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Mayte Martín: “Canto cada vez como si me fuera a morir en ese justo momento”

Tiene claro que no ha venido al mundo a hacer dinero, sino a hacer lo que se empeñó en saber hacer: cantar. Del flamenco —“mi origen, pero no mi yugo”— a los boleros que grabó con el pianista Tete Montoliu, nunca ha dudado de su arte

Mayte Martín, cantante, compositora y cantaora de flamenco, retratada en Barcelona.
Mayte Martín, cantante, compositora y cantaora de flamenco, retratada en Barcelona.Caterina Barjau
Anatxu Zabalbeascoa

Hasta los tres años, Mayte Martín (Barcelona, 58 años) vivió en el barrio del Poble Sec, al lado del ático sin ascensor donde hoy ofrece un té de regaliz. Su familia se trasladó a La Verneda, al otro lado de la ciudad. “A mi padre le dieron un piso de protección oficial”, explica. Pero siempre quiso volver: “Porque los recuerdos bonitos los tengo de aquí”. Por entonces, en los años setenta, abrieron en la periferia de Barcelona dos hipermercados. “Pasamos de comprar en la tienda del barrio a ir en coche al Híper y al Carrefour cerca del aeropuerto”. Tenía 10 años cuando ganó un concurso de canto convocado por el Híper.

¿Qué cantó?

El primer cante que aprendí, la petenera, que forma parte de los palos más serios. Si la música no me conmovía no me interesaba. Sigo igual.

¿Qué la conmovía?

El flamenco porque lo escuché de pequeña. Valderrama. Oír cantar a mi padre, que tenía un timbre parecido. Como muchos inmigrantes andaluces, vino a buscarse la vida a Barcelona. Trabajó en la Olivetti, en una compañía de seguros, en un banco… Aquí conoció a mi madre, que era un potajillo hija de murciano y asturiana. Por parte de padre todos eran malagueños, de Ardales, en el interior. El flamenco lo heredé de él. De mi madre, el aprendizaje del cómo. Todo lo explicaba: lo que cocinaba, lo que bordaba.

¿Es hija única?

Tengo dos hermanos, nueve y ocho años mayores, que fueron entrando en el banco.

¿A usted por qué no la metieron en el banco?

Porque yo era… como una alondra. Yo era yo. Quería cantar. Mis padres lo respetaban. Solo dijeron que en casa no entraría un duro que hubiera ganado hasta que fuera mayor de edad. Hicieron muy bien. Cuando uno cobra por hacer algo que todavía no sabe hacer, coge atajos. Sabe que tiene que gustar porque le pagan. Deja de crecer.

¿Quién la llevó al Híper?

Mi padre. Se lo había dicho un compañero de trabajo. Fui la única que cantó flamenco. Gané una bici y un televisor portátil.

¿Después la animaron a cantar?

No. Simplemente cantábamos. Los domingos íbamos a casa de mis tíos. Y él, que había sido guardia civil y era un armario de dos metros… Si hubieras visto cómo lloraba escuchando a La Niña de la Puebla. Ese es mi primer recuerdo del flamenco. Aquel hombretón bruto llorando.

Con 18 años se ganaba la vida cantando.

Sí. Pero los concursos no miden la capacidad de llegar a la gente. Miden la capacidad técnica o vocal, pero no la de conmover. No digo que no tengan valor. Pero yo se lo doy a encontrarme a una persona por la calle que me dice que murió su padre y pusieron No pensar nunca en la muerte en el funeral.

"Los concursos no miden la capacidad de llegar a la gente. Miden la capacidad técnica o vocal, pero no la de conmover", dice Martín.
"Los concursos no miden la capacidad de llegar a la gente. Miden la capacidad técnica o vocal, pero no la de conmover", dice Martín.Caterina Barjau

¿Con 18 tenía criterio propio?

Lo tenía a los siete. No es falsa humildad. Yo quería que a la gente, al escucharme, le pasara lo que le pasaba a mi tío. Compraba discos en el mercado de las Glorias. Y lo escuchaba todo. Si no lo haces, no puedes formarte tu propio criterio. En las peñas flamencas de Barcelona, Badalona o Santa Coloma me codeaba con otros cantaores, gente que necesitaba tomar contacto con sus raíces y su música.

“El flamenco es mi origen, pero no mi yugo”.

Claro. No me gusta experimentar, me gusta creer que llego a sitios. No cantaría nada que no pensara que puedo hacer mínimamente bien. Le tengo demasiado respeto a la música, al público, a cada género… Un género no es un repertorio, es una manera de colocar la voz, de sentir, de moverse. Yo me hice a mí misma. Pero me sigo haciendo. La vida, la gente que vas encontrando, el cine, lo que lees, todo te hace como eres y decide cómo cantas. Cuando empecé, para mí lo importante era aprender por qué un fandango era un fandango y por qué una soleá era distinta de una seguidilla. Descubrí que había dos tipos de flamenco. El más lírico y el visceral. Y empecé con el lírico porque era lo que le gustaba a mi familia: Pepe Pinto, La Niña de la Puebla. El del desgarro en mi casa no se escuchaba.

¿Quién es un cantaor de desgarro?

El Agujetas es el prototipo. O su hija, Dolores Agujetas. Cuando lo descubres sabes lo que te faltaba.

¿Va más con su carácter?

Con mi carácter van las dos cosas. La fusión es el flamenco absoluto. Y la maestra es La Niña de los Peines. La descubrí y pensé: Hostia, era esto. Lo tiene todo: las facultades, la inteligencia, el timbre, la precisión vocal, la expresión, un rango amplísimo de lo más desgarrao a lo más delicado. Es alcanzar la perfección para romperla.

Con todo ese autoconocimiento, titula su primer disco Muy frágil. Parece todo menos frágil.

Ser una cosa y la contraria es la manera de equilibrarnos, ¿no? Soy fuerte y cabezota. Si quiero una cosa, la quiero de una determinada manera, y si me equivoco, me equivoco yo. Para bien y para mal es un rasgo de mi carácter. Pero sí me sentía muy frágil. No había grabado hasta los 30 años porque no me sentía preparada. Había gente que me ponía delante cheques en blanco porque, en los noventa, el flamenco estaba en auge y a las discográficas les interesaba. Pero yo sabía que no había llegado a lo que podía hacer.

¿Se ha medido siempre con los mejores?

Yo sí.

Es como escribir y esperar a hacerlo como Virginia Woolf. ¿No temió no llegar al nivel?

Siempre he sabido que el primer disco no sería igual que el segundo ni el tercero igual que el cuarto. Cada uno resume una etapa. Claro que hay una evolución. Pero necesitaba partir de un mínimo. Y hasta que grabé Muy frágil estaba por debajo de ese mínimo. Ahí metí canciones compuestas sin ánimo de cantarlas en público. Me enamoraba y componía. Pero eran para mí. Y para la señora en cuestión. Pasé mucho miedo de no estar a la altura.

“Solo somos libres en el amor y en el arte”.

Lo que te limita no funciona.

"Todas mis canciones de amor son desgarradas menos una, ‘Antes de ti’, que no es ni venganza ni dolor, sino amor maduro", afirma la cantante catalana.
"Todas mis canciones de amor son desgarradas menos una, ‘Antes de ti’, que no es ni venganza ni dolor, sino amor maduro", afirma la cantante catalana.Caterina Barjau

Ha tenido fama de seductora.

Creo que sí. De don juan.

¿Ha tenido la misma honestidad en el arte que en el amor?

No. He amado mucho, pero me ha faltado amar mejor.

¿Qué es amar bien?

Respetar a la otra persona. Yo me enamoraba de dos mujeres y… lo quería todo. ¿Por qué no? Si cada una de ellas se sentía única…

¿Por qué no?

Me faltó el pequeño detalle de que las dos lo supieran. El error no fue amar a dos personas. Fue no darles la oportunidad de decidir si querían irse o quedarse. Pero en la juventud hay cierta prepotencia. Al final lo que me pasaba no tenía nada que ver con ellas… Ojalá hubiera sido igual de honesta en el amor que en el arte.

¿Amar es autolimitarse?

No debería serlo. Todo lo que no sea falta de respeto debe ser aceptado por quien te quiere. Las mujeres con las que he estado creo que han tenido la sensación de que no me han tenido. Es un error porque no se tiene a nadie. Tengo necesidad de soledad. Y cuando eres joven no es que no transmitas lo que necesitas para estar bien, es que tampoco te conoces tú.

“Yo no puedo comprender cómo se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco”.

Bueno, eso lo he cantado, pero no es mío.

¿Se puede amar sin desgarro?

Me he alimentado toda la vida de la pasión. Por la música, por las mujeres y por la propia vida.

Adrenalina.

Claro. Me siento libre amando y cantando.

¿Se puede cantar al amor celebrando? ¿Sin morirse?

Todas mis canciones de amor son desgarradas, menos una, ‘Antes de ti’, que no es ni venganza ni dolor, sino amor maduro.

“Antes de ti fue tan pequeño lo vivido” del disco Tempo rubato en el que canta a sus exparejas. ¿Qué dijeron?

Son todas muy listas y no comentan.

¿Ahora tiene pareja?

Estoy solita. Y descubriendo el muchísimo tiempo que me ha robado el amor.

¿Hay mejor dedicación?

Lo que hice era lo que sentía. Pero es increíble la energía que dediqué a enamorarme.

"No todo el que se sube al escenario es artista. Lo es el que sabe que está al servicio del arte", sentencia la catalana.
"No todo el que se sube al escenario es artista. Lo es el que sabe que está al servicio del arte", sentencia la catalana.Caterina Barjau

Como artista decidió no quedarse en el flamenco.

Tete Montoliu me dijo que no tenía ningún interés en escucharme cantar flamenco. Y que era la mejor bolerista del mundo.

¿Cómo lo conoció?

El primer sitio donde trabajé fue El Patio Andaluz. Con 18 años monté un grupo con un palmero, una bailaora… Hacíamos cuatro pases. El cuarto cantaba boleros. Y había gente que aparecía a las dos de la madrugada a escuchar eso. Empezaron a llegar extranjeros y había que hacer rumbas y sevillanas. No he nacido para que me exijan. Me fui.

Eso lo ha tenido siempre claro.

Estamos hablando de arte, no de un trabajo. El caso es que uno de los dueños me contrató para una sala que se llamaba Bolero. Me compré un esmoquin, mi mamá me hizo unas pajaritas y unos fajines a juego y me puse a cantar. Cuando se acabó el contrato, el pianista me dio una tarjeta de L’Eixample, un club de jazz de Barcelona donde tocaba. Un día encontré esa tarjeta en un bolsillo y fui. Y él, Joan, me pidió que subiera al escenario. La dueña, que hoy tiene 83 años y es amiga mía, se sentó en primera fila. Y me contrató. Por allí apareció Tete Montoliu porque era su amigo. No me dijo nada y lo trajo. Vi cómo caminaba hacia la primera fila. Estaba cantando y pensaba: “No puede estar pasando esto”. A los 15 minutos subió al escenario y empezó a tocar. Estuvo una hora y media. Luego quiso hacer un disco conmigo.

Y la tuvo que esperar.

Claro. He hecho cosas cuando he visto el momento. Por eso cuando ocurre algo así es cuando cobro. Soy consciente de que es mi recompensa por no ser una artista comercial. Amor por el arte no sienten todos los artistas. En realidad, no todo el que se sube al escenario es artista. Lo es el que sabe que está al servicio del arte. El que cree que el arte está a su servicio no es artista. Hay que tener una base sólida de la que servirse cuando la musa no llega. Un concierto tiene que ser bueno siempre. Pero… si aparece la musa te cambia algo, hace que te multipliques.

Peter Gabriel la eligió para cantar en el Womad e incluyó ‘Navega sola’ en una recopilación de la música que más le gusta. ¿No se le subió a la cabeza?

Nunca se me ha subido. Tengo claro que esto es un aprendizaje constante. Tampoco he sentido que estuviera en la cúspide de nada.

Pero sí ha sentido el apoyo del público. Abandonó la industria musical e inició un crowdfunding para hacer sus discos.

Decidí que en mi hambre mandaba yo. Los mánager y las discográficas me decepcionaron. Sabía que sería costoso salir del mercado y de los circuitos, pero… a los de la industria discográfica no les interesa la gente que sabe lo que quiere hacer. Les interesa la gente que hace lo que haga falta para ganar dinero.

Es una industria.

Claro. Pero para mí cantar no es un negocio. Claro que si gano dinero estoy contenta, pero lo quiero ganar haciendo lo que yo quiera, cuando quiera, con quien quiera y sin presiones.

¿Vive de alquiler?

Sí. No tengo ambición material. Tengo ambición de tiempo. Aunque me reclamaran para hacer 15 conciertos al mes, te juro por Dios que no los haría. Hago tres y me reviento. Yo no me guardo. Canto cada vez como si me fuera a morir en ese justo momento. No entiendo esto de otra manera.

¿Todo lo hace así?

Cantar es como hacer el amor. Uno no se acuesta con alguien y reserva energía para acostarse de nuevo al día siguiente.

¿Tiene algún día rutinario?

Cuando empiezan, acabo la relación. Y, claro, con dos a la vez no se tiene rutina ninguna. Ni cansancio. Lo que se tiene es el acojone de que te descubran. Y miedo de hacer daño.

¿Qué la desestabiliza?

Las deslealtades.

Vaya. ¿Cómo se lo explica?

No sé. Ya lo hablaré con mi psicóloga.

¿Va regularmente?

Todo el mundo se lo debería poder permitir. Sirve para conocerte mejor. Y para perdonarte lo que no has sabido hacer mejor. Y para perdonar a lo que los demás no han sabido hacer mejor. Soy consciente de mis limitaciones. Y de mis capacidades. Y quiero ser libre.

Eso es carísimo.

No hay nada más caro. Aplicado al amor lo dijo Chavela Vargas: el precio de la libertad es la soledad. Si tienes una pasión, es fácil que quien esté contigo se sienta en segundo plano.

¿Siempre ha tenido clara su sexualidad?

Sí. Las madres lo saben todo sin que tengas que decir nada. En un momento dado lo hablé con la mía y listo. Mi padre era más cerrado. No le fue tan fácil. Pero en mi madre tuve padre, hermana, amiga y todo.

¿Cuánto hace que murió?

14 años. Murió el día que terminé de grabar Al cantar a Manuel [disco homenaje al poeta Manuel Alcántara].

No pensar nunca en la muerte.

Sí. Es diferente porque tiene esa carga. No voy a hacer nunca en la vida un disco tan bonito como ese. Tiene dolor y tiene dejar que la otra persona se vaya. Por eso es luminoso.

¿Por qué decidió hacerlo?

Me encargaron usar sus poemas para ponerle letra a palos flamencos en un homenaje. Abrí al azar su libro y leí: “Mi padre me llevaba de la mano y yo estudiaba segundo de jazmines”. Me enamoré. Su poesía llega a todo el mundo. No es intelectual, es verdad. Pasé meses leyéndolo y, cuando al final cogí la guitarra, ya tenía la música. No se la puse, se la encontré.

“El amor te enseña lo que no sabías de ti”. ¿No era la psicóloga?

Las dos cosas.

Más que reinventarse, usted va añadiendo. Y añadiendo, ¿llegará a cantar pop?

No renuncio a lo que significa estar viva: cambiar, sumar… Puede ser. Hay mucho indie que me gusta. Pero he tenido muchos momentos de miedo e incertidumbre. Nado a contracorriente desde que empecé.

¿Qué es el arte?

Si sales de una peli o de una exposición igual que entraste, el arte no ha cumplido su función. Cuando era pequeña ya me gustaban las cosas hirientes. Lo que toca, lo que abofetea. Para mí el arte es una cosa, y el divertimento, otra. Debería tener cada una su espacio. El arte es lo que te hace ver de otra manera.

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