Un viaje ecoturístico por la Honduras menos conocida y más sostenible
Recorrer los manglares de la Laguna de Cacao, bañarse en las aguas termales de Sambo Creek, practicar aguas bravas en el río Cangrejal, visitar el Jardín Botánico Lancetilla en la ciudad de Tela y más planes en el segundo país más grande de Centroamérica
Honduras es el segundo país más grande de Centroamérica, y uno de los que mayor diversidad de destinos ofrece en toda el área mesoamericana: playas paradisiacas, arqueología precolombina, naturaleza selvática, fuertes coloniales, cultura étnica… Buena parte de sus atractivos turísticos son de sobra conocidos: desde las impresionantes ruinas mayas de Copán hasta los célebres Cayos Cochinos y las islas de la Bahía, pasando por los fuertes coloniales de San Cristóbal y San Fernando de Omoa. Pero además de estos clásicos, el país cuenta con otras singulares experiencias igualmente interesantes; la mayoría de ellas vinculadas a prácticas ecoturísticas sostenibles.
Por motivos de conexiones aéreas, iniciamos este pequeño periplo hondureño en la isla de Roatán. En esta ocasión, más que para gozar de sus paradisiacos arenales caribeños, este lugar se convierte en una necesaria escala técnica. Pero así uno puede aprovechar la corta estancia para conocer el que probablemente sea el hotel más moderno y suntuoso de la isla —Kimpton Grand Roatan Resort & Spa—, en el que además se encuentra Alera, un restaurante del más alto nivel.
Nada más tocar la Honduras continental, nos dirigimos al parque nacional Nombre de Dios, en la costa norte, para conocer la Laguna de Cacao, una pequeña albufera de aproximadamente un kilómetro cuadrado alimentada por pequeños cursos de agua que descienden desde las quebradas de la cordillera Nombre de Dios. Este pequeño y encantador espacio natural que une bosque, laguna y playa ofrece una singular experiencia que puede disfrutarse a pie, en canoa o kayak. Las riberas de la laguna están flanqueadas por cuatro tipos de manglares: rojo, negro, blanco y botoncillo. El manglar rojo tiene tres clases de raíces (aéreas, terrestres y acuáticas); el mangle blanco puede alcanzar los 20 metros de altura, igual que el mangle botoncillo; y las raíces del mangle negro llegan a sobresalir del suelo hasta 50 centímetros.
Los manglares cumplen un papel fundamental en el ecosistema del humedal tropical costero: son un pulmón para su entorno, ya que su enorme capacidad para almacenar CO2 en sus raíces contribuye decisivamente a la purificación del aire, y constituyen una barrera natural frente a huracanes, inundaciones y temporales marinos, al proteger la costa y ayudar a retener la arena de las playas. Además de todo lo anterior, los manglares son una verdadera guardería para los peces de arrecife que tienen en las raíces acuáticas de estos árboles anfibios un seguro refugio, así como un potente depurador de las aguas. Las copas de los manglares suponen asimismo un espacio propicio para que prospere una variada fauna tanto avícola como de monos aulladores y de cara blanca.
El lugar se puede conocer siguiendo unas cómodas pasarelas elevadas sobre las áreas pantanosas; haciendo un recorrido en barca por todo el perímetro de la laguna, incluso penetrando en sus canales de aguas negro rojizas (así teñidas por la materia vegetal que llevan en suspensión); o, una vez llegados al límite de la laguna, descender de la barca y realizar un agradable paseo hasta alcanzar la playa. Por cierto, desde la playa existente al final de la laguna se divisan un par de pequeños cayos del archipiélago de Cayos Cochinos —sí, el lugar en el que se ha grabado el programa Supervivientes—. Para disfrutar de todos los atractivos de la Laguna de Cacao se pueden contratar los servicios de la empresa local de ecoturismo que opera en el lugar, que por unos 15 euros por persona realizan un completo tour acuático-terrestre con explicaciones sobre la fauna y flora del enclave natural, con la posibilidad de poder culminar la experiencia con un relajante tiempo de playa.
Sin abandonar el parque nacional Nombre de Dios accedemos —no sin cierta dificultad por la deficiente señalización y el mal estado de la pista de tierra— al área de aguas termales de Sambo Creek, un lugar no muy conocido y que, al igual que la Laguna Cacao, se encuentra muy cerca de La Ceiba (la capital del departamento de Atlántida). En Sambo Creek, además de poder zambullirse a diferentes temperaturas en una sucesión escalonada de 12 pozas naturales de aguas termales que descienden directamente de la montaña, y de poder disfrutar de reconfortantes sesiones de masaje y baños de lodo, también se pueden realizar actividades de senderismo y de canopy tour en un imponente escenario natural.
Siguiendo con el plan de ecoactividades, tampoco muy lejos de La Ceiba, espera la cuenca del río Cangrejal, en pleno parque nacional Pico Bonito, un trepidante curso fluvial que desciende encajado entre espectaculares roquedales graníticos y una exuberante masa boscosa. El Cangrejal es un lugar perfecto para los locos de las aguas bravas, aunque en la estación seca resulta perfectamente apto para toda clase de aficionados que quieran practicar tranquilamente kayak y rafting en un privilegiado entorno natural. Los que prefieran hacer senderismo adentrándose en el bosque tropical del parque tienen la posibilidad de hacerlo cruzando el puente colgante de 70 metros de longitud que pende ingrávido a 30 o 40 metros sobre el río, y que desde su inauguración, en 2006, es celosamente vigilado por Okeli, un viejo hondureño que vive por y para garantizar la seguridad de la elevada pasarela, algo que viene haciendo desde cuando hace más de 25 años se cruzaba de una a otra orilla mediante una inestable cesta pendulante. Okeli, como él mismo no deja de repetir, siempre está “a la orden” del visitante.
En la margen izquierda del Cangrejal, la preciosa cascada de El Bejuco (con una caída de más de 60 metros) está a tres o cuatro horas de estimulante caminata (ida y vuelta) que se puede realizar con o sin guía. En la profunda espesura de la selva circundante habita el jaguar que, aunque es difícil de ver, de cuando en cuando se hace presente. En este salvaje río de montaña abunda la fauna acuática: por encima de 30 distintas especies, algunas de las cuales, como la anguila y el cuyamel —un tipo de salmón—, remontan la corriente para desovar en las partes altas.
En ambas márgenes del Cangrejal, aunque especialmente en su ribera derecha, existen establecimientos cuidadosamente integrados en el entorno natural que, además de alojamiento y gastronomía, ofrecen al viajero toda clase de actividades para poder disfrutar al máximo de la naturaleza de la zona. Un ejemplo es el hotel Las Cascadas Lodge, que, además de organizar tours de barranquismo de tres horas (incluyendo descenso de cataratas) ofrece rutas senderistas y paseos ilustrados y puntos de avistamiento de las aves más raras que habitan el área. El responsable de este exclusivo lodge, en el que entre otros visitantes conocidos se han hospedado Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, dice que en el parque habitan 257 clases diferentes de aves, entre las que se cuentan quetzales, tucanes, loras… y hasta 27 tipos distintos de colibrís. Otro establecimiento reseñable de la zona, con un privilegiado emplazamiento que disfruta de fantásticas vistas sobre el río, la jungla, y una lejana cascada, es Villas Pico Bonito, un ecológico oasis selvático donde uno puede alojarse, comer, otear extasiado el entorno desde sus elevadas terrazas o darse un chapuzón mientras se toma una helada SalvaVida, la cerveza nacional hondureña.
No muy lejos del río también es posible conocer el cultivo, recogida, degustación y cultura de la piña —producto clave en la economía de Honduras— contratando un tour de la Empacadora Monte Cristo de la empresa Dole, en el municipio de El Porvenir.
No hay que dejar pasar la oportunidad de hacer una visita a La Ceiba —considerada la capital ecoturística del país— para contemplar su famosa puesta de sol desde el antiguo muelle utilizado en tiempos por las grandes compañías norteamericanas de la fruta, y ahora reconvertido en un agradable y populoso espacio público. También para dar un paseo por el Parque Central, verdadero corazón de la ciudad, y disfrutar de su célebre street food, especialmente de las famosas baleadas (tortillas de trigo rellenas de frijoles rojos fritos con mantequilla y queso rallado).
Continuamos el viaje hacia la ciudad de Tela. Primero visitaremos el Jardín Botánico Lancetilla, inaugurado en 1926, que con sus 1.681 hectáreas y 2.824 especies distintas es uno de los jardines botánicos tropicales más importantes del mundo. Lancetilla es un museo vivo de la diversidad vegetal del planeta que cuenta con un arboretum (jardín botánico especializado en árboles) con el más rico catálogo arbóreo imaginable (maderables, frutales, medicinales, ornamentales, venenosos…); un enorme bosque tropical virgen por el que, incluso, se pueden hacer rutas senderistas; un área de plantaciones experimentales y de investigación; varios invernaderos… La entrada se realiza a través de un colosal túnel de cañas de bambú que, al combarse hacia el interior desde ambos lados del paseo, conforman una gigantesca bóveda vegetal apuntada de 30 o 35 metros de altura y cerca de 100 metros de largo. Este gran espacio natural dispone, además, de restaurante y alojamientos propios.
La última experiencia ecoturística del viaje será la visita al acuario Tela Marine. Inaugurado en la ciudad de Tela en 2022, es el más grande de Centroamérica. Está dedicado a la investigación, conservación y divulgación de la enorme riqueza que, en términos de belleza y biodiversidad marina, encierra el arrecife de coral de Honduras; que forma parte del arrecife Mesoamericano, considerado el segundo sistema arrecifal mayor del mundo, después de la Gran Barrera de Coral australiana.
Honduras es un buen ejemplo de cómo el respeto y conservación medioambiental, la protección de los espacios naturales y las iniciativas ecoturísticas sostenibles parece que están cobrando una creciente importancia en todos los destinos de Centroamérica.
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