Ocho motivos para ir a Granada más allá de la Alhambra
La ciudad andaluza ha entendido la mezcla perfecta: entretejer su historia de siglos con la modernidad y, en el camino, reconstruirse como un centro de creación cultural, desde la música —del flamenco al rock— hasta la artesanía
Granada es bastante más que la Alhambra. Y mucho más que su pasado. La ciudad ha entendido la mezcla perfecta: entretejer su historia de siglos con la modernidad y, en el camino, reconstruirse como un centro de creación cultural, desde la música —del flamenco al rock— a la artesanía y, en general, como una ciudad que está obligada a construir un presente y, sobre todo, un futuro sin olvidar su legado.
1. El Realejo, un pueblo muy moderno en la ciudad
Granada, tan árabe ella, también tuvo su barrio judío. Es el barrio del Realejo, en el centro de la ciudad y a tiro de piedra de la Alhambra, y es la mezcla perfecta de modernidad, con bares y restaurantes auténticos y, a la vez, la posibilidad de visitar un barrio con vida propia, muy familiar, en el bullicio de la ciudad.
2. Descubriendo las Qubbas
De planta cuadrada, y con muchos de los elementos propios de la arquitectura nazarí, las Qubbas muestran el esplendor de las construcciones árabes con alicatados, yeserías policromadas, inscripciones árabes, mocárabes, arcos de herradura en un espacio reducido. El Cuarto Real de Santo Domingo o el Palacio de La Madraza son dos magníficos ejemplos en el centro de la ciudad.
3. Seis monumentos
La ruta Dobla de oro propone una visita a seis monumentos de la época nazarí, ligados a la Alhambra, pero distribuidos por la ciudad. El itinerario se realiza a pie y permite conocer la vida en la granada musulmana. Su nombre se debe a una moneda acuñada de la época nazarí Dobla de Oro, con la que los mercaderes musulmanes pagaban a los comerciantes cristianos.
4. ‘Spas’, una constante de siglos
El Bañuelo o Hamman al-Yawza se remonta al siglo XI. Su nombre se debe a que era una versión pequeña de los baños reales de la Alhambra. Diez siglos después, el Bañuelo es visitable, pero no hay agua. En cambio, el Hamman Al Andalus ofrece una experiencia de agua y masajes que será difícil de olvidar.
5. Rock & Bar
Granada aporta al panorama musical decenas de grupos. Los Planetas, Lagartija Nick, Lori Meyer, Niños Mutantes o 091 son clásicos modernos. Pero hay muchos más. Hay dos opciones, enterarse de los bares que les gustan a estos músicos, que no es difícil, o resumir acudiendo al bar de Eric, el batería de Los Planetas y Lagartija Nick. Tapas, cerveza y, quizá, alguna historia musical.
6. Artesanía sonora
Música y artesanía son en Granada sinónimo de guitarreros y cajoneros. Dos barrios aglutinan la mayoría de ellos, el Realejo y el Albaicín. A las varias decenas de guitarreros con una tradición que se remonta al siglo XIX se unen los cajoneros desde la década de los setenta del siglo pasado, cuando Paco de Lucía y Rubén Dantas, residente en la ciudad, incluyeron este instrumento peruano en el flamenco.
7. Zambra en el Sacromonte o flamenco en el Albaicín
Los gitanos llegaron a Granada en el siglo XV y desde entonces el flamenco se adueña de los barrios que habitaron y donde aún viven, creando sagas flamencas de largo historial. Se puede elegir entre las cuevas del Sacromonte, con la experiencia única de un baile que se produce a medio metro del espectador, y el Albaicín, donde se erige La Platería, la peña flamenca más antigua del mundo, donde disfrutar los jueves flamencos de buen arte y unas vistas espectaculares a la Alhambra mientras se tapea.
8. Carmen no es solo un nombre de mujer
Un carmen en Granada es una finca en los barrios históricos de la ciudad, como el Albaicín, que incluyen, además de la casa, un huerto y un jardín. Exuberantes y ricos por fuera, el exterior suele ser un sencillo muro blanco que aleja cualquier indicio de riqueza en el interior. Hay muchos ejemplos: El Carmen de la Victoria, el de los Mártires, el de la Fundación Rodriguez Acosta, el de los Geranios (Museo Max Moreau) o el del Aljibe del Rey.
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