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Sánchez confirma que el Gobierno nombrará en septiembre a sus miembros del Constitucional

El presidente choca con Albania sobre la independencia de Kosovo al final de su gira por los Balcanes

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la izquierda, junto al primer ministro de Albania, Edi Rama, este lunes en Tirana.Foto: FRANC ZHURDA (AP) | Vídeo: EUROPA PRESS
Miguel González

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha confirmado este lunes que el Ejecutivo elegirá en septiembre a los magistrados del Tribunal Constitucional que le corresponden en la renovación. En una conferencia de prensa en Tirana (Albania), en la que ha comparecido con el primer ministro albanés, Edi Rama, ha sido preguntado sobre si ya tenía los nombres de los magistrados, una cuestión sobre la que no se ha pronunciado. El presidente sí que ha vuelto a urgir al Partido Popular a que desbloquee la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que acumula más de 1.000 días con el mandato caducado. “Si un partido se califica como constitucionalista tiene que cumplir con la Constitución todos los días del año, no cuando a él le convenga y, por tanto, hago un llamamiento al principal partido de la oposición para que, después de más de 1.000 días, cumpla la Constitución y desbloquee la renovación del Poder Judicial”, ha reclamado.

Durante la comparecencia, Sánchez se ha mostrado “convencido” de que el Poder Judicial nombrará a sus miembros en septiembre y que cumplirá con la proposición que el PSOE sacó adelante en el Congreso para forzar al órgano de gobierno de los jueces a designar a los magistrados del Tribunal Constitucional que le corresponden antes del 13 de ese mes. “Estoy convencido de que el Consejo General del Poder Judicial cumplirá con la ley y que, por tanto, dará los nombres y una propuesta para renovar por su parte los magistrados del Tribunal Constitucional. Desde luego que el Gobierno lo hará, como hemos dicho, en el mes de septiembre”, ha añadido.

Aunque faltan 11 meses para que España asuma la presidencia de la UE y hasta el 1 de enero no entrará en la troika comunitaria que, con República Checa y Suecia, pilotará el club europeo en el primer semestre de 2023, Pedro Sánchez ya se viste el traje de líder de la Unión. Envuelto en él, ha recorrido en 72 horas cinco países de los Balcanes Occidentales: Serbia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte y Albania. El mensaje que ha dejado en todos ellos es el mismo: la invasión de Ucrania ha hecho que las puertas de la UE, cerradas a cal y canto desde hace años, se entreabran y los países balcánicos deben aprovechar esta oportunidad para cruzarlas antes de que se cierren de nuevo. España, ha reiterado este lunes en Tirana junto al primer ministro albanés, el socialista Edi Rama --con el que ha chocado a propósito de la independencia de Kosovo--, está dispuesta a apoyarlos.

Aún no se sabe si a Sánchez le tocará copresidir una cumbre como la que la UE y los países balcánicos celebraron en junio en Bruselas, pero sí se sabe que, bajo presidencia española, tendrá que seguir empujando para hacer avanzar un proceso que, pese a haberse desbloqueado, está muy lejos de su culminación. El principal empujón fue la aprobación, el 20 de julio, de la apertura de conversaciones para el ingreso de Macedonia del Norte y Albania, aunque ambos países ya estaban admitidos como candidatos desde 2005 y 2014 respectivamente. La vía rápida abierta para Ucrania y Moldavia, ante la amenaza de Moscú, ha obligado a la UE a repescar dos candidaturas que estaban en vía muerta.

Vista del Tribunal Constitucional en Madrid.
Vista del Tribunal Constitucional en Madrid.Aitor Sol

Sánchez ha instado a los mandatarios de los cinco países balcánicos a acelerar las reformas, para cumplir con los requisitos exigidos por la UE, y les ha hecho guiños con la promesa de que España estará a su lado a la hora de pedir flexibilidad a Bruselas. El caso más delicado es el de Bosnia-Herzegovina, el único que aún no tiene el estatuto de país candidato. Bajo la aparente calma que trasmite ver atestado de turistas el reconstruido puente otomano de Mostar, volado durante la guerra que devastó el país hace tres décadas, subsisten latentes las tensiones interétnicas. Las elecciones previstas para el 2 de octubre exacerban los discursos ultranacionalistas y, aunque la sangre no vuelva a llegar al río Neretva, es muy difícil que las tres comunidades (serbios, croatas y bosnios) se pongan de acuerdo para echar a andar las instituciones comunes y acometer las reformas que les exige la UE. Sánchez ha advertido de que la invasión rusa de Ucrania no debe servir de pretexto para “postergar la resolución de conflictos congelados en el tiempo”.

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La independencia de Kosovo

No lejos de allí, en el norte de Kosovo, los disturbios se han reproducido este fin de semana por la decisión de las autoridades de Prístina ―pospuesta in extremis― de imponer a la minoría serbia el uso de matrículas y documentos de viaje de la autoproclamada república. Las tropas de la OTAN, desplegadas en la exprovincia serbia desde 1999, han amagado con intervenir para frenar la violencia. En Tirana, donde ha concluido su gira balcánica, Sánchez ha reiterado hasta en dos ocasiones, no sin disculparse ante sus anfitriones, que España considera que la independencia unilateral de Kosovo vulnera el derecho internacional. El primer ministro albanés ha quitado hierro a la discrepancia, pero ha subrayado que España tiene “sus propias razones” (insinuando que responden a cuestiones de política doméstica) para no reconocer a Kosovo, cuya población es mayoritariamente albanesa y con cuyo Gobierno ha dicho estar “al 100%”.

El problema es que, en el escenario de realineamiento internacional que se está configurando tras la invasión de Ucrania, no caben los espacios vacíos; y. si la Unión deja un hueco en los Balcanes, lo llenará Rusia. Moscú nunca ha descuidado su tradicional amistad con Belgrado y Putin ha sellado con el presidente serbio, Alexandar Vucic, un ventajoso acuerdo de suministro de gas mientras cierra la espita a sus clientes de la OTAN. Serbia, a cambio, se niega a secundar las sanciones contra Moscú, pese a haber condenado la invasión de Ucrania en la ONU. Los servicios de inteligencia aliados creen que Milorad Dodic, el líder de los serbios de Bosnia, sirve como peón a Moscú para desestabilizar las frágiles estructuras estatales que surgieron de los acuerdos de paz de Dayton, en 1995. “Porque Rusia tiene potencia suficiente para que vuelva la guerra a los Balcanes debemos perseverar en la construcción de la paz”, ha subrayado Edi Rama.

La partida que se juega en este rincón del sudeste de Europa no es solo económica, sino también estratégica, y Sánchez, como futuro presidente de turno de la UE; apuesta por anclar cuanto antes los Balcanes en el proyecto comunitario y cerrar el paso a la penetración rusa. Esa es la idea general, pero luego cada país juega con sus intereses y tiene sus propias líneas rojas: Grecia y Bulgaria han obligado a Macedonia a cambiar su nombre y su Constitución, mientras que España se niega a reconocer la independencia de Kosovo mientras no llegue a un acuerdo improbable con Serbia.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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