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Barcelona traslada a sus delfines sin evaluar el coste

Los tres animales viajaron en avión hasta un zoo de Grecia después de buscar durante años un santuario que no se ha llegado a encontrar

Alfonso L. Congostrina

Nuik, Tumay y Blau fueron trasladados el pasado domingo desde el Zoo de Barcelona hasta el Attica Zoological Park de Atenas (Grecia). Ahora en el parque barcelonés ya no vive ningún delfín y los tres machos se convirtieron en los últimos cetáceos en cautividad de la ciudad. Cuidadores y veterinarios de una empresa especializada —junto con los operarios del parque barcelonés— pusieron a los cetáceos en un camión tipo trailer acondicionado que trasladó a los animales marinos hasta el aeropuerto de El Prat. Allí, un avión los llevó hasta Grecia con las máximas garantías de seguridad y bienestar animal. El Ayuntamiento de Barcelona aseguró ayer desconocer cuánto costará la faraónica operación, cuyo presupuesto, según el propio Consistorio, “se está evaluando”. La empresa que ha realizado el operativo es la misma que en 1994 trasladó a la Orca Ulisses desde Barcelona hasta el Sea World de San Diego (Estados Unidos). En Atenas, lo tres delfines fueron introducidos en unas piscinas de aclimatación donde estarán varias jornadas. El equipo de cuidadores del Zoo de Barcelona permanecerán en Grecia varios días para ver cómo se aclimatan los animales a su nuevo espacio.

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Tras llegar en 2015 al Ayuntamiento de Barcelona, Colau paralizó la ampliación del delfinario que había prometido Xavier Trias. La alcaldesa, además, prohibió los espectáculos con los seis delfines que quedaban en la instalación. Al año siguiente, el macho Kuni, de 10 años, y la hembra Leia, de 12, fueron trasladados al Oceonagráfico de Valencia. En el delfinario de Barcelona —construido en la década de los 60 del siglo pasado— quedaban cuatro ejemplares en una instalación ruinosa. A finales de 2016, la teniente de alcalde de Ecología, Janet Sanz, anunciaba lo que era ya un secreto a voces: “No construiremos un nuevo delfinario. La especie no está amenazada ni en peligro de extinción y, a partir de ahora, trabajaremos para ubicar los ejemplares que quedan en un lugar idóneo”. Ese lugar idóneo eran los llamados santuarios, unos cercados en el medio del mar donde los delfines acabarían sus días en semilibertad. Sin embargo, en cuatro años nadie ha encontrado uno.

El pasado noviembre Anak, la matriarca de los delfines, fallecía en Barcelona con 34 años. No sobrevivió a un virus. En la obsoleta instalación de Barcelona quedaron los tres machos —Blau (21 años), Nuik (7) y Tumay (17)— mientras el Consistorio seguía buscando una salida para ellos. Localizaron dos espacios —The Aegean Marin Life Sanctuary, en Lipsi (Grecia); y The Baltimore National Marine Santuary, en Estados Unidos— aunque ninguno acabó de encajar. Al final, los tres últimos delfines del Zoo de Barcelona fueron trasladados el pasado domingo a un parque zoológico griego.

El director del parque barcelonés, Sito Alarcón, aseguró ayer que los tres animales “han pasado bien el trauma del viaje”. Alarcón admitió que la instalación catalana no estaba preparada para los delfines: “Por un lado teníamos un mandato claro del Ayuntamiento y, por otro, nuestro delfinario era ya una instalación obsoleta que no reúne las condiciones”.

Las entidades animalistas reclaman que los delfines debían haber sido trasladadas a santuarios pero Alarcón es tajante: “No existe una instalación de este tipo. Nosotros analizábamos uno en la zona del Caribe y los huracanes arrasaron con él en varias ocasiones Los delfines que han vivido en cautividad deben estar en buenos acuarios y buenos zoos”. El director reconoció que se ha retrasado el traslado de los animales debido a la búsqueda infructuosa de santuarios, enfermedades y decesos de algunos de los cetáceos y, por último, por la irrupción de la covid que cerró fronteras.

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Las entidades animalistas han denunciado que el Attica Zoological Park de Atenas programa espectáculos con sus delfines, precisamente lo que prohibió el Consistorio de Colau. Alarcón aseguró ayer que, de la misma manera que hizo en su momento el parque barcelonés, en la instalación griega sólo se realizan explicaciones sobre la fisonomía de estos cetáceos. “Los delfines necesitan moverse y sabemos que allí estarán bien atendidos. Muchos de los movimientos y entrenamientos que practican son necesarios para realizar atenciones veterinarias”, destacó. “Es un día agridulce. He llorado, no solo porque se iban los delfines, sino porque ha sido muy complicado para nosotros”, declaró el director.

Por su parte, el equipo de mamíferos marinos de los cuidadores del zoo publicó el domingo, en su cuenta de Instagram, una dura crítica al gobierno municipal. Los técnicos lamentan el dinero público invertido en la búsqueda de un santuario “inexistente” y se sienten decepcionados por no haber sido escuchados. “En lugar de invertir en los delfines en Barcelona, se ha optado por sacárselos de encima por la puerta de atrás bajo el hipócrita lema de Barcelona, ciudad libre de cetáceos en cautividad. Hipócrita porque Blau, Tumay y Nuik no están en Barcelona, pero se han ido a otro delfinario”.

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