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Cataluña se prepara para convertir el mar en un gran embalse

El Govern pretende doblar en cinco años la desalinización de agua para garantizar el abastecimiento en las grandes sequías

Desalizadora del Prat
Carlos Miguel, responsable de la planta desalinizadora de El Prat del Llobregat que convierter agua del mar en agua utilizable para usos domésticos.Cristóbal Castro
Carlos Garfella Palmer

Hay barceloneses que no lo saben, pero mucha del agua que sale a diario de sus grifos proviene del mar. La extrae un tubo de 500 metros de longitud sumergido frente al aeropuerto y que, como una gigantesca boca de agua, absorbe y transporta miles de litros a la desalinizadora de El Prat. Es la gran locomotora que desde la desembocadura del río Llobregat potabiliza y garantiza el suministro a millones de hogares de la gran Barcelona. Desde que se inauguró en 2009, la planta de desalinización para consumo humano más grande de Europa no ha acumulado tantos meses (en total seis, desde el pasado enero) a un nivel tan alto de producción: está generando 140 millones de litros al día (al 70% de su capacidad total). El motivo es que apenas llueve.

A parte de ser uno de los más secos del siglo, el año 2022 ha convertido en presente los malos augurios que los expertos climáticos llevan alertando desde hace décadas. Hoy, los embalses catalanes están a un 30% por debajo de la media histórica por estas fechas (al 58% de su capacidad). Y es que en Cataluña, como en el resto de comunidades del litoral mediterráneo, se entremezclan los ingredientes perfectos de la crisis climática: descenso de precipitaciones, gran densidad poblacional, extensiones agrícolas que vacían los embalses y un turismo masivo que en pequeños municipios de la Costa Brava y Baleares llega a forzar el corte de grifo ante la escasez de líquido en verano.

Hoy, los embalses catalanes están a un 30% por debajo de la media histórica por estas fechas (al 58% de su capacidad)

Para mediados de este siglo, la Generalitat calcula que lloverá un 7% menos y que la aportación de agua de las cuencas internas se reducirán un 18%, según el plan hidrológico 2022-2027, que proyecta una multimillonaria inversión de más de 2.300 millones en cinco años para garantizar el suministro a las futuras generaciones. Se hará a través de la construcción de nuevas plantas desalinizadoras y otras de reutilización, entre otras medidas. El Govern se compromete asimismo a mejorar la mala calidad de las aguas subterráneas: 7 de cada 10 acuíferos catalanes siguen sin cumplir los criterios europeos tras décadas de abandono.

Solo en desalinización, la Generalitat quiere destinar hasta 176 millones y duplicar sus capacidad de producción para pasar de los 80 a los 160 hectómetros (hm³) al año. La desalinizadora del Tordera pasará de los 20 a los 80 hm³ y se construirá una planta nueva en la cuenca del Foix. La idea es recuperar por mar el agua que se perderá por el cielo. “Al final de lo que se trata es de tratar de abastecerse cuando lo que hay en los embalses no es suficiente”, dice Carlos Miguel, jefe de Planta Desalanizadora de El Prat, cuya estructura, explica, ya es inviable ampliar. “Es demasiado grande para el terreno que hay disponible aquí”, dice Miguel sobre esta planta, gestionada por Aigües Ter-Llobregat y encajonada entre el Puerto y el Aeropuerto de Barcelona.

La Generalitat quiere duplicar sus capacidad de producción de agua desalinizada: de 80 a los 160 hectómetros (hm3) al año. La idea es recuperar por mar el agua que se perderá por el cielo.
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En el proceso de desalinización, el líquido pasa varios filtros en diferentes plantas en los que se van quitando partículas, desde arena a microplásticos, por ejemplo. El proceso más costoso se produce al final, en una enorme sala con 8 bastidores y toneladas de tubos verdes, lilas, azules y grises. El ruido que generan los motores de 2.000 kw para hacer girar el agua en forma de espiral a miles de revoluciones entre membranas y hacer el proceso de osmosis es ensordecedor. Al final del proceso, de cada 100 litros de agua de mar que se extraen del mar se obtienen 45 litros aptos para el consumo humano.

El proceso conlleva, sin embargo, un consumo energético enorme. Para potabilizar un metro cúbico de agua se necesitan más de 3 kilovatios hora (Kwh). Es la pescadilla que se muerde la cola: para paliar la falta de lluvias provocada por el cambio climático se tiene que generar una gran cantidad de energía, por lo que se contamina más. La alternativa, sin embargo, es quedarse sin agua. “El clima mediterráneo tiene muchas limitaciones. De ahí que la desalanización sea fundamental en nuestro litoral o en las Baleares. Los recursos naturales no son suficientes para abastecer la actual demanda”, añade el ingeniero entre decenas de depósitos de colores de una estructura de dimensiones faraónicas.

factura eléctrica de las desaladoras
Una imagen del interior de la planta desalinizadora de El Prat de Llobregat. Cristóbal Castro

El área metropolitana de Barcelona, con más de 15.000 habitantes por kilómetro cuadrado, es uno de los territorios más densos de Europa. Y también la zona cero de la emergencia climática en la región mediterránea. Un informe de 2012 de la Cambra de Comerç de Barcelona alertaba de este hecho y explicaba que la ciudad estaba no preparada para afrontar un periodo de sequía que se alargara tres años. Fuentes del equipo técnico que elaboró el informe valoran una década después que la capacidad de respuesta ante la falta de lluvias ha mejorado notablemente desde entonces. Pero añaden que a día de hoy la comunidad tiene que mejorar todavía su capacidad de reutilización: solo el 6% del agua que se depura se vuelve a utilizar en usos agrícolas o industriales. El resto, se lanza a ríos y al mar.

Entre las actuaciones programadas por la Agencia Catalana del Agua de la Generalitat está la construcción de 25 estaciones de regeneración. Es decir, plantas para tratar el agua depurada y reutilizarla después para otros usos, como agrícola o industriales. El ejemplo a seguir es Tarragona, donde la mayoría del líquido depurado se reutiliza después a través de Aguas Industriales de Tarragona (Aitasa).

La escasez también lleva a municipios a tirar de inteligencia e imaginación. En el Prat de Llobregat (Barcelona), por ejemplo, el Consistorio pretende que las futuras 3.000 viviendas de un barrio proyectado en el sur de la ciudad cuenten desde el principio con cisterna de agua reutilizada. Una medida que según cálculos del gerente de la empresa municipal de aguas, Aureliano García, implicaría ahorrar hasta un 25% del agua potable doméstica. “Es una manera de mantener los recursos…además supondrá una reducción de la tarifa”, dice García, quien alerta de que hay acuíferos que a día de hoy están “en la UCI”. La realidad es que el agua regenerada ha venido para quedarse…”, añade.

El turismo seca Baleares

En los últimos seis años, la producción de agua desalada en Mallorca se ha quintuplicado y en Ibiza ha aumentado un 43,19%. Y en los próximos cinco, el Govern de las Islas Baleares quiere aumentar todavía más su capacidad, explica Joana Garau, directora General de Recusos Hídricos. “Ante la falta generalizada de agua nuestra estrategia es estirar al máximo los recursos hídricos, que provienen de los acuíferos, para poder alargar su uso hasta verano sin vaciarlos”, añade Garau. La alto cargo del Govern explica que la política del agua ha cambiado en los últimos años en las islas y que si bien antes se optaba por terminar todos los depósitos subterráneos antes de poner a toda máquina las desaladoras, ahora el objetivo es utilizar las ocho desaladoras de las islas los 12 meses para vaciar lo menos posible los recursos. En Baleares, el consumo urbano se lleva el 70% de los recursos de las islas.

Según un estudio reciente de la Universidad de las Islas Baleares (UIB), uno de cada cuatro litros de las islas es consumido por el turismo. En Formentera, la más pequeña de las islas habitadas de Baleares, el uso de agua de mar potabilizada supone hasta el 80% del total que se usa de las isla. A las antiguas generaciones, que se dedicaban a la agricultura, les bastaba con el pequeño acuífero que hay en la isla. Hoy, pese contar solo con poco más de 12.000 habitantes, según datos del INE, la isla cuenta con una desaladora con una capacidad para generar 7.000 metros cúbicos de agua potable al día. Esto es así porque verano la paradisiaca isla ve casi triplicada su población.

En la vecina Ibiza, el agua desalada supone el 70% del líquido potable consumido. Es la España que bebe agua del mar. “Ahora mismo la situación de las reservas de agua es de normalidad. Pero tras el verano es muy probable que en muchos sitios se declare la situación de prealerta por sequía. El problema llegará en otoño y en invierno”, concluye Garau.

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Sobre la firma

Carlos Garfella Palmer
Es redactor de la delegación de Barcelona desde 2016. Cubre temas ambientales, con un especial interés en el Mediterráneo y los Pirineos. Es graduado en Derecho por la Universidad de las Islas Baleares, Máster en Periodismo de EL PAÍS y actualmente cursa la carrera de Filosofía por la UNED. Ha colaborado para otros medios como IB3 y Ctxt.

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