Copa del América de vela: Los espías toman la costa de Barcelona
Entre persecuciones marítimas o largas esperas en la base rival, los equipos buscan la forma de obtener información confidencial de sus contrincantes
El velero AC75 del American Magic surca las aguas de Barcelona y le persiguen dos lanchas. Una luce los colores del Luna Rossa italiano y la otra los del Team New Zealand neozelandés. Se mantienen a unos 50 metros y siguen todos los movimientos del barco estadounidense que competirá en la próxima Copa del América de vela junto a ellos y dos equipos más. Si vira, todos viran. Si acelera, todos aceleran. Uno entrena. Los otros espían.
La Copa del América, que empezará el 22 de agosto, ha entrado en la fase final de su preparación y los equipos buscan saber cómo llegan sus rivales. Cualquier detalle cuenta. La forma del casco, el interior de la nave, el acabado de las velas, la capacidad para maniobrar, la velocidad con poco o mucho viento. Lo que sea para obtener alguna información significativa que aporte alguna ventaja extra antes del inicio de la prueba. Y en este contexto, los equipos se acercan a sus rivales para observarles. Para fotografiarles y grabarles.
Lo más habitual es enviar una lancha frente a la base de los contrincantes para disparar fotos cuando las grúas sitúan el barco en el agua. “Buscamos ver la parte inferior del velero, la que no se ve nunca porque está sumergida”, coinciden desde uno de los equipos que espían. También se toman fotos en alta mar mientras los veleros hacen prácticas y las persecuciones se repiten. Las imágenes se llevan luego a la base y se analizan detalladamente junto a diseñadores y analistas.
Nadie se sorprende sobre estas prácticas. El espionaje ha sido habitual siempre a lo largo de la historia de una competición donde los ingenieros y los diseñadores son incluso más importantes que los tripulantes; y en la que el desarrollo de los barcos y sus sistemas internos se han convertido en poco menos que secreto de Estado. Los equipos trabajan en áreas de acceso restringido y los trabajadores firman complejos contratos de confidencialidad. “Hace unos años el espionaje era incluso más habitual”, analiza José Luis Wood, subcampeón del mundo en 1997 en clase soling y miembro del American Magic. “Los equipos enviaban buzos para fotografiar las quillas y a veces la gente se escondía hasta la noche para tomar imágenes”, explica. El interés para infiltrarse tras las paredes rivales alcanzó tal nivel que incluso los equipos acabaron quejándose del riesgo que corrían por la estrecha convivencia entre veleros y lanchas espías a alta velocidad.
Para evitar sustos, la organización planteó para esta edición una nueva modalidad: el espionaje colectivo. Activó lo que se conoció como Recon, un equipo de reconocimiento que seguía las evoluciones de cada equipo en alta mar. La labor de los seis equipos de reconocimiento consistía en servir imágenes de vídeo y fotografías a la sede central de la organización, que posteriormente eran enviados a todos los equipos para que todos obtuvieran la misma información. El formato de espionaje colectivo estuvo habilitado durante los primeros dos años y terminó el pasado 22 de junio. Desde entonces cada equipo plantea sus propias fórmulas para meterse en casa ajena, aunque con algunas restricciones. ”Los equipos pueden seguir y grabar/fotografiar a otros equipos, pero no puede haber una vigilancia aérea [drones] y se deben mantener distancias de seguridad en el agua”, concreta la organización.
La necesidad de espiar a los otros equipos llega por la falta de referencias. Los participantes solo cuentan mayoritariamente con datos propios y desconocen si su estrategia va por buen camino. “Solo nos podemos comparar con nosotros mismos”, lamenta Wood. La Copa del América no permite que los equipos se batan en alta mar antes de la competición y solo se han celebrado dos eventos competitivos: en Vilanova i la Geltrú y en Yeda (Arabia Saudita) en 2023. Los resultados mostraron que el Team New Zealand, el Defensor del trono y organizador de la Copa (el reglamento establece que el vencedor organiza la siguiente edición y establece sus propias normas), es el favorito.
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