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Un español lleva 14 meses preso en Marruecos por compartir vídeos de las protestas del Rif

Zouhir Ainaaissa fue detenido al desembarcar en el país con su familia para veranear, cuatro años después de los hechos, y condenado por injurias

Fátima, esposa de Zouhir Ainaaissa, el español de 35 años vecino de Montesquiu (Barcelona) preso por compartir noticias sobre las protestas del Rif.
Fátima, esposa de Zouhir Ainaaissa, el español de 35 años vecino de Montesquiu (Barcelona) preso por compartir noticias sobre las protestas del Rif.massimiliano minocri
Jesús García Bueno

Fátima acaba de regresar de visitar a su marido en la cárcel de Mohammedía, a 20 kilómetros de Casablanca. Sus hijas, de cinco y tres años, acaban de regresar de visitar a su padre a su puesto de trabajo, una especie de fábrica u oficina con la fachada pintada de rosa. “Les he dicho que ha tenido que irse fuera a trabajar”, cuenta la mujer. La mentira no tiene que ver con la vergüenza por el delito cometido, sino con la necesidad de proteger a las pequeñas de situaciones que, tal vez, no pueden asimilar. Zouhir Ainaaissa, ciudadano español nacido en Marruecos, cumple una pena de dos años de cárcel por compartir noticias y vídeos en Facebook sobre las protestas del Rif en 2017. Lleva ya 14 meses entre rejas y ha pedido, por ahora sin éxito, cumplir la pena en España.

Zouhir, de 35 años, vive desde que era niño en Cataluña. Sus padres abandonaron la región del Rif de la que son originarios y se instalaron en Montesquiu (Barcelona), un pueblo de unos 1.000 habitantes de la Cataluña interior. De aquí no se ha movido. Cuando conoció a Fátima, la atrajo al pueblo, donde se ganan la vida y han formado una familia. Los dos trabajan en la misma empresa: ella es administrativa, él, técnico frigorista. Pese a su encarcelamiento, el puesto de trabajo “le estará esperando”, según le ha prometido el jefe a Fátima.

La empatía del empresario es una muestra del cariño que los vecinos de Montesquiu sienten por Zouhir y su familia. Sus padres habían participado en las llamadas “parejas lingüísticas”, que permitían a locales y recién llegados mantener encuentros para fomentar el aprendizaje de la lengua catalana. El alcalde, Carles Colomo, recuerda también la implicación de los Ainaaissa en las fiestas del pueblo y cómo en las calçotades populares guardaban para ellos “unos cortes de pollo”. El Ayuntamiento ha aprobado, por unanimidad, una moción para pedir su liberación y su regreso a casa y denuncia que ha sido víctima de un ataque a la libertad de expresión.

La apacible vida familiar se rompió durante las vacaciones de 2022. “Estábamos pensando dónde ir, si quedarnos por aquí o viajar a Marruecos. Llevábamos mucho tiempo sin ir. Al final, nos decidimos”, explica Fátima. Viajaron hasta el sur de la península y se desplazaron en ferry con las dos niñas. Cuando desembarcaron en Nador, la noche del 8 de agosto, la policía se llevó detenido a Zouhir sin explicarle por qué. No lo sabía (no podía saberlo), pero las autoridades habían dictado contra él una orden de busca y captura por hechos ocurridos cuatro años antes.

En la primavera de 2017, estallaron intensas protestas en el Rif (norte de Marruecos) protagonizadas por jóvenes, hartos de la falta de oportunidades. Ni las remesas enviadas por los migrantes desde Europa ni el cultivo de hachís que enriqueció a unos pocos habían mejorado sus condiciones de vida. Las movilizaciones fueron duramente reprimidas por la monarquía alauí, pero los vídeos de lo acontecido en ciudades como Alhucemas se difundieron en redes sociales. Desde su domicilio en Montesquiu, Zouhir compartió en su perfil de Facebook (ya en 2018) algunos de esos vídeos y noticias.

Fátima, en Montesquiu, pide que su marido cumpla la pena que le queda en España para que pueda estar más cerca de sus hijas.
Fátima, en Montesquiu, pide que su marido cumpla la pena que le queda en España para que pueda estar más cerca de sus hijas.massimiliano minocri
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El celo de Marruecos ante cualquier movimiento de tintes autonomistas o separatistas es extremo. Y su capacidad de vigilancia ha quedado probada a través de la utilización de sistemas como Pegasus, el software israelí para el espionaje a través de teléfonos móviles. El caso de Zouhir demuestra también que el régimen monitorea con eficacia las redes sociales, incluso de ciudadanos que viven desde hace décadas en el extranjero y que, como él, ya solo usan el pasaporte español. “Zouhir compartió esos vídeos en España, pero el Código Penal marroquí permite perseguir hechos delictivos cometidos fuera del país bajo una única fórmula, la de la amenaza a la seguridad nacional”, cuenta Marc Serra, abogado de la familia que, con muchas dificultades, está tratando de que el hombre cumpla lo que le resta de pena en España.

Cumplir la pena en España

Zouhir fue condenado a dos años de cárcel y al pago de una multa de 10.000 dirhams (unos 1.000 euros) por un delito de injurias a la bandera y los símbolos del Reino e instigación a cometer esos actos a través de medios electrónicos. En los hechos probados de la sentencia se recoge únicamente que difundió los vídeos de la protesta del Rif. Nada más, ni siquiera dejaba comentarios en esas publicaciones. “Cuando amainaron las protestas, dejó de compartir publicaciones, su Facebook estaba inactivo”, cuenta Fátima, que quedó en shock por una detención que ha alterado la vida familiar. El hombre fue condenado en primera instancia y en apelación con una celeridad que ya querría la justicia española. Lleva ya 14 meses en prisión porque, en Marruecos, las penas se cumplen casi en su integridad.

El abogado (y Montesquiu con él) está tratando de que la familia vuelva a reunirse lo más pronto posible. El pasado febrero se abrió un expediente para que, como ciudadano español, pueda cumplir la pena en una cárcel catalana. La petición no ha sido todavía resuelta, mientras pasa el tiempo y se acercan los dos años de prisión. La comunicación no es fácil y siempre es indirecta, a través del consulado o la embajada española. “Desconocemos por completo el estado del procedimiento. Cumple los requisitos, porque tiene nacionalidad española y ha pagado la multa. Pero parece que la Fiscalía tiene que pronunciarse aún. No avanzamos”, lamenta el abogado. En paralelo, Zouhir ha solicitado también su puesta en libertad provisional.

Desde su celda de Mohammedia, una prisión pintada de color de rosa y donde las medidas de seguridad son más laxas, Zouhir apenas puede comunicarse con los suyos. Cuenta con el apoyo de un hermano que vive en Marruecos. Pero no puede recibir cartas de su mujer o dibujos de sus hijas. Fátima ha podido ir a verle este año en tres ocasiones; la última, esta misma semana. “Le he visto bien. Aguantando, pero bien”. Las visitas son cortas y algo decepcionantes porque, a diferencia de España, no hay salas de vis a vis, solo un recinto enorme donde están el resto de presos: para las niñas, los compañeros de trabajo de un papá que ya lleva demasiado tiempo fuera de casa y al que tienen, cuenta Fátima, muchas ganas de tener de vuelta en casa.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.
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