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La Audiencia de Tarragona da luz verde a la eutanasia del vigilante que asaltó a tiros la empresa donde trabajaba

El tribunal admite que las víctimas aspiran a una condena penal pero hace prevalecer la demanda del detenido para poner fin a su agonía

Marin Eugen Sabau, durante el asalto a la sede de Securitas en Tarragona, en diciembre de 2021.Vídeo: EPV
Marc Rovira

La Audiencia de Tarragona ha dado el visto bueno para que pueda avanzar el proceso de eutanasia solicitado por el vigilante de seguridad que quedó parapléjico el 14 de diciembre, al ser neutralizado a tiros por los Mossos d’Esquadra después de haber asaltado a balazos las oficinas de la empresa para la que trabajaba. El tribunal considera que no hay motivos legales para revocar la decisión que ya tomó el juzgado de instrucción, y valora que la situación de vulnerabilidad insubsanable, dolor y sufrimiento que padece Marin Eugene Sabau legitima su solicitud de muerte voluntaria antes de que pueda ser juzgado por disparar a tres empleados de su antigua compañía y luego herir a un agente de los Mossos durante la huida.

La Audiencia refrenda la decisión del juzgado de instrucción, que basó su argumentación en la ausencia de competencia para pronunciarse sobre un proceso administrativo, en el que la ley no contempla que un juez intervenga en el caso de que el solicitante se encuentre inmerso en un proceso penal. Además, recuerda que la Ley de Eutanasia equipara el proceso a una muerte natural. Y ello, incide, es uno de los supuestos por los que se archiva o se sobresee una causa penal sin que suponga “un quebranto al derecho a la tutela judicial efectiva”, alegada por los recurrentes. También rebate que el juez instructor no es el competente para evaluar si la petición del exvigilante viene condicionada por “presiones externas” como las altas penas de los delitos por los que se encuentra investigado, como homicidio en grado de tentativa. “La labor de control de la obtención de un consentimiento libre y sin presiones por parte del solicitante de la prestación de eutanasia recae sobre la Comisión de Garantías y Evaluación”, que ya dio su visto bueno.

El expediente de Marin Eugene Sabau supone un choque de derechos enfrentados, hasta ahora inédito en España. El abogado del mosso d’esquadra herido, junto a otro compañero, ha presentado un recurso ante el Tribunal Constitucional para que se paralice la aplicación de la eutanasia. “La decisión de la Audiencia es errónea. No ha tenido en cuenta el sufrimiento de las víctimas, y tampoco su dignidad”, lamenta el letrado José Antonio Bitos, que considera que el tribunal provincial ha “desperdiciado” la oportunidad de pronunciarse sobre un caso único, con una “argumentación para salir del paso”. Si el Constitucional no acepta el recurso y la suspensión, se aplicará la eutanasia a Marin Eugene Sabau, que ya llegó a tener fecha para el proceso, el pasado 28 de julio, pero que finalmente se paralizó.

Durante el proceso, con su petición de eutanasia ya en marcha, el acusado pidió declarar como investigado ante la jueza de instrucción. “Estoy parapléjico. Llevo 45 puntos en la mano. No puedo mover bien el brazo izquierdo. Llevo tornillos y no siento el pecho”, contó Sabau el pasado 11 de julio, desde el hospital penitenciario de Terrassa donde se encuentra ingresado. En su breve comparecencia, no dio más explicaciones sobre su decisión de acogerse a la Ley de Eutanasia. El exvigilante de seguridad también acusó a los Mossos d’Esquadra del desenlace final del tiroteo. Sabau aseguró que fueron los agentes quienes abrieron fuego en primer lugar y que, tras recibir un primer disparo en el pecho, quedó “inconsciente”. “No me avisó nadie, me dispararon directamente sin avisarme ni hablar conmigo”, dijo.

“No me queda otra, haré la justicia con mis manos. Las lecciones que se aprenden con sangre no se olvidan pronto. Securitas se acordará de mí unos cuantos años”, había amenazado Eugene en un correo electrónico dirigido a sus superiores, antes del asalto. El hombre, de 46 años y nacionalidad rumana, afirmaba haber vivido un “infierno” en la empresa, que los jefes le hacían “la vida imposible”, que fue víctima de explotación laboral y discriminación por racismo. Tras su asalto a tiros, emprendió una huida en coche y trató de burlar un control policial abriendo fuego contra los agentes. Luego, armado y protegido por un chaleco antibalas, se refugió en una masía cercana a Reus. Tiradores de la unidad de élite de los Mossos lograron abatirle en un intercambio de disparos. Eugene, aficionado a las armas y miembro de un club de tiro, sobrevivió al enfrentamiento con la policía pero quedó gravemente herido.

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La Audiencia reconoce que el pistolero causó “un dolor y un daño físico y moral en las víctimas” y califica de “razonable” la “expectativa” de una “posible condena penal”. Sin embargo, su estado actual le produce “sufrimientos físicos y psíquicos constantes e insoportables sin posibilidad de alivio, con un pronóstico de vida limitado, en un contexto de fragilidad progresiva”, recuerda el auto. “Voy a salir en las noticias con Securitas”, había vaticinado el pistolero en los correos intimidatorios que mandó a la empresa.

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