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Una Casa de Cultura da cobijo a la Guardia Civil en un pueblo alicantino por el estado ruinoso del cuartel

El Ayuntamiento de Jacarilla cede una espacio municipal para que no se marchen los 12 agentes a otras población y quiere restaurar la antigua casa-cuartel

Cuartel de la Guardia Civil de Jacarilla, en Alicante
Cuartel de la Guardia Civil de Jacarilla, en AlicanteGoogle Maps
Rafa Burgos

Hace años que no vive nadie en la casa cuartel de la Guardia Civil de Jacarilla (Alicante, 2.108 habitantes). El estado del edificio, con prácticamente todo el esqueleto remendado y acribillado a goteras, humedades y techos caídos, impedía casi cualquier actividad, aunque fuera administrativa. El Ministerio del Interior llegó a declararlo en estado ruinoso, con lo que la nueva corporación municipal, liderada por el alcalde Andrés Moñino (PP), se enfrentaba a dos pérdidas. Primera, la del destacamento del Instituto Armado, doce agentes que dan servicio a 15.000 vecinos repartidos entre cuatro localidades vecinas. Y segunda, la del propio inmueble, situado en su principal reclamo turístico, los jardines municipales. Así que el ayuntamiento decidió, por unanimidad de los dos partidos con representación en el pleno, PP y PSOE, trasladar las dependencias de la Guardia Civil a la Casa de Cultura local, en la que apenas había movimiento. Las charlas y recitales darán paso, de esta forma, a denuncias y trámites burocráticos. Todo, la cultura también, por la Patria.

El nuevo gobierno municipal se constituyó en junio, tras las elecciones del 28-M, después de que pasara una delegación de Interior por el municipio, incrustado como un islote en el término municipal de Orihuela y eminentemente agrícola. “Visitaron el cuartel durante una inspección de todos los inmuebles de la Guardia Civil en España”, declara Moñino, “y en septiembre nos notificaron que no se iba a reformar”. El gabinete del ministro Fernando Grande-Marlaska declaró oficialmente el cuartel en ruinas. Jacarilla perdía así un puesto del instituto armado “que también da cobertura a Bigastro, Benejúzar y la pedanía oriolana de San Bartolomé”. Ante la “necesidad de mantener” la brigada cerca, los técnicos municipales rebuscaron una solución entre sus dependencias municipales. Y la encontraron en la recién reformada Casa de Cultura. Los eventos culturales locales podían organizarse “en el salón de actos y la biblioteca”, inmuebles independientes, así que este edificio, que apenas albergaba actividad, podía transformarse en oficinas y despachos administrativos para los agentes.

A finales del pasado mes de octubre, Jacarilla ofreció a Interior su solución. Y “a las dos semanas, obtuvimos contestación”, recuerda Moñino. Tanto el ministerio como las autoridades provinciales de la Guardia Civil aceptaban la oferta. “Tan solo nos pidieron que instaláramos unos paneles divisorios” para parcelar el inmueble, lo que suponía “una inversión económica que actualmente están valorando los servicios técnicos” municipales. “La propuesta se llevó a pleno el pasado mes de noviembre y se aprobó por unanimidad de los 11 concejales, seis populares y cinco socialistas. Desde principios de este año se están acometiendo las modificaciones solicitadas por los nuevos ocupantes del edificio. Y durante el mes de febrero, se instalarán, según las previsiones del primer edil.

Ahora les toca estudiar qué hacen con el viejo cuartel, levantado en 1916, y que forma parte del complejo histórico de los jardines municipales de Jacarilla, junto “al palacio del Marqués de Fontalba y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Belén”, antes de que acabe en el suelo diseminado en cascotes. La intención es “hacer una permuta de terrenos con Interior” para que el ministerio ceda la propiedad del edificio al ayuntamiento. Un movimiento que aún está en mantillas. “No hemos comenzado los trámites todavía”, afirma Moñino, quien reconoce que una vez que tengan la documentación en regla, necesitarán subvenciones para rehabilitar el cuartel “Tenemos un presupuesto muy limitado”, admite, “pero le daremos uso, ‘porque si no, acabará derrumbándose” y echando a perder, de esa forma, el patrimonio cultural y el principal reclamo turístico jacarillense.

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