La política exterior atrapa al PP en tierra de nadie
Los populares, presionados por el PSOE de un lado y Vox de otro, se debaten entre el impulso de cargar contra el Gobierno y la responsabilidad de defender los intereses de España
“Les ha salido tan bien la secuencia que parece todo pactado entre el PSOE y Vox”, se duele uno de los estrategas electorales del PP para las elecciones europeas al reflexionar sobre la crisis diplomática con Argentina que ha dominado la semana, tras las palabras de Javier Milei contra la esposa de Pedro Sánchez en un mitin de Vox en Madrid. “Pero es que ni pactado les habría salido tan bien. Les ha dado oxígeno a ambos: el PSOE ha surfeado la ola de Milei mientras casi no se hablaba de que les han tumbado dos leyes en el Parlamento y de que un juzgado de Madrid seguía las diligencias sobre la mujer de Sánchez; y Vox ha movilizado a los suyos”, analiza este miembro de la sala de mandos de la campaña del PP. “En cambio, nosotros hemos demostrado nuestra incomodidad”, admite.
La crisis Milei ha supuesto el enésimo episodio de falta de unidad entre el PP y el Gobierno en una materia de Estado, la política exterior. Condicionados por la campaña, pero no solo, los populares se han movido incómodos en la equidistancia entre Sánchez y el excéntrico presidente argentino, atrapados en lo que consideran una pinza fatídica del PSOE y Vox.
El pasado domingo no fue un buen día para el PP, con su principal competidor en la derecha, Vox, reuniendo en el palacio de Vistalegre en Madrid a más de 10.000 simpatizantes y a lo más granado de la extrema derecha europea, estadounidense y latinoamericana a tres semanas de las elecciones europeas del 9 de junio. Para terminar de torpedear a los populares, la repercusión del acto ultra se disparó después de que la principal estrella del evento, el argentino Javier Milei, se despachara arremetiendo contra el presidente Pedro Sánchez y tachara a su esposa, Begoña Gómez, de “corrupta”. El mitin de Vox mutó así de forma repentina en una crisis diplomática que dejó al PP entre dos polos ―el de Vox y Milei frente al del Gobierno de España― o lo que es lo mismo en tiempos de polarización: en tierra de nadie.
La primera reacción del PP fue apuntarse a uno de los dos sectores. El comunicado del partido, distribuido la misma tarde del domingo, enfatizaba que su labor “es hacer oposición al presidente de España, no al de Argentina”. Y poco después el portavoz parlamentario, Miguel Tellado, cargaba las tintas en Sánchez —recordando que su ministro Óscar Puente había sido el primero en ofender a Milei sugiriendo que se droga—, sin censurar los ataques del mandatario argentino.
Un día después, el lunes, los populares giraron. “El discurso de Milei es, desde luego, una intromisión en política nacional y además un espectáculo que calificaré como chocante”, admitió el lunes el vicesecretario institucional del PP, Esteban González Pons. “El presidente electo de Argentina no puede, o no debe, en su primera visita a España venir sin saludar al Rey, al Gobierno y al Parlamento, entrar en un acto político de un partido y remover la política nacional española”, prosiguió. “Dicho esto”, matizó, “con todos mis respetos, la mujer de Pedro Sánchez no es un asunto de Estado y convertirla en la razón de una posible ruptura de relaciones diplomática entre España y Argentina es exagerar muchísimo”.
La posición del PP evolucionó hacia la equidistancia, con críticas a ambas partes. El jueves, Alberto Núñez Feijóo contemporizó con el presidente argentino: “Lo que ha hecho el señor Milei es responder a los insultos del Gobierno”, dijo, antes de cuestionar que España terminara retirando a la embajadora en Argentina. “Hemos puesto en cuestión con una frivolidad enorme, por un insulto absolutamente inapropiado [de Milei] a la esposa del presidente, miles y miles de millones de euros y una relación de hermandad con más de medio millón de españoles que viven en Argentina, además de los argentinos que viven aquí, porque el señor Milei ha recordado un sumario que tiene la esposa del presidente en un juzgado de la plaza de Castilla; que me parece absolutamente impropio, pero lo ha hecho en un mitin”.
Los equilibrios de Feijóo se explican por el intento de no perder ninguna franja de votantes: ni los de la extrema derecha ni los centristas. A todos ellos pretende llegar a la vez el líder del PP. “El PSOE sabe muy bien que estamos incómodos”, señala uno de los estrategas populares. “Si criticamos a Milei, muchos de los nuestros se extrañan. Piensan: ‘pero si ha dicho la verdad, que la mujer de Sánchez es una corrupta, ¿por qué le damos?’ Y si no le criticamos, otros nos cuestionan por no proteger a España. Tanto si somos duros como si somos blandos, perdemos”, lamenta.
La crisis diplomática con Argentina no es el primer caso en el que el PP se aparta de una posición de Estado con el Gobierno en política exterior. Los populares tampoco respaldan el reconocimiento inminente del Estado de Palestina que promueve Sánchez: defienden ese reconocimiento, pero creen que ahora mismo no se dan las condiciones. Y la falta de unidad en política internacional viene de lejos. Según el PP, la razón el Gobierno de Sánchez no la promueve. “Claro que no hay unidad. Si no hay comunicación, si no hay diálogo ni confianza recíproca, no hay unidad posible”, afirma José Manuel García-Margallo, exministro popular de Exteriores.
Los populares se quejan de que el Gobierno, por ejemplo, no les hizo partícipes del giro sobre el Sáhara Occidental o las negociaciones postBrexit sobre Gibraltar, aunque el ministro José Manuel Albares sí llamó a Tellado el domingo para informarle de la crisis con Argentina. Margallo niega que el PP haya “contemporizado” con Milei, aunque considera que, si bien las palabras del presidente argentino “no son admisibles ni en términos diplomáticos ni de política interior, porque fueron contrarias a la presunción de inocencia”, al mismo tiempo “todo esto ha sido provocado por el Gobierno de Sánchez para buscar un enemigo exterior”.
Margallo considera “una majadería” la retirada de la embajadora de España en Argentina por los insultos de su presidente a la esposa de Sánchez. Reconoce que el PP tomó la misma medida en 2016 con el embajador en Venezuela, como respuesta a los insultos del presidente Nicolás Maduro contra el entonces presidente Mariano Rajoy, a quien tachó de “basura racista, corrupta y colonialista”. Pero sostiene: “Era diferente, porque en Venezuela no teníamos nada que perder. En Argentina, en cambio, somos el segundo inversor después de Estados Unidos. Esto coloca a nuestras empresas en una situación muy complicada”.
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