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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El problema matemático de la escuela catalana

La caída en los resultados de las competencias básicas en los alumnos de 4º de ESO no se puede atribuir solo a la pandemia, como asegura el Departamento de Educación

Albert Branchadell
Alumnos de la escuela Ramon Llull de Barcelona realizan sus pruebas de competencias básicas.
Alumnos de la escuela Ramon Llull de Barcelona realizan sus pruebas de competencias básicas.Massimiliano Minocri

El pasado 25 de julio, acaso aprovechando la distracción vacacional, el Consell Superior d’Avaluació del Sistema Educatiu de la Generalitat ( CSASE) publicó a hurtadillas el informe sobre las pruebas de competencia básicas de 4º de ESO correspondiente a 2022. El titular no es difícil de componer: excepto en la competencia científico-tecnológica, todos los resultados de 2022 se reducen significativamente respecto a los de 2021. El caso más espectacular es el de la competencia matemática, que de un año para otro ha bajado 5,5 puntos. La puntuación media de 61,2 supone el peor registro de la historia, desde que se empezaron a medir las competencias básicas en ese curso, hace exactamente una década.

A la espera de la presentación oficial que se prevé para el mes de septiembre y ante las preguntas de los medios de comunicación, el Departamento de Educación que lidera Josep Gonzàlez-Cambray se apresuró a señalar que la pandemia “ha incidido en los resultados de las diferentes materias”. Tiempo habrá de analizar a fondo qué es lo que está pasando realmente, pero de entrada hay razones para desconfiar: una simple ojeada a los datos no permite sostener que la pandemia sea la responsable de todos los males.

En primer lugar, hay una competencia (la científico-tecnológica) que parece inmune al supuesto efecto covid: en 2020, justo antes del confinamiento (las pruebas se celebraron en febrero), alcanzó los 63,5 puntos; en 2021 se situó en 63,9 y en esta última medición está en 63,7.

En segundo lugar, cabría preguntarse por qué los alumnos de 4º de ESO de 2022 deberían acusar más el confinamiento sufrido cuando cursaban 2º de ESO que los alumnos de 4º de ESO de 2021, que sufrieron el confinamiento justo el curso anterior. En 2021 los resultados en lengua catalana y en lengua castellana de hecho subieron respecto a los del año anterior.

En tercer lugar, hay otras comunidades autónomas que evalúan sus sistemas educativos en las que no se observa un efecto pandémico en 2022. Por ejemplo Navarra, donde el curso evaluado es 2º de ESO. En 2021, uno de cada once estudiantes (9,1%) alcanzó el nivel de excelencia en la competencia matemática, mientras que en 2022 han sido uno de cada ocho (13,2%). El porcentaje de estudiantes en el nivel más bajo se mantuvo en el 9% en las dos mediciones. Allí las cosas van justo al revés que en Cataluña, donde entre 2021 y 2022 suben los estudiantes de nivel bajo y disminuyen los de nivel alto.

Sin menospreciar el posible efecto retardado de la pandemia, parece ser que el sistema educativo de Cataluña tiene un problema con las matemáticas. En el informe del CSASE se recuerda que las orientaciones sobre avaluación de carácter internacional dicen que el alumnado situado en el nivel bajo no debería superar el 15%. En 2022 se ha situado en el 23,5%, exactamente el mismo porcentaje de 2020, antes de la pandemia. Al consejero Gonzàlez-Cambray se li gira feina.

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