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El nuevo Gobierno prepara mejoras en Cataluña y ofrece diálogo para desbloquear los temas pendientes

Los ministros se estrenan defendiendo los pactos para afrontar reformas o desbloquear problemas pendientes

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preside la tradicional foto de familia de la nueva composición del Ejecutivo en las escalinatas del Palacio de la Moncloa este martes. En vídeo, declaraciones de Rodríguez en el acto de traspaso de cartera.Vídeo: ANDREA COMAS / EFE
Carlos E. Cué

El estreno de los siete nuevos ministros de Pedro Sánchez, cinco mujeres y dos hombres, dejó muy claro un mensaje que recorre el nuevo Ejecutivo tras la salida de varios pesos pesados. La línea general es la de un Ejecutivo que intentará potenciar su carácter negociador, de gestión más que de imagen, y que se prepara para resolver todos o la mayoría de los conflictos pendientes en esta segunda parte de la legislatura a través del diálogo y la búsqueda de consensos amplios. Desde el conflicto con Marruecos hasta la ley de vivienda o la renovación del Poder Judicial pasando por la decisiva negociación con Cataluña, con una cita pendiente de la comisión bilateral que probablemente ya se dejará para septiembre, todos los nuevos ministros dejaron claro que intentarán resolver los problemas pendientes.

El que llevará más trabajo es el de Cataluña, uno de los ejes de la legislatura. El cambio aquí es significativo. Miquel Iceta, primer secretario del PSC y un veterano político, deja paso en la portavocía y en Política Territorial a Isabel Rodríguez, alcaldesa de Puertollano y por tanto dirigente del PSOE de Castilla-La Mancha, con posiciones muy diferentes en este asunto a las del PSC. El cambio ya fue muy evidente en la toma de posesión. Rodríguez, pese a dirigir un ministerio que presidirá la comisión bilateral con la Generalitat cuando se reúna, evitó hacer referencias a Cataluña, aunque destacó en su intervención la utilización del pacto como fórmula de trabajo.

La opción de Rodríguez como portavoz del Gobierno, un puesto para que el que sonó Iceta, demuestra también que Sánchez no quiere que, después de los indultos, Cataluña se convierta en el monotema político de cada rueda de prensa del Consejo de Ministros, algo que podría pasar con el líder catalán.

El Gobierno pretende llevar a la comisión bilateral, en principio prevista para este mes pero que se podría aplazar a septiembre y que no se reúne desde agosto de 2018, la resolución de cuestiones relativamente sencillas para la mejora del autogobierno de Cataluña, como agilizar algunas transferencias pendientes, la retirada de determinados recursos de inconstitucionalidad contra normas autonómicas o cerrar algunas inversiones clave. Para la mesa de diálogo quedará la parte más complicada, esto es, las vías de solución al conflicto político.

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La llegada de Rodríguez al ministerio ha generado cierto recelo en el independentismo por su cercanía al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, uno de los barones más críticos con los gestos de Sánchez hacia ese mundo, incluidos los indultos. Pero fuentes del Gobierno explican que en realidad la negociación con los independentistas siempre se ha llevado desde La Moncloa. Si antes la conducían Carmen Calvo, Iván Redondo y el propio Sánchez, ahora serán Félix Bolaños, nuevo ministro de Presidencia, y Óscar López, nuevo jefe de Gabinete, quienes llevarán la interlocución, con Sánchez siempre por encima hablando con Pere Aragonés o incluso Oriol Junqueras para desbloquear lo que sea neceario.

Un cambio muy evidente a favor de una posición más negociadora es el de Exteriores, donde José Manuel Albares dejó claro que intentará resolver todo lo rápido que sea posible el conflicto. La posición de Arancha González Laya era diferente, con una apuesta por la firmeza con Marruecos que claramente Sánchez no ha respaldado al relevarla. Ahora Albares tiene como tarea fundamental utilizar todos los mecanismos diplomáticos y sus contactos para normalizar la relación, aunque sin cambiar la posición sobre el Sáhara, algo que Marruecos desea y España no puede asumir. Como gesto, Albares llamó “gran amigo” a Marruecos y ya está pensando en un primer viaje para abrir una brecha negociadora.

Otra toma de posesión que dejó en evidencia ese nuevo afán negociador fue la de la nueva ministra de Transportes y Vivienda, Raquel Sánchez. La ley de vivienda lleva meses bloqueada y el PSOE y Unidas Podemos no se ponen de acuerdo sobre la limitación a los precios del alquiler. Pero Sánchez, que como alcaldesa de Gavá sí ha defendido esa limitación, hizo un discurso que claramente muestra que podría encontrar sintonía con las propuestas de Unidas Podemos. “No hay derechos y no hay dignidad sin vivienda. Hablar de inclusión es hablar de vivienda y del derecho a disponer de ella a precios asequibles. Ese es el instrumento más poderoso del Estado del bienestar y la fuente de la que emanan los derechos fundamentales. Vivienda y trabajo son los pilares de nuestra dignidad. Sin vivienda no hay libertad, ni seguridad ni intimidad”, aseguró en el relevo que le daba José Luis Ábalos, que dejó entrever una clara amargura por abandonar el Gobierno, algo que claramente no esperaba.

También la nueva ministra de Educación, Pilar Alegría, hizo en su toma de posesión un alegato a favor del diálogo y el consenso. Sin embargo, todos estos deseos se enfrentarán rápidamente con una oposición que está pidiendo a diario la dimisión de Sánchez y la convocatoria de nuevas elecciones, con lo que no es previsible que haya siquiera unos días de tregua. El presidente y su nuevo equipo creen contar con mucho tiempo —dos años y medio— para tratar de cambiar el ambiente político y sobre todo para dar un giro a las encuestas, que muestran al PP como primer partido con opciones de sumar con Vox.

Se abre una nueva partida política que en realidad empieza en septiembre, cuando los ministerios estén rodados y comience la negociación real, incluidas las dos más importantes y paralelas: Presupuestos y la mesa de diálogo con la Generalitat.

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