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El PNV y EH Bildu llegan empatadas a las elecciones vascas

Urkullu mantiene en secreto la fecha de los comicios autonómicos de 2024, aunque otras formaciones creen que serán en marzo

Mikel Ormazabal
El lehendakari, Iñigo Urkullu, interviene el pasado 13 de noviembre en un encuentro sobre industria y tecnología en Barakaldo (Bizkaia).
El lehendakari, Iñigo Urkullu, interviene el pasado 13 de noviembre en un encuentro sobre industria y tecnología en Barakaldo (Bizkaia).Luis Tejido (EFE)

Las elecciones vascas solían ir acompasadas hasta ahora con las gallegas. La buena conexión que siempre mantuvieron Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo cuando coincidieron al frente de los Ejecutivos del País Vasco y de Galicia permitió celebrar los comicios autonómicos el mismo día. Una sola llamada entre ambos mandatarios era suficiente para celebrarlas en la misma fecha. Así ocurrió incluso hace casi cuatro años, en unas circunstancias excepcionales por la pandemia por la covid. El panorama ha cambiado ahora con el salto de Feijóo a la política nacional. Urkullu guarda en secreto sus planes y se debate entre agotar la legislatura, hacer coincidir las elecciones con las europeas en junio o adelantarlas al mes de marzo.

Hace cuatro años, el PNV ganó de forma holgada las elecciones, pero esa ventaja ha ido menguando peligrosamente en las dos citas electorales celebradas este año. EH Bildu ha conseguido pisarle los talones en ambas citas. En las municipales de mayo pasado y en las generales, dos meses después, la coalición que lidera Arnaldo Otegi logró acariciar la victoria (solo les separaron 1.000 votos en las legislativas). La amenaza del sorpasso está sobre la mesa. Esta realidad obliga a Urkullu a calcular mucho el mejor escenario para que su partido no se vea sobrepasado por la izquierda abertzale. En el PNV insisten en que “no hay ninguna fecha señalada en el calendario de momento”, aunque son partidarios de evitar que la campaña se vea contaminada por “el ruido de Madrid”. En EH Bildu están convencidos de que habrá un adelanto electoral, posiblemente al primer fin de semana de marzo. Los socialistas, socios del PNV en el Ejecutivo autónomo, no tienen “informaciones fehacientes”, dice un representante de la dirección regional, pero sus “cábalas” les llevan a marcar también en rojo el mes de marzo.

Los principales partidos vascos mantienen en ralentí sus motores electorales. Urkullu no ha comunicado oficialmente si se presentará por cuarta vez como cabeza de lista del PNV. EH Bildu no ha abierto el proceso interno para elegir a su candidato. Arnaldo Otegi, que ya cumplió la condena que le inhabilitaba para presentarse, se ha limitado decir que está dispuesto a ser el elegido. Solo los socialistas vascos y el PP tienen decidido quiénes será sus aspirantes. Eneko Andueza asumirá el liderazgo en el PSE-EE, mientras que Javier de Andrés representará a los populares tras su reciente designación como presidente del partido en Euskadi. Podemos no ha resuelto aún si concurrirá con la marca Sumar que empleó en las generales. Y Vox, salvo sorpresa, volverá a confiar en su única parlamentaria, Amaia Martínez.

Todo el interés de las autonómicas está centrado en la lucha cerrada que presumiblemente mantendrán el PNV y EH Bildu por la supremacía en el País Vasco. Está por ver si el PNV confirma el desgaste sufrido tras mantenerse durante 21 años seguidos en Ajuria Enea y al frente de las tres diputaciones y los principales Ayuntamientos. En Bildu dicen estar preparados para “salir del campo base para conquistar la cima”. Un triunfo electoral de los soberanistas no les aseguraría el poder. Necesitarían un aliado. En su contra juega la dificultad que históricamente han tenido para concitar apoyos a su proyecto político de ruptura unilateral con el resto de España.

Si se cumplen los pronósticos, la llave de la gobernabilidad volverá a estar en manos de los socialistas. El PSE-EE, tercera fuerza en el Parlamento (partido más votado en Euskadi en las generales de julio), confía en jugar de nuevo un papel determinante en la política vasca. El PNV y los socialistas mantienen un pacto sólido en Euskadi en Ayuntamientos y diputaciones, pero la proximidad de las elecciones ha hecho aflorar los desencuentros entre ambas formaciones en asuntos como la reforma educativa vasca o la ley estatal de vivienda. Es previsible que la tirantez vaya en aumento en la fase final de este mandato, aunque los dos partidos están obligados a entenderse tras el acuerdo para la investidura de Sánchez que el PNV ha firmado a cambio de negociar, entre otros asuntos, el “reconocimiento nacional de Euskadi” y el traspaso de las competencias pendientes en un plazo de cuatro años.

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La próxima legislatura en Euskadi debería abrir definitivamente el debate sobre el futuro del autogobierno vasco. La tramitación en el Congreso de la proposición de ley de amnistía abre la puerta, según Urkullu, a lograr conquistas nacionalistas de forma “acordada” y celebrar un referéndum o consulta ciudadana para conocer la voluntad mayoritaria de los vascos sobre el futuro político de Euskadi. Esta es una de las principales asignaturas que sigue pendiente en el Parlamento. La ponencia de autogobierno creada para renovar el estatuto de Gernika (1979) se encuentra paralizada desde 2020, sin un acuerdo político suficiente para tramitarlo en la Cámara de Vitoria.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.
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