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Usansolo, el pueblo vasco que se independizó gracias al decreto ‘ómnibus’

La localidad vizcaína logró la segregación de Galdakao después de que el Gobierno rebajase el mínimo de habitantes de una entidad local para independizarse con la nueva norma convalidada en el Congreso ‘in extremis’

Usansolo, el pueblo vasco que se independizó gracias al decreto ‘ómnibus’. Junts salva a los decretos anticrisis y ómnibus de Pedro Sánchez mientras Podemos tumba el decreto del aumento del subsidio de desempleo de Yolanda Díaz
Vista de la pancarta instalada en el balcón de Marisa González., en Usansolo, este jueves.Javier Hernández
Virginia Martínez

La mutación de Usansolo ha transcurrido en paralelo a la vida de Marisa González, una de las 4.600 habitantes más ilustres de esta localidad de Bizkaia. Con 80 años, González es una mujer menuda, vivaracha y extraordinariamente activa. Llegó a Usansolo en 1968, tras conocer a su después marido en el baile de Amorebieta, su urbe natal. Él era un “usansolotarra hasta la médula” que no estaba dispuesto a abandonar su tierra. Ella cedió y se mudó “por amor”. Cuando González llegó a Usansolo, vio que el pueblo era minúsculo y no ofrecía “nada”. Pero su espíritu inquieto hizo que luego fundase el coro, asociaciones varias y un club de fútbol junto a su esposo. El matrimonio se instaló en un piso de reciente construcción en la plaza principal, donde aún quedaban en pie los caseríos típicos de la arquitectura de entonces. Ya en aquel momento y hasta el año pasado, Usansolo era un barrio dentro del término municipal de Galdakao, de 29.332 residentes. La pareja luchó durante décadas para lograr la independencia como municipio, en un objetivo compartido con buena parte de sus vecinos. Y hecho realidad el 28 de diciembre. “Zorionak Usansolo, lorgu dogu!”, [¡Felicidades Usansolo, lo hemos conseguido!], dice en euskera la pancarta instalada en el balcón de González.

La foto de portada del periódico comarcal Geuria [Nuestro] corresponde a la plaza de Usansolo. En la instantánea del diario, de tirada mensual, dos jóvenes se abrazan y besan durante la celebración de la independencia, el pasado 28 de diciembre. “Siempre hemos vivido como un pueblo aparte, es algo que hemos sentido desde pequeños”, asegura Nerea Urgoiti, profesora de 30 años. Desde esa fecha, el antiguo barrio es reconocido por la Administración central como un municipio de pleno derecho tras ser autorizada su segregación de Galdakao. La figura de la segregación supone la separación de un incipiente pueblo de otro municipio matriz. En toda España, más de 120 poblaciones se han desanexionado de manera efectiva desde la Transición, según datos de EL PAÍS. En varios casos, las aspiraciones fueron paralizadas por no alcanzar el mínimo legal exigido en el padrón.

El Gobierno de Mariano Rajoy modificó en 2013 la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local al restringir precisamente los requisitos para solicitar en adelante la segregación: incluyó la condición de que las localidades debían tener al menos 5.000 habitantes para poder independizarse. Ese mínimo bajó hasta los 4.000 residentes el pasado diciembre con la redacción y aprobación del decreto ómnibus, convalidado in extremis por el Congreso en el superpleno del día 10. Y la culpa de ese cambio la tuvo Usansolo.

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Marisa González, en su casa de Usansolo.Javier Hernández

El barrio creció al albur de la industria, con emigrantes llegados de Andalucía y Extremadura. Los caseríos desaparecieron y hoy todo son bloques de pisos con tejados a dos aguas como el de Marisa González. El núcleo urbano de Galdakao dista de Usansolo unos cuatro kilómetros. Esa lejanía provocó un sentimiento de “dejadez” en los usansolotarras, entre los que empezó a aflorar una identidad propia al considerar que los recursos económicos del Ayuntamiento se destinaban preferentemente a Galdakao. También criticaban el tiempo perdido en desplazarse para trámites administrativos. En esa línea se expresaba la mayoría de consultados durante el jueves en las calles del pueblo, plagado de pancartas en favor de la independencia. Otros alegaban como añadido que los vecinos de un pueblo y otro tienen caracteres distintos. “Yo no voto en ningunas elecciones, solo voté sí a la independencia”, cuenta Javier Orue, carnicero de 53 años.

Si “fundar” proyectos vecinales fuera un empleo, Marisa González trabajaría como fundadora. Además del resto de actividades, la vizcaína impulsó asociaciones para luchar por la desanexión, en colaboración con otros vecinos y desde los años 80. La actual asociación se denomina Usansolo Herria (Usansolo pueblo) y ha concurrido ya a las elecciones locales. También promovieron varias consultas públicas, una especie de referéndum de independencia a escala local. El ganó en todas, relatan en la urbe. “Fue aplastante, yo estuve en el recuento de los votos todo el día. Cuando terminamos, me puse a llorar”, recuerda González. Pero la segregación requiere del entendimiento con el Ayuntamiento matriz. Un acuerdo que no fue viable entre Usansolo y Galdakao durante años pese a los reiterados intentos.

Sin embargo, desde 2019 y con una nueva coalición local liderada en Galdakao por EH Bildu, finalmente se fraguó un pacto. “Vengo de una formación en la que creo en el derecho de autodeterminación de mi país, ¿cómo no voy a ejercer ese derecho en una parte del municipio que era Usansolo? Estamos convencidos de que los procesos de autodeterminación, en este caso a pequeña escala, había que llevarlos a cabo”, afirma Iñigo Hernando. De 36 años y alcalde de Galdakao, Hernando habla dentro de uno de los pocos caseríos que se mantiene en Usansolo: la Txapelena, la casa de la cultura. La norma foral de Demarcaciones Territoriales de Bizkaia establece el mínimo de habitantes en 2.500, por lo que iniciaron el proceso acogiéndose a esa ratio en lugar de a los 5.000 de la ley estatal —límite no alcanzado con su padrón—. En otoño de 2022 recibieron el visto bueno de las Juntas Generales (el Parlamento provincial) y se constituyeron como el municipio 113 de Bizkaia. El mismo número que se puede ver en una chapa guardada en casa de Marisa González junto a banderas con el lema de Usansolo, gure Herria [Usansolo, nuestro pueblo].

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Iñigo Hernando y Agustin Aizpuru, delante de la Txapelena.Javier Hernández

La alegría duró poco en Usansolo. La Abogacía del Estado recurrió la decisión y se paralizó la segregación en mayo de 2023. La lucha se trasladó después al plano político en Madrid, donde las fuerzas nacionalistas vascas trataron de negociar con el Gobierno central una solución para la localidad vizcaína. EH Bildu abogó por otorgar prevalencia a la ley foral sobre la estatal. El PNV optó por la rebaja en el mínimo de habitantes. El Partido Nacionalista Vasco consiguió incluir esta vía en el pacto de investidura firmado con Pedro Sánchez en noviembre. Y el Consejo de Ministros desarrolló el compromiso con una nueva reforma de la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local. Una modificación introducida a través del decreto ómnibus aprobado el 19 de diciembre, disminuyendo así el límite a 4.000 residentes. Y aplicable a todas las localidades de España que aspiren a seguir la estela de Usansolo o de otros municipios segregados en los últimos años, como Pueblonuevo de Miramontes (Cáceres) o Fornes (Granada).

El 28 de diciembre, el recurso quedó sin efecto y Usansolo se constituyó en municipio, el más joven de toda España. Aunque el decreto entró en vigor el 1 de enero y todavía tenía que ser convalidado después. Durante el superpleno del Congreso, Junts apretó hasta el último momento, dejando abierta la posibilidad de que la norma decayese minutos antes de la votación. Agustín Aizpuru vivió con “nerviosismo” aquella jornada, pues el no del partido de Carles Puigdemont habría complicado la segregación. De 67 años, fue director de operaciones de Aena en el aeropuerto de Bilbao y ahora es ya de facto el alcalde de Usansolo, como presidente de la gestora que pilota la transición de barrio a municipio en colaboración con el Ayuntamiento de Galdakao. “Tenemos mucho trabajo por delante”, explica Aizpuru, que colabora mano a mano con el regidor de Galdakao para dividir las competencias, contratos públicos y demás servicios, tras haber separado ya los dos términos municipales.

Pero no todos se mostraban entusiastas. Hay quien en Galdakao tacha de “chorrada” la segregación. Otros están de acuerdo. Mientras que Teresa Pérez, de 67 años, espera que el cambio no implique “pagar más impuestos” en Usansolo. Un camarero de origen paraguayo sirve un vino blanco a esta administrativa jubilada, mientras por la ventana se ve pasar a una mujer magrebí con velo. La escena transcurre en un bar frente a la casa de Marisa González. Allí, tras quedar viuda y después de que sus tres hijos abandonaran el hogar familiar, la fundadora reside entre cuadros pintados por ella misma. Ahora vive con un veinteañero tunecino al que acogió hace unos años, empleado de una empresa siderúrgica tras terminar los estudios con su apoyo. Marisa González está “felicísima” con el chico y con su Usansolo independiente, relata con los ojos haciéndole chiribitas.

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Vista de Usansolo.Javier Hernández

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Sobre la firma

Virginia Martínez
Es redactora en la sección de España y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en la sección audiovisual hasta verano de 2021. Antes cubrió información local en el diario Granada Hoy. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Granada y en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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