El teatro internacional vuelve a Temporada Alta
Platel, Cassiers, Marthaler y Castellucci, entre otros grandes nombres, en los 30 años del festival
“La carne guisada para el funeral fue buen entremés para la boda”. La ácida frase de Hamlet en el primer acto de su tragedia, y que no deja de constatar un cierto pragmatismo, la ha parafraseado con shakespeariano humor negro el director de Temporada Alta, Salvador Sunyer, en la presentación el jueves del festival, que llega a su 30ª edición (8 de octubre al 3 de diciembre) tratando de restañar las heridas culturales de la pandemia, mirar hacia adelante y aprovechar todas las posibilidades de la actual coyuntura. Con aforos de momento aún al 70 %, eso sí. “Va como va”, ha dicho Sunyer, “veremos sobre la marcha si se aumentan los aforos, lo que hay ahora es ese porcentaje, con butacas vacías entre cada grupo de compra. De aumentarse al 100 % las liberaríamos. Pero no bajamos la guardia, siguen todas las medidas, gel y mascarillas obligatorias”.
Pese a todo, el festival, que pone a la venta 39.087 entradas para las 152 funciones previstas, confía en llegar esta edición al millón de espectadores acumulados desde la primera, en 1992.
Temporada Alta, el festival de otoño de Cataluña que se desarrolla esencialmente en Girona y Salt, ofrece una programación “muy potente”, ha destacado Sunyer, con 106 espectáculos (más otros cerca de cuarenta “a distancia”, en formato digital) y el especial atractivo de que “vuelve el teatro internacional” tras las restricciones a que ha obligado la pandemia. En total, serán 15 espectáculos de 14 países distintos y firmados por algunos de los grandes nombres de la escena mundial. Sunyer ha mencionado a Alan Platel y su grupo Les ballets c de la b con la revisión diez años después de su célebre espectáculo sobre los transexuales, Gardenia, hoy más de actualidad que nunca; a Guy Cassiers, con una obra, Antigone a Molenbeck+Tiresias que actualiza ambos mitos, a Christopher Marthaler (Aucune idée) y a Christiane Jatahy, que propone una relectura teatral de Dogville de Lars von Trier.
El festival se inaugurará con un L’oncle Vània, de Chéjov, puesto en escena por otro indispensable del panorama internacional, Oskaras Korsunovas, que dirigirá a actores catalanes como Julio Manrique, Lluís Marco o Carme Sansa. Sunyer ha señalado también la presencia de otro grande Romeo Castellucci, que estrenará una obra, Bros, sobre el sentido de la policía también con actores catalanes y voluntarios locales, y la de Victoria Thierrée Chaplin, con Bells & spells, “de gran poética visual”.
Angélica Liddell, con Terebrante, y La Veronal son otros dos nombres que ha resaltado Sunyer. Muchas más cosas interesantísimas: un espectáculo de pequeño formato pero enorme interés de Àlex Rigola sobre Ofelia, en el que grupos de 25 espectadores podrán sumergirse (nunca mejor dicho) en el mundo de uno de los personajes menos comprendidos —y a la vez más desafortunados, pero también más fascinantes— de Shakespeare. Una obra de Josep Maria Miró que dirigirá Xavier Albertí con Pere Arquillué de protagonista (El cós més bonic que s’haura trobat mai en aquest lloc). Un Final de partida, de Beckett, con Jordi Boixaderas en su retorno a los escenarios y Jordi Bosch, dirigidos por Sergi Belbel. Les irresponsables, de Javier Daulte, dirigida por Sílvia Munt. El morbo tras la polémica en Badalona del estreno de El gran comediant de Joel Joan… Nombres importantes de la música también en la programación: Gilberto Gil, Ara Malikian, Rigoberta Bandini (¿un guiño a Rigola?)…
60 espectáculos de autoría catalana
Salvador Sunyer ha enfatizado la importancia en Temporada Alta de las coproducciones, uno de los grandes paquetes de la programación, “26, el año que más del festival”. Y ha subrayado que el propósito del festival es que la escena del país “vuelva a respirar” y lo haga “junto a la de afuera” tras las duras etapas de la pandemia. Sunyer ha resaltado también el apoyo del festival a la creación catalana —60 de los espectáculos, contabilizó, son de autoría catalana—. En Temporada alta, asimismo, actividades como la reunión de la Red internacional para las artes escénicas contemporáneas, el tradicional encuentro de programadores y el combate de dramaturgos, y diferentes iniciativas de impulso del teatro entre los jóvenes, en la línea del objetivo de reducir la media de edad del público, que está en los 40 años.
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