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El final del pago en las autopistas

El Maresme confía en aliviar el tráfico de la costa sin los peajes

Los municipios de la comarca esperan que la medida descongestione la N-II

El peaje de Premià-Vilassar en la C-32.
El peaje de Premià-Vilassar en la C-32.Joan Sánchez
Josep Catà Figuls

Toda una vida pagando peajes. Y toda una vida reclamando el fin de este agravio. El próximo martes por la noche, con el fin de la concesión de la autopista C-32 y el levantamiento de las barreras, la comarca asistirá a algo que creía imposible, y los vecinos han preparado una fiesta para celebrarlo, con linternas, cena de carmanyola y copas de cava: “Será muy divertido, y si no levantan las barreras, las levantaremos nosotros y pasaremos”, celebra Antoni Esteban, presidente de la plataforma Preservem el Maresme.

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La autopista del Maresme, que va entre Montgat y Blanes, fue la primera vía rápida de pago de la península, inaugurada en 1969 en su tramo entre Barcelona y Mataró (el tramo hasta Palafolls se puso en marcha en 1994, y el que va hasta Tordera, en 2010). La celebración no es solo por dejar de pagar, sino porque, esto es lo que todos esperan, la gratuidad de la autopista atraerá a los conductores que van por la Nacional II, una carretera que separa los pueblos de costa del mar, y que ahora podrá pacificarse y convertirse en un paseo más de las ciudades.

La sensación, sobre todo para los vecinos de los pueblos del Baix Maresme, es que llevan toda la vida pagando por hacer cualquier cosa. Si uno quiere ir a Lloret de Mar por autopista para ahorrarse las colas del nacional, siete euros de ida y de vuelta desde Barcelona. Si uno quiere ir de Vilassar de Mar a Arenys de Mar (que son solo 20 kilómetros en 20 minutos), peaje de 1,42 euros. Y esta situación, denuncian, ha durado demasiado tiempo. “Yo tengo 47 años y ya nací con el peaje”, explica Damià del Clot, alcalde de Vilassar de Mar y presidente del Consejo Comarcal del Maresme”. “Es el tema estrella del año para nosotros, lo cambiará todo. Muchos de los que entramos en política lo hicimos con la reivindicación de acabar con los peajes, algo que parecía que no llegaría nunca, y que por fin podremos celebrar”, destaca. El portavoz de Preservem el Maresme lamenta que esta autopista “se ha amortizado 55 veces” y que solo se ha pensado en el beneficio de la concesionaria, Abertis. “Ahora están preparando otro proyecto para alargarla hasta Lloret, lo cual es una bestialidad: se cargarían el entorno natural, y además, ¿de verdad que Lloret puede asumir aún más turistas?”, se pregunta Esteban.

El fin de los peajes en la C-32 abre varios escenarios. El primero es que se terminarán los pagos. “Ahora la comarca queda más homogénea y se cohesiona el territorio”, destaca del Clot. El segundo escenario tiene que ver con otra carretera, la N-II. Se espera un trasvase de entre 6.000 y 15.000 coches diarios de esta vía a la autopista. Cristina Ribas, portavoz de la plataforma Recuperem el Baix Maresme, destaca que esta es la gran oportunidad para pacificar la N-II y que se convierta en una vía interurbana. “Es nuestra prioridad, porque es lo que genera más ruido, accidentes, contaminación y dificultad de acceso al mar. Sobre todo desde el confinamiento, la gente ve lo importante que es tener espacio público, y cuando hacemos cortes simbólicos, la gente viene a reunirse y los niños a jugar”, explica.

Esta carretera, junto con la vía del tren, forma una importante barrera de acceso al mar y ha sido catalogada como una de las vías con un índice más alto de accidentes. El viernes el Govern ya anunció los planes para pacificarla incluyendo un carril bici y aceras más anchas en la parte sur, y un ajuste de la capacidad del tráfico en la parteorte. “No es suficiente con pasar los coches a la autopista, hay que recuperar espacio al vehículo motorizado, y esto pasa por tener un buen carril bici y dejar solo dos carriles para los coches”, añade. Ribas critica que los planes se han hecho tarde y de espaldas a los vecinos y las entidades, y teme que el retraso en tener preparada una alternativa conlleve una reacción contraria a la deseada: “Lo que no puede pasar es que ahora los coches lo invadan todo, la C-32 y la N-II, porque será muy difícil volver atrás”.

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Y el tercer escenario es la posibilidad de cambios demográficos. “Estaremos atentos, porque las facilidades en la movilidad pueden llevar a que el Maresme amplíe aún más su papel clave en el ámbito metropolitano y que más gente venga a vivir aquí, con Mataró como la ciudad que puede liderarlo”, afirma David Bote, el alcalde de esta localidad.

Con todo, el futuro es muy incierto en relación a los planes pero también a la forma en que se acabará pagando el mantenimiento de las autopistas. Por ahora, el sentimiento de los vecinos de la zona, y también de los municipios por los que pasa la AP-7 (también gratuita a partir del miércoles), es de una victoria tras el enfado de varias generaciones. “Hemos luchado mucho por lo público, por la seguridad y por la libertad de movimientos, y no permitiremos que se haga ninguna privatización encubierta”, afirma Llorenç Navarro, portavoz del movimiento AP-7 gratuita.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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