Del fuego al temporal: Feijóo y la política del desastre
El líder del PP reproduce con la dana una vieja estrategia de confrontación que ya empleaba en Galicia con los incendios
Una de las fotografías que persigue desde hace años a Alberto Núñez Feijóo lo muestra apagando unas llamas en una arboleda con una manguera de jardín y vestido de camisa, vaqueros y zapatos náuticos. Data de agosto de 2006, cuando Feijóo se estaba estrenando como jefe de la oposición gallega frente a una Xunta de socialistas y nacionalistas que hacía frente a una dantesca oleada de incendios forestales. Fue casi literalmente un bautismo de fuego para el actual líder del PP. Han pasado más de 18 años y la actitud de Feijóo ante un desastre —los incendios entonces, la dana ahora— apenas ha cambiado: convertirlo en objeto de confrontación con sus rivales políticos. Un estilo de oposición idéntico al que empleó en Galicia mientras no logró conquistar el poder.
“Con nosotros no moría gente en los incendios, y con ellos, cuatro personas”. En estos términos se expresaba Feijóo en enero de 2007, en un mitin en Carballo (A Coruña) que servía de lanzamiento a su precampaña a las elecciones municipales, acompañado del líder nacional del partido, Mariano Rajoy. Ya había pasado casi medio año desde el terrible verano en que el fuego hizo temblar a media Galicia y el joven sucesor del jubilado Manuel Fraga seguía arrojándolo a la cara del Gobierno de coalición de PSOE y BNG: “Ardió tanto este agosto como en los 16 agostos del PP”.
Los populares, con Feijóo a la cabeza, llevaban meses echando esas muertes en cara a la Xunta que presidía el socialista Emilio Pérez Touriño. En septiembre habían colocado en la cabecera de una manifestación en Santiago, con Rajoy y Feijóo presentes, a la hija y nieta de dos mujeres fallecidas al quedar atrapadas por las llamas cuando circulaban por una carretera comarcal.
La fotografía de la manguera en atuendo casual, que alimentó las chanzas de sus adversarios, sintetizaba la actitud del líder popular durante las dos semanas en que el fuego desbordó a un Gobierno autonómico que llevaba apenas un año en el poder. Los reproches de Feijóo a la Xunta llegaron hasta a vincular la proliferación de incendios con la nueva exigencia impuesta a los agentes forestales de tener un certificado de conocimiento del gallego, el idioma abrumadoramente mayoritario entre la población de las zonas rurales donde actuaban.
La punta de lanza de su ofensiva fue conminar con reiteración a la Xunta a presentar un balance de la superficie calcinada sin esperar al final de la crisis, en cuya resolución se implicó a fondo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero e incluso la Comisión Europea. El Ejecutivo gallego informaba a diario de los fuegos —al contrario que los anteriores de Fraga, a los que había pertenecido Feijóo, que se negaban a detallar los partes cotidianos—, pero posponía el recuento global a que se lograse frenar el avance de las llamas en numerosos frentes por buena parte de la comunidad. “Que digan la verdad”, exigía Feijóo cada mañana. El PP gallego decidió entonces presentar su propio cálculo. Anunció a los cuatro vientos que, “según las fotografías de la NASA”, se habían quemado 175.000 hectáreas. Feijóo y los suyos encontraron tal estimación en una web de un aficionado a los mapas que decía haberse basado en imágenes de los satélites de la agencia espacial estadounidense. Solo dos días después, se conoció el balance real: 86.000 hectáreas, según la Comisión Europea, la mitad de lo que el PP de Feijóo había pregonado.
Como era de esperar, en 13 años en la Xunta, Feijóo tuvo que hacer frente a otras oleadas de incendios y a víctimas mortales causadas por el fuego. En agosto de 2010, perecieron dos miembros de las brigadas de extinción de su propio Gobierno y otro en 2012. Y cuatro personas más en 2017, cuando la comunidad vivió la peor oleada desde 2006. El fuego llegó hasta las puertas de Vigo, la primera ciudad de Galicia. Feijóo enfrentó muchas críticas porque había recortado la dotación de bomberos forestales. Para defenderse, alegó que lo que estaba sucediendo era fruto de la acción del “terrorismo incendiario”. Una justificación parecida a la que emplearon en 2006 miembros del PSOE y del BNG -no así el presidente Touriño- y que entonces el PP rechazó de plano.
No todo el mundo se mostró tan voluble en sus apreciaciones. Hubo un responsable de la investigación sobre los incendios que siempre rebatió esa teoría de una trama organizada. Lo hizo en 2006 y lo repitió en 2017. Se llamaba Álvaro García Ortiz y dirigía la Fiscalía de Medio Ambiente de Galicia. Ahora es el fiscal general del Estado. Feijóo no ha dejado de cuestionarlo desde entonces.
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