¿Son los 60 los nuevos 40? Las últimas técnicas a las que recurren los hombres en busca de la eterna juventud
Ya no se trata de envejecer con elegancia, sino, directamente, de no envejecer. Burlar el paso del tiempo, luchar contra la genética y parecer eternamente un chico de instituto conlleva mucho esfuerzo, dolor y, sobre todo, dinero. La vitamina C, el colágeno, el ácido hialurónico y las inyecciones son los nuevos amigos del hombre
“En cinco años va a ser muy difícil calcular la edad de las personas. Todos vamos a tener 38″. Lo dice el doctor David Sampayo, médico especializado en cirugía capilar con consulta en Madrid, Valencia e Ibiza. Los códigos de la edad se están desdibujando tan rápido que en breve nos quedaremos rondando indefinidamente los 40. Será el fin de los grupos etarios. Siempre seremos adultos jóvenes de edad imprecisa.
El doctor Sampayo, adicto confeso al ácido hialurónico y a los sueros de vitaminas, cuenta que examinó repetidas veces junto a varios colegas el vídeo de Brad Pitt (59 años, cumple 60 en diciembre) en la última edición del Campeonato de Wimbledon. “Lo pusimos en una pantalla enorme y lo fuimos pausando segundo a segundo. Miramos los pómulos, la definición de la mandíbula, la línea capilar, los párpados, la textura de la piel… Queríamos descubrir si se había pinchado y dónde”. No hubo un veredicto único entre estos expertos: “Muy buena genética”; “aún no ha pasado por el quirófano”; “puedo garantizar que se ha pinchado hormona del crecimiento”; “se ha inyectado restauradores de colágeno”, opinaron indistintamente.
“Se pone poco en muchos sitios”, sentencia sobre la estrategia estética de Brad Pitt el dermatólogo Juanma Revelles, director de la clínica Le Boost de Madrid. En su opinión, el actor sigue un tratamiento global que va sumando pequeños cambios en todo su rostro: “Neuromoduladores en la frente y el entrecejo para suavizar arrugas y relajar la mirada; relleno en el pómulo para dar soporte a la cara, y en la mandíbula para definirla; radiofrecuencia para tensar la piel y disminuir el surco nasogeniano, y procedimientos para mejorar la textura y luminosidad de la piel”, enumera.
En la consulta de Revelles el 20% de los procedimientos ya se realizan en hombres. Ese porcentaje crece entre los más jóvenes y se reduce según aumenta la edad. En la del doctor Sampayo, especializado en la caída del cabello, los hombres son legión. Se les puede ver discretos en la sala de espera o conectados a sus sueros de vitamina C, magnesio y zinc mientras teletrabajan. “Antes había que cuidar que no se cruzaran en la clínica, pero ahora llegan y se saludan entre ellos”, asegura Sampayo.
En España el 40% de la población ha utilizado al menos una vez algún servicio de medicina estética, en esa cifra los hombres representan casi el 30%, según los datos que aporta la Sociedad Española de Medicina Estética. En Estados Unidos se calcula que los hombres se sometieron a más de 13 millones de procedimientos solo en 2022.
La masculinización es el tratamiento más popular. “Consiste en infiltrar rellenos en el tercio medio e inferior de la cara (pómulos, mentón y mandíbula) para conseguir un rostro cuadrado y anguloso”, explica el doctor Revelles. Lo segundo son los injertos capilares.
“Cada vez se piden menos liftings quirúrgicos y se opta por procedimientos no invasivos como Ultherapy, una tecnología que genera ultrasonidos focalizados de alta densidad que penetran hasta 4,5 milímetros en la piel, y mejoran la flacidez del cuello y el escote. Tiene mucho éxito porque no duele y sus resultados son naturales y duraderos”, opina el dermatólogo José María Ricart. A su consulta llegan runners (corredores) con cara “cadavérica” que buscan recuperar los volúmenes del rostro. “En la cara se reabsorbe el hueso y la grasa y aparece el hundimiento. Una de las zonas más críticas es la ojera y la zona del tercio medio inferior porque se pierde el componente graso, sobre todo en deportistas extremos”, explica Ricart.
La sueroterapia ortomolecular, que confía casi todos los tratamientos a las vitaminas, los minerales y los aminoácidos, tiene fascinado al doctor David Sampayo, que confiesa que es “una cobaya” de sus propias mezclas. En los cócteles de vitaminas, aminoácidos y minerales, de aplicación intravenosa, se pone una base de altas dosis de vitamina C, sulfato de magnesio, glutatión y un precursor del azufre para mejorar la piel, y luego se van personalizando: “¿Que se te cae el pelo? Ponemos biotina y un poco de vitamina B5″, propone el médico, sin dar detalles de sus fórmulas hasta que no estén patentadas. La sueroterapia es una disciplina de la Medicina Ortomolecular, una especialidad que el Ministerio de Sanidad incluyó en 2019 en su lista de pseudoterapias.
Los proyectos más extremos de revertir la edad biológica los prueban en sus carnes empresarios biotecnológicos que comparten varios puntos en común: amplia disponibilidad de dinero, fe inquebrantable en un dios llamado tecnología y terror a envejecer y morir.
Robert Nielsen (60 años), principal inversor de Altos Labs, empresa biotecnológica de San Francisco que investiga el rejuvenecimiento celular, intenta resetear sus células mediante la reprogramación epigenética, un experimento que solo ha sido probado en ratones en un conocido ensayo realizado en 2006 por el premio Nobel de Medicina Shinya Yamanaka. Nielsen dijo a The Wall Street Journal: “La gran pregunta es si funcionará en humanos, y a primera vista parece demasiado bueno para ser verdad”.
Aun así, sigue una intrincada rutina para conseguirlo: toma una docena de pastillas cada día, entre ellas rapamicina (un conocido antitumoral), metformina (un medicamento usado durante años por los diabéticos), y taurina (un nutriente natural cuya producción decae con los años). Dos veces al año se hace una resonancia magnética de cuerpo entero. Visita al dermatólogo cada tres meses y entrena a diario enfundado en un traje de estimulación eléctrica para construir masa muscular.
Aún más extremo es el caso de Bryan Johnson, biohacker y multimillonario, que lleva invertidos dos millones de dólares en volver a los 18 años. Tiene 45 cumplidos. El proyecto Blueprint —así lo ha nombrado— estructura toda su vida: se despierta a las cinco de la madrugada y su última comida del día es a las 11 de la mañana. En ese tiempo debe haber ingresado 2.250 calorías sin añadir sal ni azúcar. Se va a la cama a las 20.30. Entre medias toma 111 pastillas, incluyendo zinc, cúrcuma y litio. Entrena entre 45 y 60 minutos siete días a la semana y juega al tenis y baloncesto. Consume unos 32 kilos de verduras al mes, sobre todo brócoli, coliflor, ajo y jengibre. Entre sus comidas diarias incluye el batido Green Giant, con el que traga 54 suplementos, entre ellos la espermidina, la creatina y los péptidos de colágeno. Después de las cuatro de la tarde no consume bebidas ni ningún tipo de líquido para no perturbar su sueño y usa una máquina para fortalecer el suelo pélvico y prevenir la incontinencia urinaria. Recientemente, contó en un podcast que usaba un cóctel de vitaminas y un casco de terapia con luz roja para estimular el cuero cabelludo.
Según dijo a la revista de negocios Bloomberg, usa siete cremas faciales cada día, se hace un peeling ácido semanal, se inyecta grasa en los pómulos y jamás toma el sol. Johnson se considera a sí mismo “un atleta profesional del rejuvenecimiento”. Dos años y dos millones gastados después empieza a tener las primeras alegrías: sus test de forma física son equivalentes a los de un hombre de 18 años, la velocidad de su proceso de envejecimiento se ha ralentizado un 28%, y según las mediciones de su ADN, su edad epigenética —la de sus células— ha retrocedido cinco años.
Es posible que intentar burlar el paso del tiempo y el envejecimiento sea un acto de soberbia, disciplina y sacrificios, pero no hay vuelta atrás. Hemos cambiado. “Antes”, reflexiona el doctor Sampayo, “la gente quería envejecer con elegancia y dignidad. Ahora directamente no quieren envejecer. Y están dispuestos a todo: al dolor, al experimento y a pedir préstamos al banco”.
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