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Sánchez mantiene abierta pero en vilo su investidura pese a la lejanía de Junts

La primera ronda de contactos culmina sin certificar más apoyos que EH Bildu y da paso a una intensa negociación contrarreloj la semana próxima

El candidato socialista y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (en el centro), el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán; y la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, este viernes.Foto: Moeh Atitar | Vídeo: EPV

“Nada está cerrado ni roto, pero tampoco atado”, es la expresión con la que resumen varios dirigentes de la cúpula del Gobierno y el PSOE la situación en la que se encuentra la negociación para la investidura de Pedro Sánchez tras una primera semana de ronda de contactos con los representantes de todos los partidos presentes en el Parlamento menos con Vox. Esa puerta entreabierta la dejan en el PSOE incluso para Junts, que este viernes quiso escenificar su lejanía y distanciamiento de un posible acuerdo al refrescar las reclamaciones máximas separatistas que ya esculpió su líder, Carles Puigdemont, a primeros de septiembre desde su refugio en Bruselas. Ante el revés aparente de Junts, el alivio le llegó a Sánchez y al PSOE desde las filas de EH Bildu, que dispone de seis diputados también básicos, y que ofreció su apoyo sin prestarse a especulación alguna ante la alternativa que temen de un gobierno de derechas del PP con la ultraderecha de Vox.

Era el día más complicado de la novedosa remesa de reuniones de Sánchez, que no realizó hace cuatro años, para buscar su investidura antes del 27 de noviembre. El presidente en funciones y secretario general del PSOE dejó para el viernes, una vez pasada la fiesta nacional del 12 de octubre, dos instantáneas muy incómodas y que enseguida le reprocharon desde la derecha: Sánchez no se había visto antes nunca en persona con miembros de la formación que lidera Puigdemont, fugado de la justicia española desde 2017, ni tampoco con EH Bildu. En las reuniones para recabar los votos necesarios para su anterior investidura, los encargados de recabarlos fueron los socialistas Adriana Lastra y Rafael Simancas. Aquello ya fue un primer trago amargo.

La complejidad de las negociaciones que encara ahora el PSOE forzó a Sánchez a dar un paso más complicado y que ha solventado reuniéndose en primera persona, sin intermediarios, con los portavoces de EH Bildu y Junts. Pero con una importante salvedad: el miércoles, antes de verse con el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, Sánchez llamó al líder de la formación, Oriol Junqueras, al que el Gobierno indultó en verano de 2021 tras pasar casi cuatro años en prisión por el procés, en el otro gesto más significativo de la semana. El presidente no ha hecho aún lo mismo con Puigdemont, lo que da idea de la diferente relación que el PSOE ha establecido los últimos años con ERC frente a los puentes que está construyendo con Junts. La posibilidad de llamar a Arnaldo Otegi, líder de Sortu, matriz de EH Bildu, no se contempló.

Sánchez y el PSOE eran conscientes de la trascendencia y el impacto de las imágenes, pero el presidente y candidato socialista entiende que ahora no tiene más remedio que permitirlas porque necesita esos siete votos de Junts y porque ha apostado toda su baraja política a normalizar e integrar a los principales actores políticos del país salidos de las urnas el pasado 23 de julio. El resultado electoral, además, ha situado con un papel más preponderante ahora a Junts que a EH Bildu, aunque los dos partidos son necesarios para sumar más síes que noes en su próxima investidura, todavía sin fecha.

La cita de Sánchez con Míriam Nogueras, la representante en el Congreso de Puigdemont, fue la última de todas. Duró una hora y 20 minutos y comenzó con cierta tensión, al menos en la puesta en escena. Nogueras no se permitió ningún gesto de aproximación o cordialidad. Sánchez se presentó con su secretario de Organización, Santos Cerdán, llamado a tener un papel crucial en los contactos con esa formación y sus líderes, y luego se incorporó el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. La presencia de Sánchez con dos de sus personas de mayor confianza refleja el trato preferente que el PSOE dio a Junts, del que en última instancia depende que haya Gobierno o repetición de elecciones el 14 de enero. Cerdán también acompañó a Sánchez con EH Bildu, mientras que Bolaños participó en el encuentro con ERC. La vicesecretaria general del PSOE y ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, asistió a las reuniones con PNV y Coalición Canaria. Pero Junts fue el único partido que se vio con tres de los pesos pesados del PSOE.

La atención de los socialistas no se vio igual de correspondida por Junts. Nogueras compareció en el patio del Congreso y en catalán, en apenas dos minutos, midió al milímetro sus mensajes. Dijo que Junts continuará ahora jugando su papel clave en esta negociación, pero anticipó que por ahora están “lejos”. Etiquetó este momento como “absolutamente trascendental y extraordinario”, pero quiso también marcar algunos límites. Al PSOE le soltó, ante la prensa, que la investidura de 2023 no tiene nada que ver con la de 2019, en la que ellos no contaron: “Hoy tampoco veníamos a escuchar las condiciones del PSOE, porque hemos venido a recordar nuestras reclamaciones”. Y fue ahí cuando recalcó que había aprovechado la cita para entregar la transcripción de las exigencias que ya fijó por adelantado Puigdemont en Bruselas el pasado 5 de septiembre.

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En aquella exposición, Puigdemont estableció cuatro condiciones “previas” a la negociación de la investidura: 1. Que el Estado respete “la legitimidad democrática” del independentismo; 2. Que se cree un “mecanismo de mediación y verificación” para garantizar el cumplimiento de los acuerdos; 3. Que se produzca un “abandono completo y efectivo de la vía judicial contra el independentismo”, a través, entre otras cosas, de una ley de amnistía; y 4. Que los “únicos límites” a cualquier pacto sea los establecidos por los “tratados internacionales que hacen referencia a los derechos humanos”, es decir, que no sea la Constitución.

Nogueras refrendó así esas demandas y especificó: “No estamos aquí para hacer o escuchar lo que ya se ha hecho los últimos cuatro años. Si se trata de hacer lo que los últimos cuatro años, los votos de Junts no están asegurados”. Y fue así como llegó a la conclusión: “Estamos lejos de ese compromiso histórico”. Lo dijo todo seguido y en catalán, y se marchó casi a la carrera, dejando detrás a decenas de periodistas, como no se recordaba en ninguna de sus ruedas de prensa hasta ahora, en una estrategia de evitar a los medios de comunicación que lleva practicando desde el verano.

Fuentes de la formación de Puigdemont ya habían dejado entrever el jueves que Nogueras no haría grandes anuncios y que la reunión sería un mero trámite. Y descartaban, a diferencia de Sánchez, que se usara la oportunidad para que Sánchez y Puigdemont escenificaran su acercamiento con una llamada telefónica similar a la que sostuvieron el socialista y el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, el pasado miércoles. El momento de la diputada, remarcan, fue la negociación de las cuestiones relacionadas con el día a día del Congreso y del uso de las lenguas cooficiales, pero ante la negociación de la investidura, pese a estar en el reducido círculo de confianza del expresident, su papel es tangencial, informa Camilo S. Baquero

El PSOE rebajó la relevancia de las advertencias de Junts sobre la incertidumbre de sus apoyos. Fuentes del partido dieron a entender que contaban con ellas, y ni siquiera se ha ofrecido una versión verbal de sus portavoces. Para evitar contratiempos, el partido envió un comunicado genérico de balance final sobre los contactos de esta semana en el que remarca que su objetivo es firmar acuerdos progresistas para ampliar los derechos de todos los ciudadanos del país y apostar por más “convivencia, diálogo y pluralidad” siempre en el marco de la Constitución. Fuentes socialistas apuntan que el aspirante podría aportar alguna novedad al respecto la semana que viene. El lunes reunirán a su comisión negociadora ampliada y explorarán los siguientes pasos en una semana en la que los más optimistas en La Moncloa esperaban haber celebrado el debate de investidura.

La reunión de Sánchez con EH Bildu tenía la expectación de ser la primera en persona con ese grupo, pero también algunos riesgos por el enconamiento que era previsible que levantaría en los ámbitos políticos y mediáticos de la derecha. Y así sucedió. Bildu decidió no salir públicamente tras la conversación, que duró una hora y 10 minutos, pero emitió un comunicado en el que aclara que no piensa especular con su apoyo a Sánchez frente a la alternativa de un presidente del PP con la ultraderecha de Vox. Bildu valoró el encuentro como “otro hito que permite construir un marco de confianza para abordar un ciclo de diálogo, negociación y acuerdo”. Sus votos, a diferencia de los de Junts, están asegurados. Al PSOE le quedan seis semanas para amarrar el respaldo en el aire del resto de sus socios. Un apoyo que Sánchez insiste en que tiene que ser de legislatura.

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