Un documental aviva el recuerdo del maquis Elio Ziglioli
El cadáver fue localizado en una fosa común de Castellar del Vallès
Un vaso de agua para Elio es un documental sobre la vida y el trágico final del joven maquis italiano Elio Ziglioli, asesinado por la Guardia Civil en octubre de 1949 en Castellar del Vallès (Barcelona). En noviembre se proyectó en la Filmoteca de Catalunya, presentado por el equipo y una familiar de Elio… Al terminar, una mujer joven, emocionada y con lágrimas, agradeció desde la platea aquella proyección. Se llamaba Erika y me explicó que Elio era el hermano de su abuelo. “Durante muchos años la familia no supo nada de Elio y siempre cabía pensar que un día regresaría, que llamaría la puerta”. Erika era la primera vez que veía el filme. No es el caso de otro familiar, Enrica Volpi, quien desde que tuvo noticias de las pesquisas de dos investigadores catalanes participó activamente en ellas y en el propio documental.
Elio Ziglioli (1927-1949) había nacido en el pueblo de Lovere (Lombardía) y de muy joven se implicó en la lucha partisana contra Musolini. Sus ideales libertarios le impidieron congeniar con un padre comunista que vivía en París y al que visitó en 1948. En la capital francesa empieza a relacionarse con el anarquismo español y se une a su combate clandestino. La amistad con Josep Sabaté refuerza su empeño y compromiso. A principios de septiembre de 1949 cruza la frontera con otros siete maquis. Un grupo conocido como Los Primos. Mientras, su familia de Lovere lleva más de un año sin saber de su paradero.
La incursión durará poco y terminará fatalmente. Un incidente armado con un coche alerta a la Guardia Civil de su existencia. El grupo se divide y esconde. Elio lo hace cerca de Castellar del Vallès. El 2 de octubre, es enviado a comprar suministros. A pesar de su amplio conocimiento de idiomas, el esperanto y el catalán entre ellos, levanta las sospechas de un tendero. De regreso, Elio se cruza con la masovera de El Castell, Dolors Argemí. Por la noche, Elio baja hacia Matadepera para mejorar el aprovisionamiento. Será interceptado por la Guardia Civil. Al día siguiente, los uniformados le llevan a El Castell para una pesquisa. Iba sucio, esposado, orinado y lleno de contusiones. Pidió un vaso de agua a Argemí y se lo llevaron. Al cabo de unos minutos, retumbó un disparo. El cuerpo de Elio, fue enterrado en la fosa común de Castellar del Vallès. En el acta de defunción del 4 de octubre de 1949 figura la foto de un cadáver con la mandíbula destrozada. Consta que nombre y apellidos son desconocidos y que aparenta unos 25 años.
En 2018, por distintos caminos, el historiador Argimiro Ferrero y un experto en la montaña de Sant Llorenç de Munt, Jordi Guillemot, identifican al joven maquis. Ferrero enviará un correo electrónico al Ayuntamiento de Lovere y en una semana recibirá la respuesta de la familia Ziglioli. Y ahí empieza una nueva historia, la de recuperar el cadáver y el recuerdo de este combatiente italiano. La Generalitat interviene en el desentierro de la fosa común y la filiación por ADN del cadáver. No está solo, hay otro enterrado del que se desconoce todo. Por ahora.
Si cinco años más tarde podía verse en la Filmoteca un documental explicando toda esta travesía y el regreso final del cadáver a Italia fue porque el alcalde de Castellar del Vallès le explicó a su vecino, el cineasta Pere Joan Ventura, lo que estaba sucediendo. Sabía lo que hacía. Ventura reavivó el cine-club local, creó un festival de cine social… Ventura aprovechó un viaje a Italia por otra causa para acercarse a Lovere y entrevistar a Enrica. Y éste fue el germen del documental, me cuenta. Ventura (77años) tiene un largo expediente profesional. En 2003 recibió un Goya por su documental sobre la acampada de los trabajadores de Sintel y en 2015 firma No estem sols, una producción de Pere Portabella y El Gran Wyoming sobre los movimientos sociales en España.
Ventura trabajó muchos años en TVE, pero tiene una filmografía no atribuida, oculta. Son los testimonios que rodó en la clandestinidad sobre la lucha antifranquista. Fundó el Grup de Producció y colaboró episódicamente con el Volti de Comisiones Obreras y PSUC, donde se almacenaba y distribuía una filmografía militante. Otro activista en ese Volti, Roc Villas, que luego fue director de la Filmoteca, asistió a la proyección. En la ficha técnica del documental hay otros nombres muy reconocidos como la periodista y cineasta Georgina Cisquella, que ha colaborado en el guion, o Anastasi Rinus, montador y autor de documentales sobre Ana Moix y Miquel Porter. En la película, como explicó en la Filmoteca, hizo de montador, sonidista, guionista... De todo el material de archivo empleado, unas veinte y pico de fuentes, citó expresamente, además de la Filmoteca, imágenes barcelonesas de Llorenç Soler y Enric Ripoll Freixes. “En la selección de imágenes no hemos querido ser obvios”. El filme termina con el traslado del féretro de Elio ZIglioli al nicho familiar en el cementerio de Lovere. Allí, parientes, amigos y vecinos, pueden, por fin, despedirlo dignamente. Se escucha el Bella Ciao.
La obra supuso cinco años de trabajo intermitente de un equipo. Se pagó poco a unos pocos. Si Ventura echara las cuentas seguro que perdió dinero con el proyecto. En la producción participó el ayuntamiento de Castellar del Vallès, también llegaron aportaciones dese Italia, y para cubrir las tareas de posproducción se acudió al mecenazgo popular, crowfunding, a través de Goteo.org. Fue una campaña corta, de apenas tres meses. Se recaudaron 18.585 euros. Uno de los donantes más destacados es, precisamente, Portabella, que produjo uno de los documentales de Ventura. Ahora, al margen de su exhibición por salas alternativas se trabaja para que llegue a determinados cines. Quizá un día pueda hacerse otro documental sobre quién era el cadáver que acompañó al de Elio tantos años en una fosa común.
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