Vendedores de humo
Después de prometer mano dura con la delincuencia, el alcalde de Badalona, Xavier García Abiol comprueba en sus propias carnes que una cosa es predicar y otra dar trigo
Hay políticos que venden soluciones fáciles para problemas complejos. Saben cómo conectar con buena parte de la ciudadanía. Suelen utilizar artes populistas, que explotan sentimientos xenófobos contra el extranjero pobre. Xavier García Albiol es uno de ellos. Triunfa entre sus conciudadanos, en las tertulias televisivas y en las redes sociales mientras reduce su acción política a la retórica xenófoba y aporofóbica. No es difícil ante un electorado receptivo como el español, cuya principal preocupación es la inmigración (30,4%), aunque lo consideren el quinto “problema” que les afecta personalmente, según el CIS.
En el primer semestre de este año los delitos han crecido un 10,5% en Badalona. De haber estado Albiol en la oposición, ese dato tendría un claro causante: el equipo de gobierno municipal. Como es alcalde no le queda más que lamentarse de la maldad del inmigrante y sugerir un singular somatén, impropio de una autoridad democrática. El pasado 12 de septiembre escribió en X: “Esta noche, la Guardia Urbana ha detenido a un hombre marroquí por robar en coches. Esta es la 58 detención de este delincuente; las últimas el 27 de agosto y 4 de septiembre, también por robar. Ya podemos contratar a mil policías y poner uno en cada esquina que aquí no pasa nada. El día que un grupo de vecinos se canse y linche a uno de estos sinvergüenzas no seré yo quien se sorprenda. Lo que ocurre en España con esta gente no tiene nombre”.
Después de haber vendido mano dura contra la delincuencia, el actual alcalde comprueba en sus propias carnes que una cosa es predicar y otra dar trigo, sobre todo cuando la seguridad es competencia de los Mossos. Los juicios rápidos suponen un delicado equilibrio entre agilidad y garantismo. El colapso de los juzgados impide la celeridad necesaria y, como en casi todo, falta dotación presupuestaria. Pero para el propósito político sirve la brocha gorda.
Los tuits de García Albiol señalan con dedo acusador al inmigrante para ocultar falta de acción política. En 2015, con el lema “Limpiando Badalona”, ya prometió que si era alcalde los vecinos de Badalona podrían “salir a la calle con la seguridad de que no iban a ser acosados o atracados”.
Ocho años después de tan pertinaz declaración y con mayoría absoluta, el desiderátum de seguridad de Albiol no se cumple. Un leve repaso a la hemeroteca muestra que, entre el 27 de agosto y el 10 de septiembre pasados, fueron quemados 21 coches en la vía pública en Badalona; que hace unos días un vehículo ardió frente ante las mismísimas puertas del depósito municipal y que, en la madrugada del pasado día 16, 13 coches fueron reventados en el aparcamiento de responsabilidad municipal del barrio de la Salut de Badalona, según denunció la oposición.
De la inexistencia de políticas sociales de Badalona se podría escribir un tratado en varios volúmenes: la ciudad cuenta con seis de las agrupaciones censales —entre 5.000 y 20.000 personas— más pobres de Cataluña, según el Idescat. El Ayuntamiento cerró en abril pasado el único albergue municipal para las personas sintecho y el pasado 13 de septiembre la Guardia Urbana se llevó colchones, mantas y pertenencias de algunos sus antiguos inquilinos, que dormían en la calle. Solo este mes de septiembre (hasta el día 18) ha habido 22 notificaciones de desahucio, cuatro de ellos ejecutados sin alternativa habitacional y con el informe de vulnerabilidad de los servicios sociales, según la plataforma Sant Roc Som Badalona.
Todo tiene sus causas. Cuando no se combaten, lo sencillo es detenerse en los síntomas. Nada es fácil ni hay varitas mágicas, solo las que manejan para obtener votos los vendedores de humo.
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