegado con juguetes y hasta con carritos de bebé. Una campaña vecinal de recolección de fondos en línea ha rozado los 70.000 euros en menos de 24 horas.

La Escuela de Valientes, ubicada en la calle Luis Buñuel, detrás de la finca siniestrada, empezó a recoger y repartir ayuda el mismo jueves por la tarde. Las fallas ubicadas alrededor de la tragedia comenzaron desde primera hora del viernes a recibir, clasificar, empacar y distribuir las donaciones que llegan a raudales. Una de las jóvenes falleras de la comisión Maestro Rodrigo, con sede en la Alquería de Rico, afirmaba por la mañana: “No damos abasto. La gente se está volcando. Nos están trayendo de todo”. Los donantes no paraban de llegar con carritos de la compra, maletas o bolsas de supermercados a rebosar. “¿Qué necesitáis? Que voy a comprar, que en mi casa no tengo de nada”, pregunta Maricarmen, una mujer mayor que vive en frente del edificio siniestrado. “Lo de ayer fue un infierno. No puedo ni hablar aún”, se lamenta. Las chicas la animan y le piden sobre todo ropa interior de todas las tallas y productos de aseo e higiene íntima. También pañales y zapatillas y comida para perros, pero no se necesita comida en general, ni agua ni medicamentos.

Los voluntarios se muestran tan proactivos como discretos. Conocen a cinco falleros que vivían en el edificio quemado. “Están todos bien, pero no quieren hablar. Y nosotros los respetamos”, dice un chico a las puertas del casal de la falla Maestro Rodrigo-General Avilés. Rehúsan dar los nombres de sus amigos mientras sonríen y se muestran incómodos cuando se les pregunta si hay muchos bebés y niños entre los desalojados. Un chaval acaricia la cara a una vecina destrozada que ha perdido su casa. La abraza otra joven. Se ha acercado a pedir ropa porque se ha quedado sin nada. También sin la ropa de la ofrenda a la virgen de las fallas, que tanto estima.

La falla Maestro Rodrigo recoge enseres para los afectados por el incendio en Campanar (Valencia), el 22 de febrero.
La falla Maestro Rodrigo recoge enseres para los afectados por el incendio en Campanar (Valencia), el 22 de febrero.Ferrán Bono

Entrada la tarde, la solidaridad se cuenta en montañas de cartón. Las cajas apiladas superan en altura a los voluntarios que las cargan. Éxito es la palabra más repetida entre quienes intentan describir la jornada de donaciones. La generosa respuesta vecinal a la tragedia ha llevado a la Falla de La Nova de Campanar, en cuya demarcación se encuentra el edificio calcinado, a terminar la recolección más temprano de lo previsto. “A las cuatro de la tarde todo estaba absolutamente lleno, nos hemos visto obligados a cerrar porque no teníamos donde almacenar la mercancía”, señala Vicente Montañez, de 54 años, presidente de la falla, quien afirma haber enviado 12 camiones y 25 furgonetas “cargadas hasta arriba”, hacia el polideportivo habilitado por el Ayuntamiento para recibir las donaciones. “Ha habido hasta carritos para niños”, ilustra Montañez en un intento por dimensionar el flujo de productos.

A un kilómetro de distancia del lugar del incendio, se ubica el punto de encuentro de la falla Maestro Arambul Sanz. Ni el llamado de las autoridades para moderar las donaciones ha detenido a los falleros de este casal que a las 21.00 del viernes aún cortaban la cinta con los dientes para empacar los enseres. Carolina Torres, de 23 años, es la fallera mayor. Aunque llevaba meses esperando brillar en las fiestas, acepta con buena actitud el revés del destino y con buen rollo se remanga la camisa para organizar los donativos. “Como fallera mayor me dolió, pero no te da tiempo a pensar en lo que no ha llegado a pasar, porque lo que piensas directamente es en las víctimas. Todos los actos falleros pueden volver a repetirse, pero estas vidas ya no se recuperan”, señala desde un salón lleno de voluntarios que acomodan las dádivas que llegan hasta la entrada.

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Torres detalla que cuando abrieron la sede a las 16.30, “ya había gente esperando afuera”. El flujo de donantes ha sorprendido tanto a los falleros de este casal, que ya planean cómo sacar provecho de la solidaridad del barrio. “Estamos planeando abrir una vez al año para recoger ropa para Cáritas”, afirma la fallera mayor. Los casals del barrio se han unido en una campaña de recolección de fondos en línea que a la media noche del viernes ya sumaba 62.289 euros.

En Campanar, los vecinos se han convertido en voluntarios de la noche a la mañana. Empacan, cargan, llevan, doblan, enrollan, embalan, transportan. “Somos gente trabajadora que le gusta ayudar a las personas”, afirma Arturo, de 19 años, quien ha pasado todo el día cargando mercancía y “ayudando a la gente despistada”, que pregunta qué traer a los afectados por el fuego. A su lado, Adela García, de edad avanzada, lleva 10 horas moviendo paquetes y doblando ropa. No se lo pensaría dos veces en volver al día siguiente, en caso de que sea necesario. “En honor a las personas que han fallecido, lo que haga falta”, asegura desde la sede de Valientes, una de las organizaciones que sirve como centro de acopio para las donaciones, desde donde se aprecia la mole de carbón. Los residentes de este vecindario valenciano se han unido en torno a la tragedia. Sobran manos. Ya piensan en resurgir de las cenizas, aunque todavía estén calientes.

El Ayuntamiento ha habilitado el correo electrónico ayudasincendio@valencia.es al que se podrán dirigir las propuestas de ayuda de la ciudadanía. Clínicas veterinarias como Auna o Anicura Aitana y establecimiento privadas de distinta índole se ofrecen a recoger y repartir ayuda. El Colegio de Abogados de Valencia, como el Colegio de Notarios y el Registro de la Propiedad han habilitado servicios gratuitos para los afectados relacionados con asistencia jurídica, escrituras de las viviendas y próximos pasos judiciales a seguir.

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