La impecable fachada española de la cruzada integrista
Un activista anti-LGTBI vinculado a Mayor Oreja y a Hazte Oír blanquea mediante ‘influencers’ una histórica cita de la derecha cristiana radical estadounidense


Siempre sonriente y amable, con la actitud entusiasta de quien parece en armonía con el mundo, Quique Mira, de 26 años, se dedica a explicarle a todo el que quiera ver sus vídeos la plenitud de su “noviazgo desde la fe” con María Lorenzo, Mery, de 25. Y ella, tal para cual, hace lo mismo. “Nos ayudó mucho [en un periodo de relación a distancia] no irnos a dormir nunca sin hacer una videollamada para rezar juntos”, explica Mery en un vídeo de febrero a modo de consultorio sentimental. Entre los seguidores en Instagram de esta pareja de influencers católicos afincados en Valencia —Quique, 71.000 seguidores; María, 33.000—, cunde estos días la emoción por sus planes de boda, anunciada para dentro de dos meses. Es todo un acontecimiento en esta comunidad, porque parte de la evangelización de los ahora prometidos consiste en reivindicar la castidad hasta el matrimonio, que ahora se ve tan cerca. Como su romance tiene algo de atípico en tiempos de Tinder, a Quique y a Mery —miembros de Regnum Christi, la rama laica de los Legionarios de Cristo— los llaman a veces de televisión.
—La castidad, ¿qué es para vosotros y hasta dónde? —les preguntaron una vez.
—Hasta el altar —contestó Mira, antes de una breve disquisición sobre el “noviazgo”, “Dios” y la “felicidad”. Ella sonreía a su lado. Si estaban fingiendo ser la pareja perfecta, desde luego son dos buenos actores.
El Congreso Mundial de Familias (CMF), que se celebra entre este viernes y el domingo en la ciudad mexicana de Mérida, tiene a la joven pareja en su lista de ponentes. Pulcros y bien vestidos, con un mensaje cargado de optimismo que evita polémicas y apela al corazón del público, los dos son un buen ejemplo de la imagen blanca y para todos los públicos que quiere transmitir este evento. Pero en la trastienda del encuentro mexicano hay mucho más. Punto de encuentro de la derecha cristiana radical desde su primera edición en Praga en 1997, detrás del CMF está la mano del estadounidense Brian Brown, que impulsa una cruzada internacional contra el aborto, los derechos LGTBI+, la “cultura woke” y la “ideología de género”.
Nada de eso se intuye en el programa, donde las fichas de los ponentes muestran un predominio de los perfiles situados en algún punto entre la predicación y la autoayuda: además de varios influencers, hay una “terapeuta familiar“, un “creador de contenido positivo”, un experto en “desarrollo personal”, un “líder apostólico” y “emprendedor social”, una “psicotraumatóloga”... Todo tiene un toque de galería de los buenos sentimientos. Hay programas para “jóvenes”, “adolescentes” e incluso críos de cuatro años, con el taller Mi familia, mi tesoro y una “adoración eucarística” infantil. Está prevista la actuación de PREY, un “grupo católico” que canta así: “En familia siempre juntos; en familia somos uno; por un mundo mejor, un solo corazón”. Una profesora de la Universidad Anáhuac Mayab, vinculada a los Legionarios, presentará su juego de mesa familiar CuéntaNos. Y habrá un número de un mago certificado por un instituto teológico seguidor de las enseñanzas de Juan Pablo II.
España, con 12, es el segundo país que más ponentes aporta, tras México. Acudirá Pep Borrell, al que el Opus Dei presenta como “el conferencista entusiasta del amor” y que en Instagram —106.000 seguidores— da “tres consejos” para un noviazgo duradero: “hablar mucho, rezar juntos y tocarse poco”. Está programada María Calvo, defensora de la educación separada de niños y niñas. A la lista se suman los jóvenes podcasters Lluís Gracia y Pablo Canela, conductores de Aladetres, donde hace poco estuvo el obispo José Ignacio Munilla para explicar que “el demonio existe y tiene un plan”. Y también es ponente la influencer Carla Restoy, que propugna la virginidad prenupcial.
Red Política de Valores, CitizenGo, IOF
Restoy, de 28 años, empieza a ser descubierta por la televisión. En Espejo Público, en Antena 3, ha aparecido para comparar el aborto con el Holocausto o salir en defensa de un cura que negó la comunión a un matrimonio gay. Pero la joven, aunque se mueve como pez en el agua en la polémica, no va a Mérida a hablar de asuntos espinosos. “El tema que me han dado es ‘la carne está llamada’. Será una ponencia de 45 minutos sobre el valor del cuerpo”, explica por teléfono, a punto de coger el avión desde Madrid —donde reside— rumbo a México. Es decir, su mensaje estará muy centrado en la virtud de la virginidad.
Aunque la nómina de ponentes está plagada de detractores del aborto, el siempre peliagudo asunto ni aparece en el programa. Tampoco los derechos LGTBI, la cultura woke o la ideología de género. Un detalle: el sacerdote Ángel Espinosa de los Monteros, adalid de la causa contra el aborto en México, figura en el CMF como simple experto en “matrimonio y familia”. Programa en mano, el Congreso parece un evento con pocas aristas, alejado de las cumbres de Red Política de Valores, de abierta beligerancia reaccionaria, o de las ruidosas campañas de Hazte Oír y su paraguas internacional, CitizenGo.
Sin embargo, detrás de todo ello hay una figura común.
Nacido en 1974, Brian Brown lidera en EE UU la Organización Internacional para la Familia (IOF, en inglés), promotora del Congreso Mundial de Familias, del que es presidente. También es patrono de CitizenGo, donde colabora con el activista español Ignacio Arsuaga, conocido por el autobús que negaba la existencia de las personas trans, los intentos de cancelación de contenidos —a su juicio anticristianos— de Netflix o el impulso a acciones de acoso a embarazadas ante clínicas para abortar.
Además, Brown coincide con Mayor Oreja en la dirección de Red Política de Valores, que celebró en diciembre una cumbre internacional en el Senado español donde se citaron contrarios al aborto incluso tras violación con defensores de las falsas terapias de conversión para homosexuales. En el programa figuraba un keniano partidario de la cadena perpetua para gais, pero desapareció después de que EL PAÍS lo publicara.

Convencido de que el progresismo impulsa una normalización de la “pedofilia”, el historial de Brown acredita su rechazo a la “propaganda LGTB”, al “ataque a nuestros cuerpos” del “movimiento LGTB” y a la “basura LGTB” del cine de Disney. Está claro cuál es su fijación. Un informe del Centro Jurídico contra la Pobreza en el Sur, organización por los derechos civiles en EE UU, denuncia el CMF no solo ha impulsado medidas anti-LGTBI en África, sino que ha sugerido que la organización terrorista Boko Haram y los defensores de los derechos LGTBI conspiran contra los cristianos.
Admirador de la obra de Putin “en asuntos de familia”, Brown es con ello coherente con el origen del CMF, nacido a raíz de un viaje a Moscú en 1995 del historiador ultraconservador Allan Carlson. Según un informe del instituto por los derechos LGTBI Human Rights Campaign, Carlson y los sociólogos rusos Anatoly Antonov y Victor Medkov concibieron allí lo que dos años después sería la primera edición, en Praga, del CMF, nacido para combatir el declive de unas sociedades occidentales —pensaban— socavadas por los efectos de la liberación de las costumbres.
Desde el triunfo de Trump, Brown está pletórico. Hasta cinco veces encadenó en la cumbre de Madrid la frase “vamos ganando”, convertida en su divisa. Pero no quiere que el triunfo sea solo formal, por lo que usa sus altavoces para apremiar a Trump para que despida a los embajadores “que promueven el movimiento LGBT” y “trans”. Brown no contesta a las preguntas de este periódico, entre ellas la que se refiere al contraste que, dentro de su actividad, supone el CMF, con su impecable fachada juvenil. “No podéis controlarnos. Vamos ganando”, se revuelve en respuesta por escrito. “Viva Cristo Rey”, añade en castellano.
“No los conozco”
Entre los ponentes españoles consultados, ninguno afirma tener relación con Brown, ni conocimiento detallado de sus actividades. María Calvo explica en un mensaje de audio que tuvo que buscarlo en Google para situarlo. “Me piden que hable de matrimonio y hablo desde mi experiencia, que es fantástica”, dice como resumen de su participación. Pablo Canela, que junto a Lluís Gracia lleva el podcast Aladetres, prefiere hablar después del evento. “No sabemos nada sobre el congreso”, afirma por correo.
Quique Mira, el influencer con planes de boda, explica por teléfono que ha coincidido con Brown en algún evento internacional, pero que no ha profundizado. “Los ubico [al IOF y a su presidente], pero no tengo mucha relación”, añade Mira, que afirma que ni él ni su prometida suelen abordar “temas político-sociales” polémicos como el aborto o los derechos LGTBI. En Mérida (México), Mira dará dos conferencias. Una, él solo, sobre cómo “un joven normal” que se dedicaba a llevar “varias discotecas” en Barcelona tuvo “un encuentro con el Señor”; otra, junto a María, en el programa para “adolescentes”, sobre “cómo vivir un noviazgo desde la fe”, explica Mira, que se presenta en redes como coach, speaker y “experto” en “marcas”.
“He visto alguna conferencia [del CMF] en YouTube, pero no los conozco, la verdad”, dice sobre Brown y el IOF la influencer Carla Restoy, que afirma que no se identifica con una “visión impositiva” de la religión. Al igual que Mira, la fe le ha cambiado la vida profesional. Hasta noviembre, cuenta, dirigía una fundación, pero ahora se dedica a “anunciar la belleza”. “Me llama tanto que he acabado dedicándome a esto, a formarme y a dar”, concluye Carla, que participa en “charlas” y “eventos”.
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