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Irlanda homenajea a sus caídos en combate contra el hambre

Un museo y una ruta desde Strokestown hasta Dublín honran la memoria de los muertos en la gran hambruna del siglo XIX en la isla.

National Famine Museum
El National Famine Museum, en Strokestown Park, con retratos de habitantes de la zona.Colin Shanahan (National Famine
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El hambre sigue estando ligada a los éxodos migratorios. En Irlanda lo tienen muy presente, y para dar visibilidad a esa memoria en 2022 se inauguró The National Famine Museum en Strokestown Park, al norte del país, un homenaje a la devastadora gran hambruna que entre 1845 y 1849 provocó que 1.490 habitantes del pueblo partieran con la esperanza de sobrevivir. Un tercio murió en el intento, pero todos realizaron a pie los 165 kilómetros que separan Strokestown de Dublín, donde esperaban los barcos que partían a Liverpool y posteriormente a América o Canadá, y donde muchos fallecieron por hambre y enfermedad, de ahí que se conozca a esas embarcaciones como coffin ships, barcos ataúd.

En 1845 una plaga de hongos (causada por una bacteria que venía de América) atacó cruelmente las cosechas de patatas, alimento principal de la población irlandesa, que servía para subsistir y para pagar el alquiler al terrateniente. El desastre alimentario se cobró la vida de un millón de personas y empujó a emigrar a otro millón y medio. Las consecuencias de aquella devastadora crisis todavía perduran: Irlanda es el único país de Europa que tiene hoy menos población de la que tenía en el siglo XIX.

The National Famine Museum se ubica en lo que fue la finca y la mansión del terrateniente Denis Mahon, que ofrecía tres opciones a los aparceros: morir de hambre, ingresar en un hospicio local o emigrar a través de un pasaje asistido a cambio de abandonar definitivamente las tierras. En 1847 fue asesinado a tiros.

Durante la visita, Tony Aspel, del equipo directivo del museo, explica que el 89,6% de la población eran familias campesinas o jornaleros sin derechos. El recorrido es sobrecogedor: hay peticiones de caridad que fueron omitidas, fundas de hierro que protegían el calzado mientras se cavaba la tierra, una olla original de los comedores sociales… Para Aspel, “este es el punto de partida de la historia de la emigración irlandesa. Además, nos ayuda a explicar el mundo de hoy”.

El museo es también el kilómetro cero del National Famine Way, el camino —y hoy reclamo turístico— que sigue las huellas de los que partieron desde Strokestown y que conecta inevitablemente con la réplica del barco Jeanie Johnston y el Museo de la Emigración (EPIC), ambos a orillas del río Liffey en Dublín. La ruta puede realizarse a pie o en bicicleta. Cada participante dispone de un pasaporte en el que va validando etapas.

De todas las historias que recrea este camino, la más conmovedora es quizás la del pequeño Daniel Tighe. En plena hambruna su madre, Mary, quedó viuda con cinco hijos que alimentar. En un intento desesperado por salvarlos, se acogió al Plan de Emigración Asistida ofrecido por el comandante Denis Mahon. Mary Tighe, su hermano pequeño y tres de sus hijos perdieron la vida a bordo del barco Naomi que navegaba de Liverpool a Quebec. Daniel, de 12 años, y su hermana Catherine, de 9, fueron los únicos supervivientes de la familia. Daniel relató el horror que sintió al ver cómo arrojaban los cadáveres de su madre y sus hermanos al mar. Acogidos por la familia Coulomb en Lotbinière, Quebec, los dos encontraron en una granja un mundo nuevo lejos de todo lo que habían conocido. En 2013, la comunidad de Strokestown invitó al bisnieto de Daniel a volver a casa. 166 años después de la partida del pequeño Daniel, sus descendientes volvieron a pisar suelo irlandés.

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Sobre la firma

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Es autor de las novelas 'Los Baldrich', 'La estación perdida', 'Los buenos amigos' o 'Jauja' y del libro de viajes 'París'. Su obra narrativa ha obtenido varios premios. Es profesor en la Universidad Sciences Po de París. Como periodista fue Premio Pica d´Estat 2011. Colabora en El Ojo Crítico de RNE y en EL PAÍS. 'Verso suelto' es su última novela
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