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¿Una nueva ‘kale borroka’?

Grupos de radicales aprovechan la protesta de un preso etarra díscolo para extender los ataques, incluso contra el partido de Otegi

San Sebastián, Bilbao -
La líder del PSE, Idoia Mendia, y su marido, el concejal Alfonso Gil, observan los daños provocados por radicales en su vivienda. EFE
La líder del PSE, Idoia Mendia, y su marido, el concejal Alfonso Gil, observan los daños provocados por radicales en su vivienda. EFEPSE-EE (EL PAÍS)

La casa del pueblo de Portugalete (Bizkaia) amaneció el 12 de mayo con una pintada en rojo que decía “Patxi Ruiz en huelga de hambre y sed. Amnistía total. PSOE asesino”. El goteo de actos vandálicos posteriores para defender a este preso etarra en huelga de hambre suma ya 29 ataques en varios municipios vascos. Nadie se libra. Los batzokis del PNV han sufrido varios sabotajes, al igual que sedes de Podemos. El domicilio de la líder de los socialistas vascos, Idoia Mendia, fue atacado. Un cajero bancario resultó calcinado, y los violentos actuaron también sobre un autobús urbano. La nueva ola de kale borroka no entiende de siglas: incluso la izquierda abertzale la ha sufrido, con pintadas críticas contra Sortu (el partido heredero de Batasuna y hoy parte de la coalición EH Bildu) en la herriko taberna de Bilbao.

Varios grupos de radicales abertzales no identificados han actuado principalmente contra sedes políticas y sobre todo en Bizkaia. Lo hacen para solidarizarse con Patxi Ruiz, perteneciente a la línea más dura de ETA, que dejó de ingerir alimentos el 11 de mayo en la cárcel de Murcia II y este jueves fue hospitalizado. Fuentes de la lucha antiterrorista atribuyen la autoría de estos actos a grupúsculos “descontentos con la deriva de EH Bildu, disconformes con que el partido de Otegi haya tocado moqueta, y que tratan de crear división”.

Los investigadores definen a los autores como jóvenes “organizados” y “bajo el control de veteranos de ese mundo que en su día tuvieron peso político”. Los clasifican como una facción “poco numerosa” que se desligó de la línea oficial cuando los principales dirigentes de Bildu aceptaron que ETA finalizara en 2011 su actividad terrorista y, hace ahora dos años, se disolviera. No perdonan que la coalición soberanista abandonase reivindicaciones históricas, sobre todo la amnistía general para los presos etarras. Amnistía ta Askatasuna (ATA, también denominado Movimiento Pro Amnistía y Contra la Represión), una escisión de Sortu, es la plataforma que aglutina este sentir crítico y se ha erigido en altavoz de la lucha en prisión por Patxi Ruiz.

El recluso etarra dirigió su protesta contra la gestión del coronavirus en las cárceles. Apodado Kapota, Ruiz está condenado a 30 años por asesinar en 1998 al concejal de UPN Tomás Caballero. Es un recluso del ala más radical de ETA, y fue expulsado en 2017 del colectivo de presos etarras cuando calificó de “liquidacionistas” a los líderes de Batasuna.

La falta de alimentos ha debilitado a Ruiz, quien según su entorno padece un fallo renal y tiene dificultades para andar y dormir. “Su situación es muy grave”, aseguran. Este jueves el juez autorizó su ingreso en un hospital tras negarse el etarra a que lo tratara el médico del penal.

“Sortu culpable”

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Su situación ha desencadenado protestas de otros presos de la banda. Unos no salen de sus celdas, otros rechazan la comida o hacen ayunos intermitentes. Y la tensión en esa prisión de Murcia se ha traducido en pintadas amenazantes en territorio vasco.

Los incívicos han atacado con pintadas al menos 15 sedes del PNV, 10 del PSE-EE (además del domicilio de Mendia), tres de Podemos y una herriko taberna. El miércoles escribieron “Sortu culpable” en esa sede del casco viejo bilbaíno. Un día antes, ATA acusó a EH Bildu y a Sortu de “tapar sus miserias” y les emplazó a “respetar la voluntad” de Ruiz, que “defiende la confrontación con el enemigo” y rechaza las “actitudes” del partido de Otegi.

Se ha abierto una lucha encarnizada entre sensibilidades que provienen del mismo mundo y compartieron, en otro tiempo, objetivos y medios similares. Las acciones violentas de estos días, ninguna reivindicada, siguen las consignas que promulga ATA en sus comunicados.

EH Bildu se encuentra así ante una grieta particularmente inoportuna a mes y medio para las elecciones autonómicas. Una fuente policial cree que el partido “recibe la presión de quienes ellos mismos han alimentado y corre el peligro de que esto prenda en jóvenes que habían asumido que ETA se acabó”. El secretario general del PSE en Gipuzkoa, Eneko Andueza, afirma: “En la izquierda abertzale hay gente empeñada en dinamitar el camino de diálogo. No soportan este cambio dentro de la coalición soberanista”.

EH Bildu, entre tanto, ha denunciado pero no condenado este vandalismo. Su candidata a lehendakari, Maddalen Iriarte, dijo que con el ataque a la vivienda de Mendia los violentos habían “cruzado una línea”. Pero evitó condenarlo y tildó de “dramática” la situación de Patxi Ruiz. Idéntico discurso hizo la diputada Mertxe Aizpurua, quien lamentó lo acontecido pero matizó que “viene a consecuencia de una situación extrema que está pasando un preso vasco”. “Si esa situación no existiera, no ocurriría. ¿De qué valdría que yo lo condenase?”, dijo.

El partido abertzale tampoco firmó una declaración de condena que suscribió todo el arco político del Ayuntamiento bilbaíno. Al mismo tiempo, sus representantes nacionales sí suscribían apoyar la prórroga del estado de alarma a cambio de la derogación “íntegra”, aún por confirmar, de la reforma laboral.


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