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España busca ganar peso en la OTAN al cumplirse 40 años de su entrada

Más de 800 militares españoles participan en misiones bajo bandera de la Alianza Atlántica

Miguel González
El secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, durante una comparecencia pública.
El secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, durante una comparecencia pública.Virginia Mayo

Si la Alianza Atlántica aprueba celebrar en España su cumbre de 2022, será el mayor evento internacional que, salvo imprevistos, tenga como anfitrión a Pedro Sánchez en esta legislatura. Al menos 30 jefes de Estado y de Gobierno, incluido el presidente estadounidense Joe Biden, están convocados a la cita.

Solo en una ocasión ha albergado España una cumbre de la OTAN. Fue en julio de 1997, con el entonces presidente José María Aznar como organizador y Bill Clinton entre los invitados.

El Gobierno ha presentado su candidatura esgrimiendo que, en mayo próximo, se cumple el 40º aniversario del ingreso de España en la Alianza Atlántica. Y ahí empieza la paradoja, pues fue una decisión del entonces presidente Leopoldo Calvo-Sotelo, de la UCD, a la que se opuso ferozmente el PSOE. Felipe González se comprometió a someter la permanencia en la OTAN a referéndum. Y cumplió. Aunque la consulta, celebrada en marzo de 1986, ya no fue para salir, sino para quedarse. Lo que convirtió a España en el primer país que pertenecía a la OTAN por decisión popular.

El referéndum impuso algunas limitaciones, como que España no podía pertenecer a la estructura militar de una alianza militar, pero estas fueron obviadas por Aznar, que las metió en un cajón. Si en España no hubo más mandos de la OTAN fue porque eran muy disputados.

Su sucesor, José Luis Rodríguez Zapatero, intentó compensar la retirada de las tropas de Irak, donde actuaba una coalición de voluntarios dirigida por EE UU, con un aumento de la presencia en Afganistán, donde la OTAN había asumido el imposible encargo de estabilizar el país. No obstante, la decisión de retirar sin aviso el contingente de la antigua provincia serbia de Kosovo provocó un nuevo disgusto en Washington y la OTAN, que abanderaba la operación. En marzo de 2009, Zapatero hizo más de 20.000 kilómetros en avión para acudir a Valparaíso (Chile) y congraciarse con el vicepresidente de EE UU, Joe Biden.

La situación hoy es muy distinta. España ha salido de Afganistán de manera concertada con la OTAN y es uno de los países que más contribuye a sus operaciones: tiene una compañía mecanizada en Letonia, un destacamento aéreo con carácter rotatorio en Lituania (y este año otro en Rumania) y una batería de misiles Patriot en Turquía, además de uno o dos buques en las flotas permanentes aliadas; en total, más de 800 militares.

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Sánchez podrá presumir el lunes en Bruselas de que, por vez primera, España supera el 1% del PIB en gasto militar. No es el 2% que reclama Washington, pero está en la senda.


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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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