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Un botín de 400.000 euros en joyas enterrado en mitad de un pinar de Cádiz

La Policía desmantela una banda itinerante especializada en asaltar casas y a la que imputan más de 19 robos por toda España

Jesús A. Cañas
Joyas Conil de la Frontera pinar
El subdelegado del Gobierno en Cádiz, José Pacheco (a la derecha) presenta junto a miembros de la Policía Nacional el botín robado por una célula de croatas.POLICÍA NACIONAL (POLICÍA NACIONAL)

María, nombre ficticio, se inclina sobre la mesa del bodegón de joyas de la comisaría de Cádiz con ese pellizco en el estómago que le aflige desde que, el pasado 4 de agosto, su vecina le avisó de que le habían reventado la puerta de su casa para robarle. “Faltan los pendientes de luto de mi abuela”, explica la mujer, mientras inspecciona decenas de alhajas. Agrupadas y etiquetadas como “bolsa número 6″ brillan sortijas, colgantes, camafeos o collares cuajados de esmeraldas, brillantes, zafiros y tanzanitas valorados en más de 300.000 euros. Pero María se alegra cuando encuentra un anillo de tipo lanzadera, quizás no tan espectacular como el resto pero con un valor más allá de lo material: “Es a lo que más cariño le tengo porque era de mi madre”. La “bolsa número 6″ es parte del botín incautado por la policía a una banda formada por tres ciudadanos croatas, de entre 23 y 29 años, que están ya en prisión acusados de 19 robos como este por toda España. Enterraban las joyas, metidas en calcetines, en mitad de un pinar de Conil de la Frontera (Cádiz).

La gaditana se ha reencontrado la mañana de este miércoles con ese tesoro, compuesto a base de herencia familiar y su gusto personal por la joyería, cuando creyó “que nunca más lo volvería a ver”. No le faltaba razón a la mujer porque los investigadores de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de Cádiz tuvieron que lanzar una petición de auxilio al Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas (GOIT) de la Policía —especializado en localizar cadáveres, dinero o droga en lugares de difícil acceso— para dar con un botín en joyas de más de 400.000 euros que sabían enterrado en algún punto por determinar de una superficie de pinar de casi una hectárea. “Eso es una barbaridad. Ha sido una investigación de pico y pala”, resume el jefe de la Sección de Operaciones Técnicas del GOIT, que elude dar su nombre.

Al final, tras muchas batidas con el detector de metales consiguieron dar con una bolsa enterrada a los pies de un pino. Dentro estaban las joyas, en los calcetines blancos y anudados que días antes la banda había usado para cometer sus robos sin dejar huellas. Gracias a la vigilancia a la que sometieron a los sospechosos durante días, los investigadores sabían que ese pinar, ubicado en la urbanización conileña de Roche, era un punto caliente que podría depararles sobresaltos. Tampoco les resultaba extraño el modus operandi de los croatas: ya en 2017 la policía de Cádiz esclareció otro robo en el que ladrones de la misma nacionalidad enterraron su botín en el parque Genovés de la capital. “Lo hacen para asegurar el botín. Lo esconden ahí para que no sea detectado, hasta que ya lo sacan y se lo llevan fuera del país”, ha explicado uno de los inspectores jefes que ha presentado este miércoles la denominada Operación Split.

La mañana del pasado 4 de agosto, María y su marido dejaron su casa en la Alameda Apodaca para viajar hasta Santiago de Compostela. Los ladrones lo sabían, aunque la Policía aún no ha atado cabos de cómo seleccionaban a sus víctimas. Forzaron la puerta con destornilladores para hacer palanca. “Lo revolvieron todo y se llevaron mis joyas en un cubo de basura”, cuenta María. No fue el único palo: en el mismo día, la policía recibió otra llamada alertando de otra sustracción en un domicilio de la calle Rosario. Pero los delincuentes no contaban con una vecina que les vio en el primer domicilio. “Supimos que eran unos croatas ya conocidos”, apunta el investigador. Resultaron ser Daniel J. (29 años), su pareja Vera S. (26 años) y un compinche, David V. (23 años). El primero era el cerebro de la célula; ella —su pareja—, la experta en forzar las puertas; y el tercero, una suerte de becario que estaba aprendido el oficio y el único que no tenía antecedentes. Los detenidos viajaban en un coche azul y una caravana, acompañados por los hijos de Vera S., de siete y ocho años.

Tras dar con el grupo en un hostal de Cádiz, los policías iniciaron un seguimiento sobre ellos que les llevó hasta Algeciras, pasando por el pinar de Conil. Les descubrieron en la ciudad algecireña el pasado 9 de agosto, mientras daban un palo en dos áticos contiguos. En la caravana —estacionada en Palmones (Los Barrios)—, encontraron 7.000 euros en efectivo y joyas que estaban identificadas como desaparecidas, desde un robo perpetrado en A Coruña en 2016. El coche resultó estar implicado en otro delito en Portugal y la autocaravana estaba puesta a nombre de la abuela de los niños —bajo cuya custodia están ahora—, también con antecedentes penales por los mismos hechos.

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El Juzgado de Instrucción Número 4 de Cádiz ha decretado el ingreso en prisión de los tres presuntos ladrones. La Policía les imputa más de 19 robos en Cádiz, Jerez, Puerto Real, Málaga, Velez-Málaga o Huelva. Con todo, los investigadores son conscientes de que son solo una célula que responde a una mafia mayor que, cada verano, les recluta para perpetrar robos itinerantes por toda España. “Vuelven cada año. Estos, en concreto, estaban asentados en Italia. Con lo robado, parte del dinero lo mandaban a sus familias y otra al líder de la mafia, que seguimos sin saber quién es”, apunta el investigador de la UEDV. Con el botín de María no les dio tiempo, algunos anillos y pendientes los ha recuperado a medio machacar o sin las piedras. Además, la gaditana asegura que le faltan todas las piezas de plata de su joyero. Pero aun así está contenta y agradecida. “Creía que no iba a recuperar nada, así que lo que he sentido al localizar esto es mucha satisfacción”, explica la mujer, emocionada.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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