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ENERGÍAS RENOVABLES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cataluña estancada

La gran paradoja es que el frenazo a la eólica se diera en 2012, coincidiendo con el auge de un movimiento que persigue la soberanía política pero al parecer desdeña la energética

Parque eólico en la zona de Urgell, en Lleida, en una foto de archivo.
Parque eólico en la zona de Urgell, en Lleida, en una foto de archivo.Joan Valls (Getty Images)
Albert Branchadell

El pasado 12 de julio el Observatorio de Energías Renovables de Cataluña (OBERcat) publicó su tercer informe de situación, referido al año 2021. El titular de la nota de prensa resume bien la situación: “Cataluña sigue lejos de los objetivos de soberanía energética renovable para 2030″. Tan lejos que según los cálculos del Observatorio por aquellas fechas el 94% de la energía renovable de Cataluña se cubrirá con importaciones de fuera de Cataluña.

En esta penuria de energía renovable autóctona brilla con luz propia el caso de la eólica. En su informe sobre 2021, el Observatorio repite lo que ya dijo en el de 2020: “En 2021 no se ha puesto en servicio nueva capacidad de generación eólica”. Ni en 2021 ni en lo que llevamos de 2022. Al día siguiente de que el OBERCat publicara su informe, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia difundió la información mensual de estadísticas sobre producción de energía eléctrica a partir de renovables, cogeneración y residuos, con datos hasta marzo de 2022. Según los datos de la CNMC, hasta esa fecha, la potencia de energía eólica instalada en Cataluña era de 1.286 MW, exactamente la misma que había instalada en 2021, que es exactamente la misma que había instalada en 2020, que es exactamente la misma que había instalada en 2019… y así prácticamente hasta 2012, que es cuando la potencia instalada dio un salto de 1.011 a 1.275 MW (264 MW de golpe).

La gran paradoja es que el frenazo a la eólica se diera precisamente en 2012, coincidiendo con el auge de un movimiento que persigue la soberanía política pero al parecer desdeña la energética, quizás para asegurar los pingües votos del llamado “territorio”. Sea como fuere, es evidente que en energías renovables Cataluña está absolutamente estancada. El OBERCat se estrenó en 2018 con un informe sobre 2017 que no difiere en casi nada del que publicaron el pasado 12 de julio. El titular de hace cuatro años serviría también para el momento actual: “Un año en blanco para las energías renovables en Cataluña”. Y el augurio de entonces sigue siendo aplicable: “La parálisis de proyectos renovables de envergadura en Cataluña a corto plazo supondrá alargar la vida de las nucleares o incrementar las importaciones si no se revierte urgentemente la tendencia actual”.

Esta parálisis, que identifican al unísono el OBERCat y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, pone de relieve el carácter profundamente irónico, por no decir cínico, del famoso Decreto-ley 24/2021, “de aceleración (sic) del despliegue de las energías renovables distribuidas y participadas”. Mientras impere la visión del despliegue que encarna ese Decreto-ley, el pronóstico es claro: los miembros del OBERCat se cansarán de repetir titulares, y su página seguirá luciendo las dramáticas infografías que ilustran cuán lejos está Cataluña de alcanzar la generación de energía renovable suficiente para cubrir el 50% de la demanda eléctrica prevista para 2030, por no hablar del 100% de 2050. ¿O alguien salvará a Cataluña de su atasco ensimismado?

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