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Los rebrotes amenazan el plan para celebrar elecciones catalanas en otoño

El nuevo partido de Puigdemont prefiere esperar más tiempo para consolidarse

Quim Torra y Carles Puigdemont en Colliure (Francia) ante la tumba del poeta Antonio Machado el pasado sábado.
Quim Torra y Carles Puigdemont en Colliure (Francia) ante la tumba del poeta Antonio Machado el pasado sábado.Europa Press

Las elecciones catalanas previstas para este otoño pueden acabar aplazándose unos meses, como ya sucedió en Galicia y el País Vasco, si continúa el aumento de contagios por coronavirus, que en Cataluña superan los 1.200 nuevos casos diarios de media desde hace dos semanas. Es un escenario que hasta agosto no se contemplaba y que ningún partido verbaliza en público, pero que puede acabar convertido en un inesperado aliado de la estrategia electoral de Junts per Catalunya, la formación creada a medida de Carles Puigdemont, que acaba de nacer y aún no tiene candidato a la Generalitat.

El president Quim Torra, el único con potestad para activar el mecanismo electoral, tenía previsto acortar la legislatura y llamar a las urnas este otoño. Ahora está por ver cuándo lo hará y si los comicios se llegan a celebrar en la fecha escogida. “Torra es capaz de todo, eso no se puede olvidar”, aseguran fuentes de Junts para referirse al verso suelto en el que se ha convertido el president. Los suyos le dan por amortizado y él ya ha anunciado que no seguirá en primera línea, ni se afiliará a ese nuevo partido. Ese desapego le convierte en más “imprevisible”, insisten las fuentes de Junts, pues Torra no se debe a unas siglas, ni a la estrategia que más pueda beneficiar a quien le nombró.

“No tengo ni puñetera idea de qué hará Torra”, admite también sin reparos un dirigente de ERC. La mirada al calendario hace más inciertos los pronósticos. Junts concluirá su proceso fundacional el 3 de octubre y para entonces Torra corre el riesgo de estar suspendido en su cargo por el Tribunal Supremo, que el 17 de septiembre celebra la vista del recurso contra la condena de 18 meses de inhabilitación que le impulso el Superior de Cataluña por colgar una pancarta en favor de los presos. La sentencia no tiene ninguna dificultad, pues el mismo Torra ha admitido que desobedeció.

Torra dejaría de ser presidente cuando se le notifique y perdería la potestad de llamar a las urnas. Sería la segunda vez consecutiva, después de que en 2017 lo hiciera Mariano Rajoy tras la aplicación del artículo 155, un hecho que el independentismo digirió muy mal. Por eso cuesta creer que Torra renunciará a esa facultad, y de ahí que el independentismo avise desde hace meses de que “ningún tribunal decidirá la fecha”.

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Con la inhabilitación de Torra asumiría la presidencia de manera provisional Pere Aragonès, vicepresidente y hombre fuerte de ERC. Y se iniciaría el proceso para investir a un nuevo presidente, cosa que es muy improbable que suceda, según han anunciado ya ERC y la CUP, cuyos votos son imprescindibles. En diez días debería anunciarse un pleno de investidura. Si no se lograse en primera vuelta, podría haber una segunda votación al cabo de de 48 horas y si tampoco prosperase se abriría un plazo de dos meses para elegir presidente. En caso contrario, la legislatura se disolvería automáticamente y Aragonès convocaría elecciones a celebrar antes de 60 días.

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Ese es el escenario razonable, pero precisamente por eso no tiene por qué suceder. “Yo no descartaría tampoco que Torra se niegue a acatar la sentencia y vuelva a llevar al límite la confrontación con Torrent \[Roger, presidente del Parlament\]”, advierte un letrado de la Cámara mientras recuerda los enfrentamientos entre ambos por los intentos del jefe del Ejecutivo de forzar a Torrent a desobedecer a los tribunales. Al final Torra ha cedido, pero a cuenta de desgastar a ERC y propagar el discurso de Junts de que a sus socios les tiemblan las piernas.

”Las maniobras de desgaste de Torrent no hay que descartarlas, pero nadie sabe qué pasará, ni siquiera en Junts”, coincide el diputado del PSC Ferran Pedret, quien también admite un posible aplazamiento electoral. “La covid-19 juega en contra de ERC y a favor de Puigdemont, que no tiene ninguna prisa en que haya elecciones”, admiten fuentes de Junts, al tiempo que recuerdan que los republicanos dirigen las carteras de Salud y Educación, susceptibles de sufrir desgaste por la gestión de la pandemia.

En estas circunstancias, las hipótesis que manejan los partidos catalanes son múltiples: desde que Torra convoque unas elecciones que no se puedan celebrar por el aumento de los contagios o que la provisionalidad de Aragonès en la presidencia se prolongue unos meses, un escenario que Junts querrá evitar a toda costa porque este será el candidato de ERC y podría rentabilizar la duración provisional del cargo. Otra hipótesis es que Torra convoque los comicios a la vuelta de su declaración ante el Supremo en Madrid el 17 de septiembre. El president ha anunciado que acudirá ese día a “mirar a la cara” a los magistrados que probablemente le inhabilitarán.



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