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El informe preliminar sobre el naufragio del ‘Villa de Pitanxo’ contradice la versión del capitán

El buque solo llevaba trajes de supervivencia para 22 de los 24 marineros y dos no figuraban como enrolados, según el dictamen provisional de la comisión de investigación

El alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores, y la portavoz de las familias de las víctimas del 'Villa de Pitanxo', María José do Pazo, descubren una placa con los nombres de la tripulación desaparecida en el naufragio, durante el homenaje del Ayuntamiento, el 15 de febrero. Foto: CÉSAR ARXINA (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV

El esperado dictamen provisional de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM) sobre el naufragio del pesquero Villa de Pitanxo —ocurrido el 15 de febrero de 2022— sostiene que el buque frigorífico navegaba a 2,6 nudos y descarta que se hubiesen parado los motores súbitamente, tal y como ha defendido el patrón del barco, Juan Padín, uno de los tres supervivientes del siniestro. Además, el informe señala que el arrastrero incumplía el certificado de navegabilidad al llevar 24 tripulantes en el momento del naufragio, dos más de los que figuraban enrolados.

Padín está imputado por la Audiencia Nacional por el supuesto homicidio imprudente de los 21 fallecidos, de cuyos cadáveres solo nueve fueron rescatados. Según el informe de la comisión, que es más coincidente con la versión del marinero Samuel Kwesi, testigo de cargo en esta causa judicial, aquel día reinaba un fuerte temporal con olas de hasta 10 metros, cuando “el arte de pesca, que todavía no se había virado y que contenía las capturas de las últimas horas, ejerció un fuerte tiro sobre las pastecas [bloques por los que corren los cabos] de arrastre”, dejando al barco sin capacidad de maniobra. El buque se hundió a 250 millas (400 kilómetros) de la isla canadiense de Terranova, en el Atlántico Norte.

Este informe preliminar, difundido este jueves por la comisión permanente de la CIAIM y facilitado a las familias de las víctimas, afirma que el Villa de Pitanxo incumplía el certificado de navegabilidad al llevar 24 tripulantes en el momento del naufragio, dos más de los que figuraban enrolados. El buque solo portaba trajes de supervivencia para los 22 marineros oficialmente registrados. El dictamen explica que en la Capitanía Marítima de Vigo “no figura ningún expediente de solicitud de aumento de tripulantes para este buque, ni de enrole de personal ajeno a la tripulación para este viaje”. Y añade que en el barco llegó a haber 25 tripulantes, pero el 3 de febrero —12 días antes del siniestro— uno de ellos fue transferido al pesquero Río Caxi.

Sin embargo, la CIAIM apunta que la armadora Pesquerías Nores S. L., también investigada como responsable del accidente, al ser informada del naufragio el Villa de Pitanxo, llegó a asegurar que el barco solo llevaba 22 tripulantes, “cifra que coincide con el número de personas enroladas, pero no con el de tripulantes que realmente iban a bordo, como se pudo comprobar”, recoge el informe.

Aunque el organismo advierte de que no habrá un estudio completo del naufragio hasta el próximo año, a la espera de que se baje al pecio y concluyan los ensayos que se realizan con un modelo del buque a escala, los investigadores han facilitado un avance de la reconstrucción del accidente.

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Pitanxo
Imagen del informe de la Ciaim sobre el 'Villa de Pitanxo' y el lugar del naufragio.Europa Press

Reconstrucción provisional

El buque salió del puerto de Marín (Pontevedra) el 25 de enero de 2022. A las pocas horas se detuvo por un problema con la bomba, aunque reanudó su marcha. Después de detenerse dos veces más en las siguientes horas, puso rumbo al puerto de Vigo, donde Capitanía Marítima observó un “problema del sistema de paso variable de su hélice propulsora”. Finalmente, salió hacia los caladeros canadienses, adonde llegó el 2 de febrero.

Después de faenar durante nueve días completos al sur de los Grandes Bancos de Terranova, el 13 de febrero se dirigió a la zona de Flemish Pass, donde inició el último lance de pesca antes de irse a pique. Tras faenar 11 horas y media, a las cinco de la madrugada (hora peninsular española) del 15 de febrero el buque se encontró con el arte de pesca largado por popa en pleno temporal, con vientos de 40 nudos y olas que alcanzaban los 10 metros. “A merced del viento, el oleaje, las corrientes y el tiro del arte”, el buque quedó con una fuerte escora a babor. En aquellos momentos, según abunda el informe, “las olas entran constantemente por la rampa de popa” y las de mayor altura pasan por encima del costado de babor, “inundando la cubierta superior”.

De este modo, se vio que la situación era “irrecuperable” y que resultaba “perentorio abandonar el buque”. La mayoría de los tripulantes, que se encontraban en la cubierta superior, junto a la maquinilla de pesca, trataron de acceder al puente para dirigirse a las balsas salvavidas. Ningún tripulante llevaba traje de supervivencia, a excepción del capitán y su sobrino, Eduardo Rial, que también se encontraba en el puente y que también sobrevivió al naufragio.

A las 5.23, hora peninsular, el buque emitió su última posición. Cuatro minutos antes, a las 5.19, el Centro de Comunicaciones Radiomarítimas (CCR) de A Coruña recibió una llamada selectiva digital de socorro. “El proceso de pérdida de estabilidad, inundación y hundimiento es rápido. Desde que el buque queda sin capacidad de maniobrar hasta que se hunde transcurren pocos minutos”, señala la investigación.

Varios tripulantes lograron arriar una balsa salvavidas en la que embarcaron Juan Padín, Eduardo Rial —ambos llevaban el traje de supervivencia— y al menos otros cinco tripulantes más que vestían ropa de trabajo, sin traje de supervivencia o chaleco salvavidas. “Hay certeza de que no todos los tripulantes logran acceder al puente, algunos quedan probablemente en espacios interiores o en la cubierta superior cuando el buque se hunde”, prosigue el informe.

El informe detalla a partir de ese punto lo sucedido en la balsa, que sufría “desgarros en el fondo”, posiblemente al haberse enganchado en partes del buque durante su escora progresiva. Como resultado,el agua —con una temperatura que ronda los dos grados— inunda el fondo. Los tripulantes en su interior no pueden mantenerse secos.

El buque disponía de dos balsas salvavidas, una a cada banda, con capacidad para 25 tripulantes cada una. La segunda balsa se encontrará posteriormente desplegada y a flote, pero vacía, y el informe plantea la “duda de si fue desplegada por la tripulación o si se liberó automáticamente al hundirse el buque”.

Los náufragos permanecieron en la balsa durante más de cinco horas, hasta que el pesquero Playa Menduíña Dos llegó a su rescate: “Solamente sobreviven los dos tripulantes que llevaban traje de supervivencia (el capitán y su sobrino) y otro marinero, Samuel Kwesi”, señala el texto. “Los restantes cuatro tripulantes de la balsa han fallecido por hipotermia a lo largo de las horas en las que permanecen a la espera”.

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