Un hotel para descansar del turismo masivo
Desconectar para reconectar. Fuerteventura es una isla inhóspita y conmovedora. Y Casa Montelongo, un alojamiento que pone en valor un territorio que en otro tiempo fue considerado idóneo para el destierro, como el de Unamuno. Un lugar sobrecogedor al que escaparse en busca de calma y paisajes salvajes.
Este año se espera que en España las cifras ligadas al turismo pulvericen récords. Pero, igual que no todo el turismo es de masas, no todos los alojamientos turísticos suponen una amenaza para su contexto o la desintegración de los estilos de vida locales. Proyectos como Casa Montelongo buscan preservar el patrimonio, la arquitectura vernácula, la memoria, la cultura y la identidad local, conectando con el lugar.
En pleno casco urbano de La Oliva, en Fuerteventura, Casa Montelongo es un pequeño alojamiento de este tipo surgido del interés de sus propietarios por recuperar y conservar el patrimonio arquitectónico de la isla canaria. Borja Julià Blanch (Barcelona, 46 años) y Raúl Ortega Santana (Gran Canaria, 43 años) son los promotores de The Suites, una red de viviendas vacacionales con un diseño muy cuidado, en la que alternan algunas de su propiedad con la gestión de residencias de terceros, incluidas las de los modelos Jon Kortajarena en Lanzarote o la de Eugenia Silva en Formentera.
“Empezamos con este proyecto hace unos 12 años. Yo trabajaba en Turismo de Gran Canaria, llevando la promoción de hoteles con encanto y turismo rural. Queríamos dar a conocer la isla desde otro punto de vista, más ligado a la naturaleza, a los pueblos de interior y los alojamientos pequeños”, cuenta Ortega. “Mi pareja, Borja, había sido director de hotel durante muchos años para la cadena Axel. Empezamos The Suites con una casa que yo tenía en el norte de Gran Canaria y otra propiedad que él había heredado en Barcelona. Después, por el boca a boca, nos fueron llegando viviendas de amigos para que las gestionáramos, porque solo las disfrutaban unos meses al año y el resto del tiempo las tenían vacías. Como no teníamos capacidad de inversión propia, esta mezcla nos funcionó bien. Después hemos ido adquiriendo propiedades en otras zonas, como esta en Fuerteventura”.
Evalúan con mucha consideración por el patrimonio del lugar las propiedades que incorporan a The Suites. La edificación en la que se encuentra Casa Montelongo había sido un antiguo casino en La Oliva, situado en una zona de conservación histórico-artística de la población. Llamarlo casino igual suena demasiado grandilocuente para la actividad que tenía, pero así es como se denominaba a estos lugares de encuentro, según explica el historiador local Pedro Carreño Fuentes: “En este pueblo existían tres casinos, o sociedades de recreo, diferenciados por clases sociales. El Casino de Montelongo era el de la clase media. En ellos, no solo se hacían bailes y otros encuentros festivos, sino que fueron por excelencia el lugar para la realización de importantes obras de teatro. Dejaron de funcionar a mediados de la primera mitad del siglo pasado”.
Montelongo era una familia burguesa e ilustrada, “con nobles aspiraciones culturales y sociales y con una importante hacienda que les permitía vivir holgadamente”, apunta Carreño. Su riqueza procedía del comercio de la cochinilla, la orchilla y la barrilla en el mercado inglés. Tenían esta residencia en La Oliva, mitad vivienda, mitad casino, porque durante los siglos XVIII y XIX esta población era el centro de actividad de la isla, incluso durante un tiempo fue la capital.
Y así es como se la encontraron Borja y Raúl, aunque cerrada y abandonada desde hacía bastante tiempo. El único rastro que quedaba del paso de los Montelongo eran los restos del tablado, las cortinas y los decorados del teatro. “Lo bueno era que no se había pervertido. Mantenía toda su esencia y su distribución original. Los espacios estaban muy poco tocados”, apunta Ortega. Así que, al entrar, un zaguán distribuía el interior en dos alas: en una estaba la vivienda y, en la otra, el casino. Desde ambas se podía acceder al patio interior, donde había un aljibe. Esta distribución tan sencilla les permitió crear dos suites, cada una con su cocina y sala de estar, que se pueden alquilar de manera independiente o conjunta.
La arquitectura vernácula canaria tiene muy estudiada sus condiciones climatológicas tan adversas. En el caso de Fuerteventura, la orientación sur para protegerse de los continuos vientos alisios es crucial, así como establecer estrategias para aprovechar hasta la última gota de lluvia o humedad ambiental. Debido a lo primero, los interiores tendían a ser oscuros. Esta carencia y su buen estado de conservación fueron los puntos de partida para el arquitecto canario establecido en Berlín Néstor Pérez Batista (Gran Canaria, 53 años), a quien encargaron el proyecto de adaptación del antiguo casino y vivienda a alojamiento vacacional. Conocían su trabajo por proyectos previos de protección y renovación del patrimonio arquitectónico canario.
“Algo que intentamos siempre conservar en nuestros proyectos es la estructura tal y como nos la encontramos, porque me parece muy importante para salvaguardar el valor artístico y arquitectónico. Además, minimizar las actuaciones también es más sostenible. En este caso, por la normativa, lo único que estábamos obligados a mantener era la fachada. Así que, por poder, podíamos haber hecho un vaciado total de la parcela… Yo no entiendo que se proteja la fachada y no el resto”, critica Néstor Pérez Batista. “Partiendo de esto, tratamos de conservar lo que ya existía y adaptarlo al nuevo uso que se le iba a dar. En este caso no era muy complicado porque el interior ya estaba dividido con bastante claridad en dos alas desde el propio zaguán”. La idea era preservar lo máximo posible, integrando aquellos nuevos elementos que fueran necesarios. De hecho, en un principio, hacer una piscina no entraba en los planes, pero, al comenzar a despejar el patio de vegetación, se dieron cuenta de que les recordaba mucho a un riad.
Otro rasgo distintivo del modo de proyectar de Néstor Pérez Batista es su interés por lo inmaterial y las sensaciones, que considera también parte del diseño del espacio. Por este motivo, una de sus principales intervenciones fueron las múltiples aberturas, de lucernarios a nuevas ventanas, que ideó con una doble estrategia. Por un lado, introdujo lucernarios con una ubicación, un diseño y una intencionalidad que van más allá de conseguir una mayor iluminación. En el zaguán, uno de grandes dimensiones y revestido de espejo produce fascinantes reflejos. En los interiores se han situado en puntos muy estudiados para proyectar el exterior hacia el interior. La luz natural que entra por estos tragaluces introduce dos elementos muy importantes en el interior: el tiempo y el paisaje, que van transformando las atmósferas de los espacios a lo largo del día. Por ejemplo, si hay calima, la luz se torna anaranjada. Son un elemento funcional, pero con una dimensión decorativa al mismo tiempo.
Por otro lado, las ventanas que Pérez Batista ha proyectado, bajo un criterio mucho más contemporáneo, funcionan como elemento contemplativo y de mejora de la ventilación. Así que sus ubicaciones, que a priori podrían parecer aleatorias y estéticas, en realidad tienen un sentido. Aparte, conectan visualmente los interiores con el patio y a la inversa. Por la noche, la luz de dentro genera cajas de luz en él, formando parte de la iluminación exterior.
Fuerteventura es un territorio tan inhóspito que resulta sobrecogedor. “Tiene una energía que te atrae o te expulsa. O te enamoras o te parece que estás en medio de un desierto. Aquí, a partir de las primeras 24 horas pierdes la noción del tiempo. Nosotros a veces nos guiamos por las campanadas de la iglesia”, asegura Raúl. La isla tiene un paisaje tan salvaje y el carácter de Casa Montelongo es tan íntimo que, sin duda, invitan a un viaje. Pero quizá, sobre todo, en concreto a un viaje interior.
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